Afrodescendencia en Puerto Rico: entrevista sobre el Corredor Afro
Entrevista realizada por correo electrónico a Marta Moreno Vega y Maricruz Rivera Clemente, fundadoras del Corredor Afro, a lo largo de unas semanas durante los meses de febrero y marzo 2020. El texto fue editado para mejorar el flujo de la lectura.[1]
Dra. Marta Moreno Vega es cofundadora de la Global Afro-Latino and Caribbean Initiative (GALCI), un antiguo programa del Hunter College/Latin American and Caribbean Studies Program. Es editora ejecutiva de Women Warriors of the Afro-Latina Diaspora (Arte Público Press) y autora de El altar de mi alma (One World/Ballantine, 2001). Es directora y coproductora del documental When the Spirits Dance Mambo: Growing Up Nuyorican en El Barrio y ha escrito una autobiografía personal con el mismo nombre (Three Rivers Press, 2003, Black Classic Press, 2018). La Dra.Vega también es co-editora de Voces del frente de batalla Alcanzando la Equidad Cultural.
Maricruz Rivera Clemente es activista ambiental y antirracista. Es oriunda de la comunidad afrodescendiente de Piñones del pueblo de Loíza, Puerto Rico. Posee un Bachillerato en Sociología, Maestría en Trabajo Social y es candidata doctoral en Trabajo Social y Política Social en la Universidad de Puerto Rico. En el año de 1999 fundó la Corporación Piñones se Integra (COPI) como organización de base comunitaria con una perspectiva antirracista, descolonial y de liberación. Ha estado activa en la lucha por la conservación de los recursos naturales y el Bosque de Piñones; y es defensora de los Derechos Humanos. En el año 2006, junto a la comunidad de Piñones, detuvo la construcción de un proyecto turístico-residencial que amenazaba con desplazar la comunidad y destruir parte del Bosque de Piñones.
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Pedro Lebrón Ortiz (PL): Primeramente, quisiera agradecerles por permitirme realizarles esta breve entrevista sobre el proyecto Corredor Afro, cuya apertura formal estaba pautada para este próximo domingo, 22 de marzo, pero debido a las medidas para controlar la pandemia del coronavirus se tuvo que posponer. Antes de entrar a discutir el proyecto, que me parece hermoso y necesario, quisiera empezar con un diálogo un poco teórico para contextualizar su surgimiento y resaltar su urgencia. Este próximo domingo se celebra el 147o aniversario de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Ciertamente, fue un acto meramente jurídico puesto a que todavía se vive, como planteó el historiador venezolano Germán Carrera Damas, las “secuelas” o huellas de la esclavitud.[2] O como planteó la intelectual afroestadounidense, Saidiya Hartman, el “afterlife of slavery”.[3] ¿Cómo podemos entender esa noción de “secuelas de la esclavitud”, particularmente en el contexto de Puerto Rico, de manera concreta?
Marta Moreno Vega (MM): Gracias por querer enfocar este trabajo en el Corredor Afro. Se requiere un análisis detallado para responder a lo que planteas por lo que me limito a hablar sobre esos conceptos de manera general. En mi experiencia, el punto central de que dondequiera que los africanos esclavizados fueron llevados, nuestro pueblo fue oprimido y marginado no sólo por el color de la piel, que es una señal aparente de su estado de esclavitud, sino por un sistema, “leyes” desarrolladas a propósito para asegurar la mano de obra gratuita para la creación de la riqueza; el capitalismo. Una anécdota es útil aquí. Habiéndose criado en El Barrio (Harlem, NYC), mi abuela, una lavandera, se fue de Loíza y Puerto de Tierra en búsqueda de oportunidades con su piel negra, escapándose del abuso hacia ella y sus 3 hijos. Mi padre, de Loíza con una educación de tercer grado, llegó a la ciudad de Nueva York para seguir enfrentándose a una sociedad racista, al igual que mi madre quien era de Caguas. Criaron a sus hijos en El Barrio, en escuelas inferiores con pocos recursos porque no podían costear escuelas privadas ni se les permitía que sus hijos asistieran a las mejores escuelas públicas debido a su dirección residencial, pues vivían en una comunidad económicamente pobre. Las “huellas de la esclavitud” conducen al mismo lugar para nuestrxs niñxs, colocadxs en escuelas inferiores con maestros que desvalorizan su color e inteligencia; demasiados van a la cárcel o al ejército luchando en guerras para oprimir a otras personas de color o una vida de crimen producida por la estructura de poder blanco y permanecen en la cúspide del sistema carcelario.
Maricruz Rivera Clemente (MR): El racismo en Puerto Rico está enclavado en una estructura global que responde al diseño económico y político gestor de la colonialidad-modernidad de los pueblos conquistados. Esta estructura racista justifica la clasificación racial de las personas otorgándoles jerarquías socioeconómicas que sirven para el sostenimiento del colonialismo-capitalismo-occidental.
PL: Una de estas “huellas”, no tan solo de la esclavitud sino del colonialismo en general, es el concepto de raza para clasificar y jerarquizar a los sujetos colonizados. ¿Cómo se podría entender la negritud, o más propiamente, la afrodescendencia, sin reducirlo a características biológicas o a la fisionomía, pero sin obviar la variabilidad en la intensidad de las violencias que sufren sujetos con ciertas características corporales? Es decir, ¿cómo reconocer la violencia que sufren algunos sujetos debido a estos indicadores corporales que los constituye como una amenaza a la supremacía blanca sin perpetuar esa clasificación racial?
MR: El asunto fenotípico y el fenómeno del colorismo son elementos clasificatorios que intervienen en la racialización y discriminación de los sujetos. No se reduce el asunto de la negritud a estos elementos, sin embargo, el reconocimiento de la utilización sostenida de éstos dentro de diversos niveles (estructural, institucional, cotidiano) del racismo demarcan la operacionalización de las opresiones. Las subjetividades desde la negritud muestran que mientras más oscura sea la piel menos privilegios se le conceden a la persona o poblaciones negras. Estos hechos son consecuentes de la ideología racista como estructura.
MM: Cualesquiera que sean las etiquetas que desarrollaron los esclavistas para asegurar la relación de poder para salvaguardar su posición de privilegio blanco eurocéntrico y hacer frente a la violación de las mujeres que dan a luz a los hijos que luego vendieron no ha desmantelado la opresión racista sistémica de nuestro pueblo – afrodescendientes. Los trabajos académicos que buscan explicar las diferentes vías y el impacto del colorismo es un opio para involucrarnos en acciones de cambio no-sistémico.
PL: El filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría (1941-2010) ha hecho la distinción entre blancura y blanquitud; el primero para referirse al color de piel y el segundo para referirse al ethos del capitalismo y la supremacía blanca, algo como las “máscaras blancas” de las que nos habló Frantz Fanon (1925-1961).[4] ¿Cómo podríamos, si es que se debería, pensar en la negritud como un ethos de resistencia ante las huellas de la esclavitud (pensando en Aimé Césaire, por ejemplo) pero sin recaer en una postura que simplemente invierta las jerarquías raciales?
MR: Las jerarquías raciales no podrán ser invertidas mientras la estructura e ideología racista permanezca apostando a la clasificación racial establecida y en función de la operación de la colonialidad-modernidad. La negritud como resistencia (antirracista-cultural-económica-política-social) sirve de instrumento para combatir el racismo estructural, la discriminación racial, los prejuicios y todas las huellas de la esclavitud que atraviesan las poblaciones afrodescendientes en Puerto Rico y el mundo.
MM: Intelectuales como W.E.B. Du Bois, Arturo Alfonso Schomburg, Zora Neale Hurston, el honorable Marcus Garvey, Katherine Dunham, Silvia del Villard y otrxs viajaron el mundo para ver que la condición de lxs afrodescendientes en todas partes, y sus análisis consistentemente han afirmado que nuestra “marginalización” es atribuida al maltrato de nuestra gente debido al color de su piel y la intención de mantener una clase de servicio para asegurar la riqueza de la supremacía blanca en el poder.
PL: Ante este andamiaje, ¿cuál ha sido el rol de la educación, en todos los niveles, e instituciones culturales en la perpetuación de la supremacía blanca y aspiraciones a la blanquitud?
MR: La educación como institución transmite los valores articulados desde la estructura racista dominante. Entonces, dicha educación no responde a la urgencia de representación y reconocimiento de las aportaciones, saberes y valores de la población afrodescendiente en la Isla.
MM: He sido parte de la construcción de instituciones educativas culturales con la intención de desarrollar una narrativa históricamente correcta con el fin de desarrollar un entendimiento de que el racismo es sistémico. Los sistemas económicos opresivos, cualquiera que sea su denominación, siguen manteniendo intencionalmente a las comunidades de ascendencia africana en la parte inferior de la escala racial. Que algunos de nosotrxs hayamos sobrevivido y hasta cierto punto prosperado es la excepción, no la regla. Debemos luchar para asegurarnos de que todas nuestras comunidades sean liberadas y libres de participar plenamente en sus comunidades y sociedades. Urge una educación informada para abrir mentes con una comprensión de cómo y qué impacta sus vidas, educadores que tienen una perspectiva que valora a sus estudiantes y refleja la comunidad de estudiantes. Los planes de estudio que durante mucho tiempo han hablado con el poder deben ser ignorados y reemplazados por planes de estudios que aboguen por garantizar la equidad racial y cultural.
PL: Ya establecido el contexto, ¿cómo surge y en qué consiste el Corredor Afro? ¿Qué rol entienden que juega ese proyecto en la comunidad y en la sociedad en general? ¿Cuál es la visión del Corredor Afro a corto y largo plazo?
MM: Habiendo colaborado con Maricruz Rivera Clemente, creadora y directora ejecutiva de la Corporación Piñones se Integra (COPI) desde el 2005 como profesora adjunta en New York University (NYU), y yo como presidenta/fundadora del Caribbean Culture Center African Diaspora Institute (CCCADI) basado en la ciudad de Nueva York, la sinergía de pensamiento, perspectiva, enfoque cultural educativo es la fuerza motriz de la creación del Corredor Afro como un proyecto conjunto.
MR: El Corredor Afro se gesta de la experiencia de dos intelectuales activistas afrodescendientes que desde contextos diferentes (Loíza y New York) estudian el racismo y sus diversas manifestaciones, así como, las diversas formas de resistencias que emergen desde las comunidades afrodescendientes en las que viven, trabajan y luchan. Esta servidora y la Dra. Marta Moreno Vega unimos nuestras experiencias que desde 20 años en COPI y 40 años en CCCADI, respectivamente, hemos desarrollado metodologías de resistencia cultural en la realización de nuestros trabajos, provocando la articulación de nuevas epistemologías sentidas y pensadas desde las comunidades en resistencia. El Corredor Afro se crea como un nuevo espacio para pensar desde la negritud y provocar desde Piñones-Loíza la transformación de las condiciones de opresión que enfrentan las comunidades afrodescendientes en Puerto Rico. Se pretende, desde el Corredor Afro, servir de puente entre la comunidad, la academia y artistas para conducir investigaciones y propuestas artísticas que sirvan a las comunidades afrodescendientes en la comprensión y solución de los problemas que atraviesan.
MM: Un local ubicado dentro de la comunidad de Terraplén, Loíza, para reconocer, documentar, valorizar, y compartir las inteligencias y brillantez de la experiencia afrodiaspórica loiceña y del mundo; para entender nuestra experiencia y la de otras personas pone en relieve que hemos sido victimizadxs y sistemáticamente oprimidxs en las Américas por los gobiernos coloniales que nos oprimieron. Sin embargo, debido a la resiliencia, esperanza, y creencia en el futuro que tiene nuestra gente para sus hijxs y comunidades han mantenido el enfoque en retar la injusticia con justicia. Corredor Afro entiende que la conexión de nuestras experiencias continuará expandiendo los conocimientos, prácticas y acciones que avanzan para crear un cambio equitativo y lo que debería ser una sociedad de justicia racial, social y económica que respete y proteja nuestro entorno sagrado. Se concibe el Corredor Afro como un proyecto internacional que busca contextualizar nuestra historia y legado, de África a la Diáspora, de Loíza al mundo; sí, viendo nuestras experiencias globales como parte de un continuo que requiere un entendimiento de lo local a lo global, de lo global a lo local. Corredor Afro como un think tank creativo y un espacio creativo tiene la intención de nutrir una narrativa, investigación y producción que aborde el cambio. Limitarnos por las narrativas que buscan atraparnos en un lenguaje de colorismo, justificación de nuestra experiencia de esclavitud para apoyar la supremacía blanca y la injusticia no es nuestro objetivo. Crear un mundo nuevo requiere nuevas formas de pensar, investigaciones que alienten nuevos caminos y el coraje para crear experiencias culturales y artísticas que reconozcan y valoren el conocimiento alojado sin nuestras comunidades de la Diáspora que nos sostengan y nos guíen hacia el futuro.
PL: Quería terminar expresándoles mi agradecimiento por esta breve entrevista y mis felicitaciones por su trabajo con este proyecto que, como dije al inicio, me parece sumamente hermoso y necesario. De seguro cuando se dé la apertura, sobrepasará las expectativas.
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[1] Las respuestas de la Dra. Marta Moreno Vega fueron traducidas del inglés por Lebrón Ortiz.
[2] “No en balde contrasta el estudio, en ocasiones pormenorizado, de la esclavitud en sus aspectos económicos, sociales y políticos –por lo general con predominio del marco jurídico–, con el escaso o ningún estudio de las ‘secuelas’ o ‘reliquias’. El estudio de estas últimas necesariamente conduciría a la conclusión incómoda de que la esclavitud, lejos de quedar relegada al pasado de las sociedades latinoamericanas, es parte constitutiva de su presente.” Germán Carrera Damas, “Huida y enfrentamiento”, en África en América Latina, ed. Manuel Moreno Fraginals (México: Siglo XXI Editores México, 2006), 35.
[3] “I wanted to engage the past, knowing that its perils and dangers still threatened and that even now lives hung in the balance. Slavery had established a measure of man and a ranking of life and worth that has yet to be undone. If slavery persists as an issue in the political life of black America, it is not because of an antiquarian obsession with bygone days or the burden of a too-long memory, but because black lives are still imperiled and devalued by a racial calculus and a political arithmetic that were entrenched centuries ago. This is the afterlife of slavery— skewed life chances, limited access to health and education, premature death, incarceration, and impoverishment. I, too, am the afterlife of slavery.” Saidiya Hartman, Lose Your Mother: A Journey Along the Atlantic Slave Route (Farrar, Straus and Giroux, 2008), 5–6.
[4] “Podemos llamar blanquitud a la visibilidad de la identidad ética capitalista en tanto que está sobredeterminada por la blancura racial, pero por una blancura racial que se relativiza a sí misma al ejercer esa sobredeterminación.” Bolívar Echeverría, Modernidad y blanquitud, Bolsillo Era (México: Ediciones Era, 2016), 62.