Babylon: hablar muchas veces hace daño

Cartel de la película Babylon
Manny ayuda a que Nellie LaRoy (Margot Robbie), una desconocida cuyo temple va más allá del peso del elefante, entre a la fiesta. Por decirlo de una manera, Nellie se roba el espectáculo bailando y atrae la atención del jefe del estudio. Una joven actriz en la fiesta ha usado demasiada cocaína mientras tiene sexo con un actor obeso (referencia sin duda al caso de Fatty Arbuckle, cuya carrera en el cine mudo terminó por una situación parecida a la de la cinta). Porque no podrá asistir al otro día a filmar su escena en una película que se está rodando, arbitrariamente, Wallach pide que envíen a Nellie. Es el mito del descubrimiento de una nueva estrella de forma inesperada y por una suerte perpetrada por la alineación de las estrellas.
El resto del filme nos va mostrando el momento cumbre en la industria cinemática de Hollywood. Vemos y oímos a Al Jolson en The Jazz Singer, la película que inició el cine con sonido y que terminó con las carreras de muchos actores de ambos sexos. Recordarán que, un tono festivo y cómico, ese es el tema del gran musical Singing in the Rain (1952), que juega un papel fundamental en esta cinta. Un tema central de la película es que el cine envuelve al espectador en su magia y que lo influencia a darle notoriedad y fama a los que aparecen ante sus ojos, pero que debe saber lo transitorio y efímero que son esas cosas en la vida. No es fortuito que el final del filme es en 1952 y que Manny esté en un teatro viendo Singing in the Rain, cuya historia es tan parecida a la Nellie, que induce en él una especie de sueño que repasa los 26 años que han transcurrido desde que la conoció.
Me pareció que se prolongaron muchas escenas que no añadieron al impacto del filme. Otras me parecieron innecesarias. Por ejemplo, Nellie va casa de William Randolph Hearst (Pat Skipper) y Marion Davis (Chloe Fineman) y vomita, lo que es una repetición fantasiosa del famoso cuento de Herman J. Mankiewicz, que ya vimos en Mank (2020); y por si acaso sabemos que fue en casa del jefe de producción de MGM, Irving Thalberg (Max Minghella), por ahí anda haciendo de las suyas. Mas, el guionista-director Damien Chazelle, mantiene la atención en los tres personajes fundamentales, sin dejar de hacernos ver que los actores secundarios, en la vida real como en el cine, son indispensables para que las cosas funcionen. Por eso la presencia de Lukas Haas como George Munn, que vive en una fantasía en la que toda mujer que conoce es su sueño, complementa la irrealidad de la vida de su mejor amigo, Jack. Así mismo Li Jun Li como Lady Fay Zhu, una cantante de cabaret que trabaja en el cine escribiendo las pancartas que se usaban en la época del cine mudo para que el vidente se enterara de lo que sucedía, le da al filme un exotismo que proveía al cine en los años 20 la actriz Anna Mae Wong. Además, recrea escenas que hizo Marlene Dietrich mucho más tarde. Sin embargo, el pilar de los actores secundarios lo provee Jean Smart como Elinor St. John, una mezcla de las dos mujeres que revelaban los chismes de Hollywood en los años entre los 20 y los 60: Louella Parsons y Hedda Hopper. La conversación de Elinor con Jack hacia el final del filme, es genial y resume lo que trata la película, lo que es el cine y cuál, al fin y al cabo, es el triunfo del artista.
A pesar de que, como ya he dicho, se pudo acortar el filme, las actuaciones de todos, pero en particular, de Brad Pitt y la bellísima Margot Robbie, y la historia deben atraer a los cinéfilos a ver esta. Los últimos minutos de la película resumen la evolución del séptimo arte que hoy día está a la merced de los efectos especiales y la acción continua. Me temo que dos personas que se salieron de la sala faltando bastante, salieron a comprar taquillas para ver Avatar 2.