All is True: menos algunas cosas
La producción está diseñada para que percibamos bien cómo se vivía a principios del siglo XVII en “el campo” en Inglaterra. El cinematógrafo Zac Nicholson le ha dado a las escenas grandes pinceladas de Georges de La Tour, con una iluminación que procede, como hacía el artista, imitando la luz de velas o quinqués interpuestas en la oscuridad entre los actores en las escenas interiores y, para no ser demasiado francófilo, ha copiado de John Constable los colores para las exteriores. La belleza de algunas escenas es notable y memorable, y el elenco rinde unas actuaciones estupendas.
El centro del argumento tiene que ver con su hijo, Hamnet, muerto en 1596. Aunque ese era el nombre de un amigo del poeta, no se está seguro si el nombre Hamlet surgió de ahí, pero no debe extrañar pues escribió esa obra maestra en 1601. El niño muerto es una de las razones por las que la relación del gran dramaturgo y poeta con su hija Judith (Kathryn Wilder), quien era la gemela fraterna del niño, y el resto de su familia está en vilo y llena de bordes afilados. En el centro de las pasiones familiares está su esposa Anne Hathaway (Judi Dench) quien ha sobrevivido en Stratford-upon-Avon mientras su marido vivía en Londres escribiendo. A su regreso, ella trata de volver a entenderlo y, curiosamente, a recuperar el cariño que le tiene y que se ha sepultado en ella por la soledad y el abandono. Cuando le dice “husband” la Dench nos deja saber cómo se siente.
Hay otros problemas en la familia de Will: una hija pierde su reputación y la otra está a punto de también ser excluida de la sociedad en su pueblo por inmoral. El apoyo que brinda el padre es, para ellas, insuficiente y egoísta. El dramaturgo está sumido en un prolongado luto por su hijo de quien esperaba que lo suplantara de alguna forma, en particular como poeta.
La película avanza con el paso apropiado para la época, después de todo los entretenimientos eran limitados una vez que caía el sol y, a pesar de su éxito, Shakespeare, como todo escritor, tenía que asegurarse que le pagaran adecuadamente por su trabajo y por los méritos de su obra. Como ven, nada ha cambiado en cuanto a los escritores.
Inevitablemente, el guión nos lleva a la visita, poco probable en la realidad, del conde de Southampton (Ian McKellen) a la casa del poeta. La visita inventada resulta ser una de las mejores partes de la cinta. La poesía de Shakespeare está a la vista en sus dramas y comedias, pero alcanza un pináculo en los sonetos. Las controversias que existen sobre para quién los escribió y por qué son muchas. Aquí, Branagh y Elton se toman la libertad de hacer insinuaciones sexuales platónicas que son especulación, aunque podrían ser verdad. Como saben, los artistas dependían de mecenas y patrocinadores ricos. Muchos de esos querían adulación. A uno de esos, incluyendo Southampton, se supone que el poeta le dedicó muchos, si no todos, los 152 sonetos, muchos de los cuales son joyas de la literatura mundial.
Frente a frente, dos de los mejores intérpretes de Shakespeare de hoy día, McKellen y Branagh, nos muestran su dominio de la dicción y las pausas necesarias que hacen que un poema vaya más allá de la página en que está escrito, especialmente cuando está actuado de forma que el significado del poema contribuye a que entendamos lo que sienten los personajes. Han escogido el soneto número 29, que comienza diciendo: When in disgrace with fortune and men’s eyes, y que es un tributo a cómo la memoria o el recuerdo de un ser querido sobrepasa la soledad y trae tanta alegría que nadie cambiaría ese momento por reinar. Primero lo recita Branagh, sentado, y luego, de pie, lo repite McKellen. Al mismo tiempo que es una declaración de amor, evidencia la posición social que ocupan los dos hombres: uno es realeza en la Inglaterra del siglo XVII, el otro, simplemente un hombre de pueblo pequeño, aunque sea uno de los genios literarios más grandes que han pisado nuestro globo. Además, lo curioso, desde el punto de vista actoral, es que, dadas sus voces y sus énfasis, parece que hemos oído dos poemas diferentes. ¡Genial!
Quiero mencionar un detalle sustancial aunque no tiene que ver directamente con el filme: Shakespeare murió el 23 de abril de 1616; ¡el día antes murió Cervantes! Tal vez el Globo tembló ante las dos pérdidas y nunca ha vuelto a ese nivel. En la oferta cinemática de hoy día, esta es de lo mejor, y tal vez los anime a ir y leer o releer algunos de los sonetos. Por lo menos el 29, y el 18 (Shall I compare thee to a summer’s day…). ¡Que disfruten!