Boicot económico: una respuesta ante la crisis
¿Qué es un Rebelde? Una persona que dice no.
-Albert Camus
En sintonía con esto, el pasado septiembre, el juez del Primer Circuito de Apelaciones del Tribunal Federal, Hon. Juan R. Torruella, en la ocasión de la Asamblea del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, expresó sin reparos, que a su juicio la legislación PROMESA se creó con el propósito principal de “establecer una agencia de cobro para recaudar el dinero que se le debe a los bonistas”. Incluso, en ese momento propuso que se cancelaran las elecciones para evitar que el Congreso tratara el país como un “gobierno castrado”. Tenía razón.
Luego de una exposición impecable sobre la condición colonial de Puerto Rico, el juez Torruella, invitó a que se considerara crear un “movimiento de resistencia civil” pacífico, que utilice herramientas como el boicot económico para oponerse a la imposición del Congreso con la llamada ley PROMESA. A su juicio, esta es la forma más clara para enfrentar el patente atropello del gobierno de Estados Unidos sobre el país. No para menos, recibió una ovación marcada en plena ponencia.
La resistencia civil de por sí utiliza tácticas que quedan fuera del espectro de los procesos políticos convencionales pero incluyen métodos sociales, sicológicos, económicos y políticos como los boicots, piquetes, protestas, sit-ins y otros tipos de desobediencia civil y de no-cooperación para movilizar a la ciudadanía a oponerse o apoyar distintas políticas, deslegitimizarlas o para incluso remover o limitar la fuentes de poder del opositor.1
Si algo es indisputable es la efectividad de la resistencia civil para derrotar al imperio Inglés sobre la India bajo el liderato pacífico de Gandhi; el despertar del Sudáfrica bajo el horrible Apartheid liderado por Nelson Mandela y el claro progreso de los negros segregados en Estados Unidos liderado por Luther King Jr.
En esta línea, los estudiantes (que incluye en ocasiones madres, padres, abuelas, y familiares) han exhibido el más alto grado de compromiso, dando cátedra al ritmo de consignas, protestas, asambleas estudiantiles, exposiciones brillantes y arriesgadas, su disposición de incluirse en los procesos como ciudadanos políticos, por el bienestar de los futuros estudiantes que queremos que se formen en el sistema público del país, hoy amenazado más que nunca.
Todo esto a pesar del intento de ciertos sectores de la prensa y del gobierno de criminalizar no tan solo el ejercicio de la expresión, sino además, la misma condición de la juventud y de construir intentos fallidos para catalogar a los universitarios de hoy como “los de siempre”. A esos hay que dejarles saber que si algo queda claro es que en el 2017 hay una nueva generación compuesta por miles de estudiantes que defienden y repiensan su universidad con entrega. Es una generación muy distinta a la de los 40’,60’,70’ y 80’ incluso a la del 2010, pero que coinciden en lo más fundamental: luchar por una educación pública y de calidad. Luchan en contra de quienes sí siempre han querido acabar con la Universidad de Puerto Rico, entre otras cosas.
Los que intentan criminalizar la juventud del país olvidan que sin jóvenes dispuestos, indignados y rebeldes, no se hubieran desegregado los comedores en las universidades en los Estados Unidos, que en palabras de Nelson Mandela fueron el activo más importante para terminar con el Bantu Educational Act, destinado a mantener las políticas del Apartheid dentro de las escuelas. Fueron los jóvenes las voces más importantes en la Primavera Árabe y el movimientos Occupy en Estados Unidos, logrando levantar el tema de la desigualdad económica a niveles nunca antes vistos en ese país. Gracias en parte a su indignación, hoy podemos hablar de algún progreso en la protección y el reconocimiento de nuestros derechos civiles y humanos.
Igual, la lucha de las mujeres prominentemente visible en estos días, por su parte han sido el aviso más claro de que se acerca como un silbido de un tren a toda velocidad, tiempos de cambio. Decía el primer premio Nobel de la Paz y luchador inalcanzable en contra del Apartheid, Chief Luthuli que, “[w]hen the women begin to take an active part in the struggle, no power on earth can stop us from achieving freedom in our lifetime.” Y ya sabemos qué ocurrió en Sudáfrica.
A diferencia de la manifestación violenta como el uso de las armas y el terror, la resistencia civil logra aglutinar un mayor número de personas, usualmente porque es menos arriesgada la participación en comparación con otras estrategias como la lucha armada o las campañas violentas.
Es un hecho que la resistencia civil en Puerto Rico se ha ido generalizando y fortaleciendo, por esto no es de extrañar que el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, ya le suplicó a la Policía de Puerto Rico tomar control, arremeter y perseguir a los manifestantes, lo que representa una señal de temor. En seguida, comenzaron las detenciones y arrestos indiscriminados sin órdenes de arresto y el uso de agentes encubiertos en las manifestaciones como ocurrió el pasado 23 de abril en la ocasión de una manifestación pacífica a favor de la auditoría de la deuda y la educación pública. Se trata del comienzo de un comportamiento del cual aún no conocemos sus límites.
Pero la señal de que el país está cansado de ser hijos e hijas de la desigualdad es claro. Todas las semanas vemos y leemos sobre múltiples expresiones ciudadanas a favor de la auditoría de la deuda; proteger las tierras en Peñuelas; defender el derecho de respirar aire limpio en contra de la incineradora de Arecibo; detener la construcción en la playa de Playuela; denunciar los efectos de la nueva y abusiva mal llamada Reforma Laboral; ocupar el vestíbulo del Banco Santander por su vínculo y obvios conflictos de intereses con miembros del nuevo régimen. Hasta los atletas del país han levantado pancartas en defensa de su Universidad. Hemos visto marchas, caricaturas para denunciar el machismo y exigir la renuncia del alcalde Héctor O’Neill, quien se mantiene impune en su silla a pesar de graves imputaciones de hostigamiento y agresión sexual. Por esto, no es acertado continuar el discurso de que el país duerme. Los dormidos son los que no olfatean el deseo profundo de cambio pero sobre todo la disposición de tantos de hacer lo posible para encontrarlo.
Así al existir menos barreras para incluirse en los procesos de resistencia, se aumenta la diversidad de la población y con esto se hace posible la masificación del reclamo. En Puerto Rico, en donde demográficamente los jóvenes siguen siendo minoría, combatiendo contra dos fenómenos: la muerte y la migración, este hecho se hace importante. Por ejemplo, en el caso del boicot económico, se requiere poco esfuerzo para lograr un mensaje adicional contundente.
La democracia presupone un tipo de comunicación entre los representados y sus representantes. Sin comunicación efectiva no hay la tan discutida democracia. En Puerto Rico por su condición innegablemente colonial, ahora exacerbada con la imposición del nuevo régimen político bajo PROMESA, no hay comunicación. No hay un hilo de relación entre quien ejerce el poder y a quien se le impone obedecer lo que resulte de la manifestación de ese poder. Por lo tanto, nos corresponde resistir la idea de creer que vivimos en una “democracia”. Es cierto, ejercemos una amalgama de derechos civiles (constantemente atropellados) pero no vivimos en una democracia por definición. Vale repetírnoslo hasta hablar con precisión. Decía José Saramago, premio Nobel de literatura, en cuanto al poder de las instituciones del mundo sobre los pueblos que no han consentido a regirse por estas, como es el caso de las fuerzas financieras sobre Puerto Rico, que:
“La democracia en la que vivimos es una democracia secuestrada, condicionada, amputada. Porque el poder del ciudadano de cada uno de nosotros se limita en la esfera política a retirar a un gobierno que no nos gusta y sustituirlo por otro que quizá nos pueda llegar a gustar. Nada más. Pero las grandes decisiones son tomadas en una esfera distinta… y por tanto, ¿cómo podemos seguir hablando de democracia?”.
Cuando no hay correspondencia entre los elegidos a representar a sus ciudadanos, ¿qué queda por hacer, sino la resistencia civil para que un ciudadano pueda ser considerado como un actor soberano de su poder? Es el caso de la comunicación ficticia entre el régimen con los pensionados, los estudiantes, los pacientes de escasos recursos y el resto del país empujando. Parecería que los reclamos de estos sectores se llevan enviando en cartas a una dirección que no existe y hoy han determinado encontrarla.
Ya es conocido. Las medidas de austeridad del régimen, aumentarán la desigualdad, el desempleo, la pobreza, hasta el punto de no reconocernos. La disminución del producto nacional bruto será de 16.2% para el próximo año fiscal según contemplado en el Plan Fiscal original. Sobre esto, el premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, expresó que una vez se impongan las medidas de austeridad sobre el país el resultado será: “comparable a la experiencia de países en Guerra civil o la crisis de Venezuela”.2 Entre tanto se espera además, y según contemplado por el propio régimen, que para los años fiscales 2018 y 2019, la economía de Puerto Rico caiga en un 4% y 3.5%.
Ante ese cuadro desgarrador, el señor José B. Carrión III, portavoz principal del régimen en Puerto Rico, ha expresado que: “el pueblo es maduro y sabe que eso (refiriéndose a las medidas de austeridad) se avecina”. Además, a nombre de todos nosotros tiene la gallardía de decirnos, según publicó en el periódico en el Nuevo Día, que: “[l]o que tenemos de frente no vendrá sin sacrificios, pero al final del día valdrá la pena”. Se refería a los sacrificios que propone el régimen sin consentimiento del Pueblo. Claro, allí la explicación de llamar barricadas de fuerza policiaca para reunirse en el Conquistador de Fajardo. Que es igual que hablarle al pueblo sin mirarlo, se trata de una especie de miopía peligrosa. ¿Cómo lo ayudamos a ver?
Las políticas económicas son como armas silenciosas mortales para quien las recibe, en este caso, el pueblo. La distribución del dolor de esas políticas debe comenzar. A modo de ejemplo, reportó el Centro de Periodismo Investigativo que a los semilleros como Monsanto, una de las corporaciones más grandes del mundo, se les han destinado unos $519 millones en los pasados diez años a pesar del daño que pueden causar a la agricultura del país. Todo, mientras se le pide al ciudadano común y corriente estar dispuesto a recibir sobre $300 millones en recortes a servicios de salud, sobre $400 millones en recortes a la Universidad de Puerto Rico; la reducción del aparato gubernamental ya agobiado y anémico, hasta lograr un ahorro de sobre mil millones de dólares y el pago de los gastos del régimen que ascienden a sobre $300 millones en los primeros cinco años.
El juez Torruella enfatizó que: “no hay nada como el ataque al bolsillo para atraer la atención a un problema y conseguir resultados satisfactorios”. Por esto planteó considerar el boicot económico como un arma potente de resistencia civil que debemos utilizar. El llamado a la confrontación pacífica surge de una persona que ocupa una de las sillas más importantes de la judicatura federal de los Estados Unidos. Lo que parecería una contradicción, no es más que el retrato de lo amplio del deseo de los puertorriqueños de diversas ideologías de converger en una sola acción con el mismo propósito, defender la dignidad de cada uno de nosotros hasta vencer. En ese sentido, el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, debería como institución públicamente acoger o rechazar, organizar o iniciar, la estrategia del ponente invitado sobre el boicot económico como un acto en defensa de los derechos humanos.
El 3 de abril de 1968, un día antes de ser asesinado, Martin Luther King Jr. se unía en la lucha de los trabajadores sanitarios de la ciudad de Memphis donde fue asesinado. Antes, había hecho un llamado contundente al boicot económico para redistribuir el dolor económico, como le llamó. Junto a otros productos que pidió boicotear incluyó la Coca-Cola y explicó: “and we are choosing them because they can begin the process of saying they are going to support the needs and the rights of these men who are on strike. And then they can move on town — downtown and tell Mayor Loeb to do what is right.”
¿Hemos oído hablar a las corporaciones multinacionales radicadas en Puerto Rico sobre la crisis? Son corporaciones con derechos religiosos, protecciones constitucionales sobre la libertad de expresión que han quedado convencidas de que sufren, aman y lloran como cualquier ciudadano promedio. Aprovechando esquemas jurídicos naturales en la democracia corporativa nos bombardean con mensajes comerciales desde que prendemos la radio, el televisor, cuando navegamos en las redes sociales, caminamos como peatones y mientras estamos atrapados en el tapón. Pero ¿por qué no usan esa expresión para solidarizarse, condenar o apoyar las medidas de austeridad? Porque no los hemos obligado, porque su expresión va ligada a su capacidad de explotarla económicamente, sin real responsabilidad social. Pero en esta ocasión su responsabilidad de expresarse sobre la crisis del país es tan importante como su responsabilidad de condenar el que se envenenen nuestros ríos.
*Financial Information – José B. Carrión
En el país existen las condiciones adecuadas para comenzar un boicot económico tal y como propuso el Juez Torruella. La Coca-Cola y la corporación Hub International CLC en Puerto Rico, dedicada a la industria de seguros, deben estar en la lista corta de productos y servicios para considerar boicotear. Según surge de los informes financieros del presidente de la Junta, el señor José Carrión III mantiene inversiones personales en ambas corporaciones. En ese sentido, existe una relación entre el bienestar económico estas empresas y el portavoz principal del régimen.
Para quienes han perdido esperanza en la urna simbólica esta forma de resistencia civil no violenta se hace indispensable. El Congreso de Estados Unidos nos ha obligado a conversar a la fuerza con el nuevo régimen no democrático representado por los miembros de la Junta. Toca ejercer la presión económica para obligarlos a encontrar la dirección de esas cartas perdidas. Es tiempo de redistribuir el dolor económico, demos el paso adelante.
- Why Civil Resistance Works, The Strategic Logic of Nonviolent Conflict; Erica Chenoweth & Maria J. Stephan, citando a Sharp 2005. [↩]
- https://www.project-syndicate.org/commentary/puerto-rico-debt-plan-deep-depression-by-joseph-e–stiglitz-and-martin-guzman-2017-02 [↩]