Al rescate de los faros de Puerto Rico
Son las 8 de la mañana y recorremos esa maravillosa ruta –de las pocas que van por la orilla del mar– de Humacao a Maunabo. Es un día particularmente bello, de un cielo azul y nubes como pinceladas de algodón. Desde lejos descubrimos el Faro de Maunabo, erguido en la orilla de una lengua de tierra. Nos bajamos del carro para fotografiarlo, todo con mucho cuidado porque las curvas en esta carretera son muy estrechas. Es imponente, desde lejos apreciamos su importancia para la navegación. Los otros faros más cercanos son el de Vieques, que queda enfrente, y el de Arroyo siguiendo por la costa hacia el oeste.
Luego continuamos hasta llegar al faro… está cerrado, es martes. Caminamos por una vereda que nos lleva al mar y desde ahí se ve magnífico por su altura desde el mar y por su armonía arquitectónica. De pronto vemos a dos policías con armas pero al acercarse tienen la leyenda DRNA en sus camisas… descansamos. Nos explican que están cuidando las playas para proteger el anidaje de las tortugas. Y nos cuentan: “las cosas están tan mal que cuando viene una tortuga, en nada la cortan y la venden, a 25 dólares la libra.” También nos explican que el desempleo ha traído como consecuencia mayor tráfico de drogas por toda esa costa.
Por fin logramos entrar al faro por un costado, había un hueco en la cerca de alambre y logramos pasar. El faro se ve majestuoso, con su amarillo claro recién pintado… pero adentro está vacío y cerrado. Igualmente las fotos desde cualquier ángulo quedan muy bien, es verdaderamente impresionante la estructura y el mito que la precede. Este faro junto con el de El Morro, es el único que todavía preserva el lente fresnel de cristal traído desde París. Todos los otros faros han sido sustituidos por la nueva tecnología, una bombilla LED con una plancha solar y una batería, a cargo de la Guardia Costanera. Es inevitable reflexionar en la cantidad de barcos, veleros y botes que se orientaron por su luz en una noche oscura, o incluso de día. Este es uno más de los 15, en la cadena de faros que iluminan toda la isla y sus archipiélagos.
Nos montamos en el carro y volvemos a tomar la carretera hacia Arroyo, más vistas panorámicas de mar azul, palmeras y cooperativas pesqueras. Por fin llegamos al pueblo y preguntando damos con el Faro Punta Las Figuras que queda justo al lado del balneario. De hecho escuchamos las risas de los niños chapaleteando. Este faro es pequeño, tiene una franja de círculos en el borde del techo y esto junto a los faroles que lo circundan le dan un toque juguetón. Por la parte de atrás transcurren rampas y un área para “conciertos” al aire libre pero todo apunta a su peculiar ubicación, ya no tan cerca al mar, al menos no se ve con tanta maleza a sus espaldas. Este faro fue re-inaugurado por la entonces Gobernadora Sila María Calderón. Hoy no parece cumplir ningún propósito excepto servir de monumento estético que recuerda tiempos de bonanza comercial.
Volvemos a montarnos en el carro y nos enfilamos por la costa sur hacia Ponce primero. Desgraciadamente el faro de Caja de Muertos, hay que visitarlo en bote y toma más tiempo del que tenemos, al igual que el otro faro en Isla Cardona. Por tanto, seguimos hasta Guánica. Subimos primero por la preciosa carretera angosta que lleva del muelle de Guánica hacia las playas por la izquierda… pronto descubrimos el faro abandonado a su suerte, unas ruinas espectaculares en donde la piedra se ha mezclado con la maleza. Por las ventanas que ahora sólo son un arco de piedra con soporte de madera, se asoman cactus y hojas. En verdad es un espectáculo único. Difícil pensar en restaurar esta estructura pero no importa porque así como está es una belleza. Ya ni siquiera tiene la escalera de hierro que comunica a todos los faros con la lámpara en la cúpula. Ahora sólo queda la marca de esa escalera de caracol.
Mientras reflexionamos sobre la importancia y simbología de los faros de Puerto Rico también nos preguntamos sobre la literatura que se ha escrito al respecto. No recordamos nada en la literatura puertorriqueña; hacemos memoria de música y nos viene a la mente una pieza que compuso Campos Parsi al mar.. y por supuesto Debussy.
El reto para el documental sobre los faros es rescatar esas historias cotidianas de los torreros y sus familias que vivieron aislados por años, rescatar su arquitectura neoclásica con elementos franceses como la escalera, poner en perspectiva el ingenio español en diseñar el sistema de faros de Puerto Rico, que irónicamente terminan finalmente los norteamericanos. Posteriormente, sería el terremoto de 1918 el que agrietó los faros de Rincón y Aguadilla y que han sido sustituidos por la construcción en cemento de los nuevos colonizadores.
Este documental sobre los faros es una recopilación de la historia, la arquitectura, la literatura y el medio ambiente que los rodea. Pero, sobre todo, es reconocer que tenemos algunos de los faros más lindos y son nuestros, parte de nuestro pasado y nuestro porvenir.
Si quiere ver el trailer de este documental y hacer una aportación económica al proyecto puede ir a www.indiegogo.com/lighthouses of Puerto Rico. También está la página de Facebook Faros de Puerto Rico, en donde podrán disfrutar las fotos que hemos tomado hasta ahora.
Sólo me resta dar las gracias a “Para la Naturaleza” que nos permitió iniciar la filmación del documental con el faro Las Cabezas de San Juan, a Parques nacionales que nos asignó a un historiador para hablarnos sobre el faro de El Morro, al Coast Guard que nos abrió la lámpara que pronto van a sustituir, a los arquitectos que nos han contado el proceso de restauración de los faros en los que han intervenido, y a tanta gente que nos han enviado fotos o nos ha apoyado en el Archivo de Imagen en Movimiento.
Y por supuesto gracias a La Fundación de Culebra porque fueron ellos quienes me convocaron para hacer un documental sobre el Faro de culebrita y donde encontré un tesoro enorme de historia y belleza isleña.