Carta abierta al Secretario de Salud
Leí con mucha empatía su admirable narración sobre las múltiples vicisitudes que tuvo que enfrentar para poder obtener su Bachillerato en Química y luego su grado de Doctor en Medicina, ambos otorgados por la hoy asediada Universidad de Puerto Rico. Las dificultades materiales que tuvo que enfrentar, antes y después de llegar a la Universidad, sin lugar a dudas forjaron en usted una persona con un tesón ejemplar, lo cual facilitó que llegara a ser lo que es hoy, un neurocirujano endovascular, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico, admirado por sus estudiantes y elogiado por sus colegas.
De su historia personal, narrada a la profesora Lydia E. Santiago y contenida en el libro Relatos de sueños y esperanzas: 30 años después, publicado por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, lo que me parece más encomiable es su firme compromiso con los pobres. Usted afirma:
Las cosas que te inculcan en la niñez perduran. Le prometí a Dios que, si me daba la oportunidad de llegar a ser médico, me quedaría sirviendo a los pobres. Y así lo he hecho. Llevo quince años practicando la medicina y siempre en el Centro Médico, donde he tenido el privilegio de atender a un montón de gente. (p. 269)
Múltiples hechos en su vida confirman su compromiso, como haber practicado cirugías sin que mediara pago alguno o haber ayudado de su propio bolsillo a pacientes que no tenían el dinero suficiente para la compra de medicamentos o para pagar los deducibles o copagos correspondientes.
Debido a que conocía el relato de su trayectoria, se me hizo difícil entender sus expresiones recientes, hechas durante sus primeros treinta días como Secretario de Salud y publicadas en la revista Medicina y Salud Pública con el título de «Un sistema de salud universal no es la opción para Puerto Rico». En dicho artículo usted afirmó que «La economía no arrancará de aquí a 10 años. No se pueden exigir cosas que radiquen en lo fantasioso. Tenemos un país en crisis». Con esta aseveración usted descartó la deseabilidad de comenzar a encaminarnos hacia un sistema universal de salud, a pesar de que serían los pobres —con o sin el Plan de Salud del Gobierno— los más beneficiados. Aunque de primera intención pueda parecer lógico que en momentos de crisis no se debe gastar más de lo necesario, un sistema universal de salud con pagador único podría ser una alternativa indispensable para salir de la crisis en que estamos. ¿Acaso las deudas en el sector salud no son parte de la causas que crearon nuestra crisis fiscal en primer lugar? Implantar cambios menores o poner parchos en el sistema de salud, no resuelve la crisis; simplemente la pospone y la empeora.
Le exhorto a que analice y discuta con su equipo de trabajo un informe reciente de la Comisión Multisectorial del Sistema de Salud de Puerto Rico, con el título de Basta ya de parchos en el sector salud, el cual plantea que es necesario examinar los estudios realizados en Estados Unidos que justifican la necesidad de adoptar un sistema universal de salud. Varios estados han considerado alternativas para establecer un sistema universal con pagador único en sus respectivos territorios, como una forma de economizar dinero. Los estados de Vermont y Colorado comisionaron estudios actuariales que demostraron que un modelo de pagador único generaría suficientes economías para ofrecer un buen plan médico al 100% de la población. Bajo un pagador único se economizarían los costos asociados a la publicidad de compañías de seguro, a la facturación médica, a la obtención de primas, a evaluaciones de riesgos actuariales en cada compañía aseguradora, a las millonarias compensaciones de los altos ejecutivos de dichas compañías y al potencial de fraude que se reduce cuando se fiscaliza un solo sistema. Añada también las millonarias economías en compra de medicamentos realizadas por un pagador único. Aquí resulta relevante el ejemplo que usted mismo menciona en relación al medicamento que usa para embolizar malformaciones, el cual en otros países puede costar $25 (o tal vez $250) y en Estados Unidos cuesta $1,800. Con un pagador único se tiene el poder para negociar el precio de ventas de medicamentos y equipos médicos.
Su biografía demuestra que usted hizo realidad lo que otros consideraban ideas fantasiosas. A sus padres les pareció fantasioso que un niño de su clase social aspirara a entrar a una escuela de medicina. Mientras cursaba estudios en medicina, a algunos les pareció fantasioso que usted aspirase a ser admitido a la especialidad de neurocirugía, precisamente por su trasfondo de clase social. A sus colegas les pareció fantasioso que usted planificara un Programa de Entrenamiento en Cirugía Endovascular en Puerto Rico. Y, sin embargo, hoy el país está en deuda con usted por haber establecido dicho programa, luego de conseguir, en colaboración con el Dr. Izquierdo Mora, una asignación presupuestaria de la Legislatura de Puerto Rico de casi $30 millones de dólares.
Una larga secuencia de días agotadores de trabajo, con largas horas de intervención quirúrgica en la sala de operaciones, lo ha llevado a usted a salvar, una a una, cientos o miles de vidas. En sus nuevas funciones como Secretario de Salud, su deber es distinto; usted tiene que adelantar las transformaciones fundamentales de un sistema de salud injusto que condena a la enfermedad, a la incapacidad y a la muerte a cientos o miles de personas a la misma vez. El afán de lucro ha socavado los fundamentos de compasión y justicia social en los que se debe cimentar nuestro sistema de salud.
Confío en que el mismo espíritu que hace a sus manos sanadoras pueda guiarlo para curar nuestro enfermo sistema de salud y erradicar los mecanismos de injusticia que en él habitan. Confío que con la misma precisión que usa el escalpelo en la sala de operaciones, pueda usted extirpar la idea en la ciudadanía de que un sistema universal de salud es una mera fantasía. Confío en que usted y su equipo de trabajo estudien cuidadosamente las propuestas y la evidencia actuarial relacionada al sistema universal de salud con pagador único y tomen las valientes decisiones que hagan falta, basados en un estricto análisis de política pública. Esta será la mejor forma, o tal vez la única, de ser un excelente Secretario de Salud.