Carta al Gobernador de Eduardo Lalo: «La Parguera no es solamente mar sino también cielo»
jueves 7 de julio de 2016Estimado gobernador Alejandro García Padilla:
Sé que tiene ante sí el Proyecto del Senado 1621 aprobado recientemente tanto por la Cámara como por el Senado de nuestro país. Para que éste se convierta en ley sólo necesita su firma. Estoy seguro que no es una decisión fácil y por ello me atrevo a escribirle directamente.
Hace 25 años fui con unos amigos a quedarme en una casa en San Germán. Ésta era alquilada por la hermana de uno de ellos que estudiaba en la Universidad Interamericana de esa ciudad. Pasamos días entre las playas de Cabo Rojo y los bosques de Maricao. En las noches deambulábamos por el pueblo y nos acostábamos muy tarde luego de charlar y escuchar música.
Hacía el final de nuestra estadía vino a visitarnos la hermana del amigo que nos había prestado la casa. Luego de hablar y tocar guitarras durante horas, cuando suponíamos que nada más iba a pasar, ella nos preguntó si habíamos estado alguna vez en La Parguera. Ninguno de nosotros la había visitado.
A eso de las tres de la mañana de una noche sin luna, emprendimos camino hacia la laguna. Nuestra guía conocía la zona, sabía dónde encontrar un camino sin asfaltar entre las casas flotantes. Al bajar del carro apenas podíamos distinguir las siluetas de los mangles.
Recuerdo que caminé hasta la orilla, me acuclillé y metí la mano en el agua. Si algo demuestra que la tierra está viva, son los destellos que produce el más mínimo movimiento en esa agua. Supe entonces que no estaba en cualquier lugar. En la noche oscurísima todo se sentía vibrando.
Luego de un rato me puse de pie y miré el cielo. Fue entonces que ocurrió uno de los eventos más memorables de mi vida. Sobre nosotros estaba la Vía Láctea. Alejados de las ciudades, con los habitantes de las casas flotantes ausentes o dormidos a esa hora, veía lo que la humanidad observó durante milenios.
Asombrado por los millares de puntos de luz, por la infinita variación de sus colores, por los cuadrantes de polvo de estrellas, comprendí por qué nuestros ancestros crearon mitos y dioses a partir de esa visión que no era otra cosa que lo sagrado. Allí estaba materialmente nuestra diminuta vida ante la infinita creación.
Nunca me he ido de ese lugar y de esa noche que constituyó un descubrimiento de lo que son y significan la tierra, el agua y los cielos.
Durante décadas, ciudadanos que se han beneficiado de la laxitud de las autoridades a la hora de hacer respetar la ley, han construido en La Parguera casas que comprometen la ecología del lugar. Han hecho una ocupación de terrenos en una de las contadas bahías bioluminiscentes del planeta, lo que ha equivalido a privatizar una maravilla. ¿Qué significa que a los dueños de estas casas se les oficialice este privilegio? Significa que se empequeñece el universo de los demás puertorriqueños y su humanidad se reduce en zonas plagadas por contaminación ambiental y lumínica, donde experimentar lo sagrado es prácticamente imposible.
Los gobernadores gustan terminar sus discursos pidiendo que Dios proteja nuestra isla. Ahora se trata de que usted la proteja, que contribuya decididamente a que desde ese lugar incomparable podamos ver todos la luz en el agua y la luz del universo, porque La Parguera no es solamente mar sino que también es cielo. Le pido en nombre de la humanidad a la que pertenece nuestro pueblo y de la naturaleza que no firme el P. del S. 1621 que profanaría indefinidamente uno de los contados lugares que tenemos para saber que estamos ligados a todo lo creado.
* Publicado originalmente en El Nuevo Día.