Algunas negritudes acuáridas
X
mi dueña me regala tres vestidos
tres al año
tres mudas de ropa
un par de pantalones de lienzo
un pañuelo y un camisón de lana para el frío
una camisa y un sombrero
las primeras dos mudas de ropa
son entregadas al inicio
y ocho meses después, la tercera
mi dueña detesta que el amo me observe
a veces quema las mudas de ropa que me regala
mientras llora
me dice las frases
con las que me ordena no hacer ruidos de boca
si el amo me penetra cerca de su alcoba
entre las tres de la tarde
y antes de la puesta del sol
los otros esclavos de esta misma hacienda
celebran fiestas
bailes y juegos
un mambo musical
un baile popular
de revolú y desorden
de algarabía y bulla
los mayordomos supervisan la estancia
entonan canciones que no evitan sus raíces
danzan al ritmo de instrumentos carabalíes
tam-tam tamboril
y un guitarrillo de cuatro cuerdas
justo en ese momento
mi dueña dictamina que estemos solas
tam-tam tamboril
hace que me levante la falda
ordena que me suba las enaguas
pide que me mueva
como si estuviera con el amo
que menee las caderas atrás y adelante
y le permita introducir los dedos
como cuando cocina en el fogón
y prueba el guisado de malanga con las manos
sus ojos miran mis carnes desnudas
firmes y tembluscas
bajo el ropaje que he enrollado
me exige que haga los ruidos
los sonidos que no hago con el amo
y que me pide entone ahora para ella
como un himno al viento
mientras afuera
los lacayos supervisan la estancia
entonan canciones mandingas
recuerdan sus raíces
quizás reflexionen que no somos tan diferentes
danzan al ritmo de la pachangá
tam-tam tamboril
y si ella sonríe
si mi ama pone en blanco los ojos
y abanica sus pestañas mientras me lame
seguro me regalará
otra camisa y un nuevo sombrero
oler carne negra sangre negra/ morder negrura/ pellizcar negros cachetes/ trastear tus negras nalgas / recordar a mami ennegrecida/ oscurantizada / tiznada de carbones briosos/canturrear nanas negras de mi negro abuelo coco / tembleque negro / majarrete tosco / toco toto toco toto vejigante come toto /marrayo negrísimo en boca rayada / bembes negrotes pa’ morderte en piñones/ pestañas noctámbulas de singarte en cataño/ costa isla de cabras / costa punta salinas/ costa perla/ costa boca bemba / arete de argolla prieta/ nariz criolla mulata y marrón / te ennegrezco el ojal del chupete trigueño/ ennegréceme la lengua violeta cafre/ acaríciame la encía púrpura con negrete dulce / trucutá trucutá/ tu negra cebolla / trucutá trucutá/ tu negra pinga negra / tan buena que está tu dulcísima profundidad soterrada / el cepeda y el ayala en cada espasmo / consiénteme en la libre plena / en la bomba suelta/ en el dulce e coco/ negrita linda/ una crica azul/ oscurísima / toda tuya / negra tuya / tan buena que está /pizarro soy
No soy negra. Me rehúso a asumir la negritud si estoy destinada a narrar única y exclusivamente el mundo desde esa esfera. No soy negra desde ese puerto. Me rehúso a asumir los espacios literarios inherentes al color de la epidermis, si eso implica que no tengo otra opción.
No deseo que la crítica, la academia, los agentes literarios ni los escritores me lo pregunten. Me hastía que lo cuestionen; que lo sugieran siquiera o me lo traten de imponer. No soy negra. No soy mujer. Ni soy lesbiana, ni divorciada, ni intelectual.
No soy lo correcto, ni lo incorrecto. Soy caleidoscopio de posturas, opiniones y decisiones que funciona, únicamente, en el momento histórico de la ventana del tiempo oportuno x, y, z. No soy negra, y a la sazón tampoco madre. Ni clitórica, ni fálica, ni masturbadora. No soy bembona, afroimpregnada, rapada o rebelde; ni activista o transgresora, si eso es lo que se espera.
Soy lo que no se espera. Y tampoco eso soy.