¿Aprender de Atenas?
NOTA: Tomo el título para este artículo de la 14 ͣ edición de la Documenta, pero lo pongo entre signos de interrogación porque no afirmo que haya que aprender de la capital griega, lo que pretendo es plantear preguntas y recorrer algunas obras de arte que se presentaron en Documenta 2017, que me parecen pertinentes para la reflexión sobre nuestro mundo actual.
Por primera vez desde sus inicios, Documenta, uno de los eventos más importantes del arte contemporáneo, que se celebra cada cinco años en Kassel (Alemania), abrió sus puertas en Atenas durante los meses de abril a julio del 2017.
La primera edición de la Documenta, se celebró en 1955 en Kassel cuando todavía era una ciudad devastada por la guerra, aun 10 años más tarde de finalizada la contienda, la ciudad alemana no se había recuperado. En aquel momento, el llamado arte degenerado por el régimen nazi, fue la carta de presentación de la exposición. El pintor y profesor de la Academia Arnold Bode (1900-1977), junto al historiador de arte Werner Haftmann organizaron una retrospectiva de lo que se denominó “modernidad clásica” presentando obras Ernst Barlach, Wassily Kandinsky, August Macke o pablo Picasso, entre otros. Bode quiso acercar el arte marginado por el régimen nazi a los obreros, al pueblo, y su propuesta fue un éxito, visitada por 130,000 personas. Desde ese momento y hasta hoy, Documenta se considera un evento paradigmático del arte contemporáneo, un acontecimiento singular muy respetado en el panorama artístico.
Para la 14 ͣ edición de la exposición, los curadores se plantearon que Grecia vive una situación de devastación crítica similar a la que sufría Alemania en los años 50 y quisieron inaugurar la muestra en Atenas, una ciudad en la que se evidencian las consecuencias, no de una guerra convencional, pero sí de una guerra de las clases dirigentes contra la población a la que se le niega salud, educación, seguridad y pensiones, bases fundamentales del estado del bienestar.
Atenas, capital de Grecia, una ciudad rebosante de energía, cuna de la cultura occidental, coronada en su Acrópolis por el más bello y perfecto monumento clásico, el Partenón, es hoy una ciudad sacudida por los recortes impuestos por la Comunidad Europea, encabezada por las políticas neoliberales de Alemania, que han agravado el endeudamiento estatal y han establecido una creciente amenaza de una quiebra del Estado, lo que ha supuesto un recorte salarial dramático, una subida de los impuestos muy fuerte, y una alta tasa de desempleo (uno de cada cuatro griegos carece de empleo). Los atenienses pierden la esperanza, están frustrados y están indignados. Las manifestaciones en las calles y plazas, delante del Parlamento, en el espacio público, son constantes en la ciudad, especialmente, desde el 2015, cuando se produjo el referéndum griego contra «la troika», y el gobierno no aceptó la decisión ciudadana: el oxi, el “no” de los griegos a las exigencias europeas.
Los curadores de Documenta pensaron que el Parlamento como institución «estaba en ruinas» y que la verdadera soberanía popular «estaba en la calle». Fue así como decidieron que Atenas fuera durante 100 días (del 8 de abril al 16 de julio) el escenario de eventos artísticos diversos que tuvieron como objetivo, en palabras del curador jefe Adam Szymczyk, “reflejar la situación actual en Europa y poner de relieve las tensiones palpables entre el norte y el sur”. Se trataba de señalar que el mundo es complejo y que la imagen ideal que se ha dado del arte en las anteriores ediciones del evento, es revisable a la luz de la complejidad, de las injusticias y de las desigualdades.
Atenas es también la puerta de entrada a Europa para miles de desplazados sin visibilidad y sin futuro, lo que significa tensiones, marginación, violencia y hambre. Los campos de refugiados son los nuevos campos de concentración y el mundo sigue sin ver nada, sin hacer nada al respecto.
Desde el principio se supo que iba a ser una exposición nada convencional, empezando porque los 160 artistas seleccionados no eran grandes estrellas del panorama artísticos ni las obras iban a ser espectaculares. Aún así, Atenas registró un número alto de visitantes: 360.000.
A partir de la idea de que los políticos “no nos representan” se creó El Parlamento de los cuerpos. El arquitecto griego Andreas Angelidakis diseñó y construyó unos módulos donde se llevaron a cabo conversaciones/ejercicios de libertad en el Parque Elftherias (Parque de la libertad). Una obra modular que se adapta a cualquier espacio y que permite repensar cómo reconstruir la esfera pública en una democracia en crisis que ha visto multiplicarse las formas de exclusión. Los curadores quisieron recuperar el espacio público y hacer todas las exposiciones en instituciones públicas al margen de las galerías comerciales y del mercado del arte.
Uno de los eventos estrella de la apertura en Atenas fue La Sinfonía de las Lamentaciones, de Henryk Gorecki que interpretó la Orquesta de expatriados Sirios y la Orquesta Nacional de Atenas, un evento cuya recaudación fue destinada en parte a iniciativas que atienden a niños refugiados.
El compositor, un polaco censurado durante muchos años en su país dice que la música fue su único mundo y que el mundo de hoy es el mismo que él vivió desde su calidad de tachado, de silenciado, de invisibilizado. Él dice que su trabajo es un aviso, un testimonio. Cuenta emocionado cómo en una cárcel de la Gestapo, en la pared, había, como en todas las cárceles, inscripciones de los detenidos. Pero una en particular no estaba escrita desde la rabia, ni el coraje, ni la venganza, era la inscripción de una joven que sabía, como todos, que iba a morir. Esta inscripción decía simplemente: “mamá, no llores”. A partir de esa idea conmovedora y trágica se escribió la sinfonía que expresa la inefable tristeza que produce el mundo que nos rodea.
En este enlace puede escuchar la Sinfonía.
Fueron 100 días, 160 artistas, 47 sedes localizadas en instituciones públicas, plazas, parques, cines, colinas, escuelas, datos que nos revelan la descentralización de la exposición y evidencian la dificultad de abordarla de manera crítica en su totalidad.
Enumero aquí solo algunas obras y artistas para invitarlos a que sigan explorando sobre esta “exposición apátrida” que inundó la web y las redes sociales de polémica, discusión e imágenes.
En su performance, la artista propone una conversación imposible con Angela Merkel para que Alemania acepte el pago de la deuda con aceitunas. No hay acuerdo, el fruto más preciado de Grecia no sirve para pagar una deuda impagable.
Frente al Partenón, lejos, pero sin dejar de mirarlo, una tienda idéntica a la que usan los refugiados por meses o incluso años, realizada con el mismo mármol con el que se hizo el magnífico templo.
El artista ghanés trajo sacos de su país para convocar a la gente delante del parlamento griego, en la plaza Sintagma, para crear un nuevo ágora, un lugar de encuentro donde se evidencian las tensiones entre el norte y el sur.
Una estructura de lana roja sin hilar que va del cielo hasta el suelo, representa un cordón umbilical de simbolismo menstrual que conecta a las madres diosas andinas con la mitología de la antigua Grecia. En palabras de la artista “La sangre menstrual es la dimensión cósmica del cuerpo humano, está conectada con la luna y el movimiento de los planetas. La supresión de la menstruación, de su valor y dignidad es el elemento clave de la supresión de las mujeres y es tan así que lo tienes como pregunta”.
Me interesa mucho tomar como ejemplo de esta edición de Documenta al artista Akinbode Akinbiyi. Casi siempre, en un evento de estas características se hacen estadísticas de participantes y se cuentan los países y las nacionalidades. Akinbode es un lingüista que escribe con la luz. Nació en Oxford, se crió en Nigeria y vive en Berlín, pero su obra nace de la itinerancia de su cuerpo y de una cámara de fotos con la que cuenta las historias y las tensiones físicas, culturales, económicas y sociales de mega ciudades como Lagos. Como él mismo dice, sus narraciones no son lineales, sino fragmentadas “como el jazz”.
No hay fronteras: los nacionalismos se pueden abordar desde otro paradigma. No se trata del romántico concepto de “ciudadano del mundo”, ni tampoco de los nacionalismos decimonónicos (una lengua, una bandera, unas fronteras) sino de tratar de aprehender conceptualmente la complejidad del mundo actual, en el que la inmensa mayoría de las personas viven, de una manera u otra, desplazadas. Creo que este ha sido uno de los mayores retos de Documenta y uno de los aspectos más interesantes para la reflexión sobre la identidad.
Rasheed Araeen. Comida para pensar, pensar para cambiar
El artista pakistaní reprodujo en la Plaza Kotzia una tienda de boda de su país, donde se ofrecía comida gratis, provocando la conversación y el encuentro de todo tipo de personas en el espacio público frente al ayuntamiento de Atenas.
Hiwa K. Iraquí kurdo que emigró en los 80 de Irak a Alemania pasando por Grecia. Volvió a realizar caminando su propio éxodo, encontrándose con los refugiados actuales en su camino. Llevaba sobre la frente en equilibrio totalmente inestable un juego de espejos que le devolvían el paisaje de una forma caleidoscópica.
Este mismo artista, en la entrada de la Fundación Benaki, instaló una cama en lo alto de una escalera, recreando los apartamentos que se realizaron en Kurdistán tras la guerra iraquí.
Termino este paseo por Atenas con dos obras presentadas en Kassel para esta edición.
También de Hiwa K. When we where exhaling images , una compleja escultura de un refugio improvisado para inmigrantes, instalada en los jardines de la plaza que se encuentra frente al Dokumenta Halle. Hace referencia a los inacabados edificios en toda Europa, tomados por miles de refugiados y las precarias condiciones de vida de éstos.
De Marta Minujín, seguramente la obra más espectacular y retratada de todo el evento: Un fantástico Partenón realizado con libros censurados.
Esta edición de Documenta ha señalado varios asuntos importantes de nuestro mundo contemporáneo que se puede trasladar a una reflexión de carácter global: ¿Podemos hoy en día hablar de nacionalismos y nacionalidades tal y como lo venimos haciendo desde el siglo XIX? ¿Dónde se toman y quienes toman las decisiones fundamentales que determinan el bienestar de los ciudadanos del mundo? ¿Qué estatus tienen los desplazados, invisibilizados y apartados en campos de refugiados?
Por otra parte, el paralelismo entre Grecia y Puerto Rico se hace evidente en un asunto de carácter medular: las decisiones sobre los pilares del bienestar de los ciudadanos vienen impuestos por entes exógenos, bajo recortes que pretenden pagar una deuda impagable. Es la población la que sufre y es el arte, una vez más, el que nos ayuda a enfocar dónde está el conflicto. El arte y los artistas han puesto imagen y palabra a los graves problemas que vive la humanidad. Seguramente no hay respuestas ni únicas ni fáciles, pero el hecho de enunciar preguntas es ya un inicio hacia la búsqueda utópica de un mundo mejor.
*Este artículo se ha realizado a partir de una ponencia ofrecida en las Jornadas de Resistencia en las Humanidades en UPRRP, celebradas el 4 y el 5 de abril. También ha sido publicado en la revista Visión Doble, del Programa de Historia del Arte de la UPRRP.