Una política cultural para legitimar la ruptura con el pasado y propiciar lo nuevo, puede, en una interpretación errada y reduccionista, terminar cerrando las puertas a la complejidad de expresiones artísticas que emanan de la realidad.
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Una política cultural para legitimar la ruptura con el pasado y propiciar lo nuevo, puede, en una interpretación errada y reduccionista, terminar cerrando las puertas a la complejidad de expresiones artísticas que emanan de la realidad.