Che Comandante, amigo

No porque hayas caído
tu luz es menos alta
–N.G.
Para nosotros es un verdadero honor trabajar en los proyectos Gómez-Maceo al lado del presidente del Instituto de Historia de Cuba, René González Barrios. Y es que nos sentimos hijos de Martí y de Céspedes, de Betances, de Gómez y de Maceo, pero también de Mariana Grajales Cuello, Bernarda Toro Pelegrín, Antenor Firmin, Hostos, Luperón y de todos los grandes libertadores de nuestra región, hombres y mujeres que supieron romper lanzas luchando y peleando por la independencia y la solidaridad entre nuestros pueblos.
Hoy no hablaremos de Betances. Tampoco de Gómez, ni de Maceo. Vamos a platicar de un lugar lleno de historia. Un lugar de incesante recordación que se alza victorioso en la ciudad de Santa Clara: el Complejo Escultórico Ernesto Che Guevara. Más de cuatro millones de personas lo han visitado.
Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara
Evidentemente, cuando los seres humanos presienten que están llegando “al final del ovillo” se preocupan por cumplir de prisa algunas responsabilidades que no pueden posponerse. Para el que estas líneas escribe visitar el Complejo Escultórico era una promesa, no religiosa, que debía de pagar, pues conocí al Comandante en 1963, cuando yo era un muchacho y él había sido nombrado Ministro de Industrias de la República de Cuba. Aquella experiencia resultó ser muy valiosa e inolvidable.
El viernes 20 de octubre de 2017 acompañado de René González Barrios, Fabiola López y el buen Arnaldo, que pilotaba el carro del Instituto de Historia, llegamos a la ciudad de Santa Clara en tempranas horas de la mañana. Luego de cumplir tareas impostergables en la Universidad Marta Abreu nos dirigimos al lugar donde el Che se vuelve “eternamente vivo”.
El 6 de abril de 1987 había comenzado el movimiento de aquellas tierras. Dos meses más tarde se iniciaba el montaje de la tribuna y, a mediados de julio de 1988, empezaba a ensamblarse la escultura del Comandante con una altura de 48 pies. El Complejo Escultórico fue inaugurado el 28 de diciembre de 1988, en el treinta aniversario de la batalla de Santa Clara, librada bajo su dirección durante los días de la guerra contra la dictadura de Batista.
Entre las áreas que integran la totalidad del espacio se halla la plaza, cruzada por la Avenida de los Desfiles, con capacidad para 100 mil personas. La tribuna tiene cabida para 900 personas y el museo y el memorial resultan de interés por su impresionante valor histórico, político y militar. La escultura del Comandante, vaciada en bronce, mide 6.8 metros de altura y pesa aproximadamente unas 20 toneladas:
El rostro expresa su habitual energía, pero también el sufrimiento y el cansancio tras el combate, las intensas jornadas de la invasión, la guerra libertaria. Refleja el dolor por la pérdida de valiosos y queridos compañeros, y la seguridad en la victoria. Su figura, en posición de marcha, muestra el brazo izquierdo enyesado a causa de una fractura… mientras, en el otro, porta el fusil, símbolo victorioso del final de una histórica batalla. La escultura está situada de frente a la Plaza y su mirada se dirige al sur americano, a las montañas del Escambray, escenario de su quehacer guerrillero…
El 12 julio de 1997 aterrizaba en tierra cubana el avión que trasladaba los restos de Ernesto Guevara de la Serna, junto a los de Alberto Fernández Montes de Oca, Pacho; René Martínez Tamayo, Arturo; Orlando Pantoja Tamayo, Olo; Carlos Coello Coello, Tuma; Simeón Cuba Sanabria, Willy; y Juan Pablo Chang Navarro Lévano, el Chino. En fosa común se habían encontrado a los siete combatientes. Escoltados por el comandante Ramiro Valdés, designado por el gobierno para efectuar los trámites oficiales ante las autoridades de Bolivia, llegaron a Cuba los heroicos combatientes. En aquella ocasión la Dra. Aleida Guevara March, al lado del comandante Fidel Castro, pronunció unas palabras que se deben citar:
Hoy llegan a nosotros sus restos, pero no llegan vencidos, vienen convertidos en héroes, eternamente jóvenes, valientes, fuertes, audaces. Nadie puede quitarnos eso, siempre estarán vivos junto a sus hijos, en su pueblo.
Ellos sabían que cuando lo decidieran podrían regresar a la patria y que nuestro pueblo los recibiría con amor y curaría sus heridas, y sabían que Usted seguiría siendo su amigo, su jefe.
Por eso es que le pedimos, Comandante, que nos haga el honor de recibir sus restos, más que nuestros padres son hijos de este pueblo que tan dignamente Usted representa. Reciba a sus soldados, a sus compañeros que regresan a la Patria.
Tres meses más tarde, el 17 de octubre de 1997, se inauguró el Memorial del Complejo Escultórico, concebido para albergar los restos del Che y sus compañeros en armas. A partir de esa fecha han ocurrido otras cuatro ceremonias de recibimiento de los guerrilleros. El 30 de diciembre de 1998 llegaron los restos de otros diez combatientes, entre éstos, los de Haydée Tamara Bunke Bíder. Nacida en Argentina el 19 de noviembre de 1937, hija de madre rusa en padre alemán, Tania llegó a Bolivia como combatiente clandestina. Tenía la misión de infiltrarse en las altas esferas del gobierno. Detectada, tuvo que quedarse en la guerrilla. Su cadáver fue encontrado el 7 de septiembre de 1967.
El Memorial alberga 39 nichos que muestran en piedra los rostros y seudónimos de los combatientes:
El nicho del Che, como líder, se encuentra en el centro, y encima de su rostro se aprecia un haz de luz que forma una estrella. Del total de nichos, treinta y uno contienen restos y ocho, no. Están ausentes los del cubano Jesús Suárez Gayol, de quien aun no se ha hallado la sepultura, y los de cinco bolivianos… pues las condiciones en que acontecieron sus muertes ha hecho muy compleja la búsqueda… En el Memorial se encuentra la llama eterna, donde no existe lugar para la muerte, es refugio de vida donde guerrilleros descansan de su batallar.
Muchas personas que visitan el Complejo Escultórico dejan objetos de valor sentimental: flores, llaves, sortijas, velas, poemas, canciones, cartas, dibujos y pinturas. Algunos resultan significativos, como el depositado a los pocos días de la llegada de los restos a Santa Clara: una flor roja enviada por la primera novia de Ernesto.
En el Museo se hallan documentos, objetos, imágenes y fotos que trazan las distintas etapas de la vida del Comandante. Hay de su niñez un certificado de calificaciones. La línea que marca conducta no es muy deseable que digamos. Imagino los gestos de inquietud de doña Celia de la Serna, una madre que velaba por Ernesto con extraordinaria devoción por sus constantes trastornos con el asma. También se hallan piezas de su vestimenta, armas cortas y de largo alcance usadas en las campañas militares en las que había participado. Muy pronto el Museo se verá ampliado con una valiosa colección de objetos personales de Tania donados por su familia.
El 18 de octubre de 1987, durante la conmemoración del vigésimo aniversario de la caída en combate del comandante Ernesto Guevara, se escucharon de labios de Fidel, en la Plaza de la Revolución, unas palabras destacando las virtudes y la grandeza del Guerrillero Heroico:
(…) cuando pensamos en su vida, cuando pensamos en su conducta, que constituyó el caso singular de un hombre rarísimo en cuanto fue capaz de conjugar en su personalidad no solo las características de hombre de acción, sino también de hombre de pensamiento, de hombre de inmaculadas virtudes revolucionarias y de extraordinaria sensibilidad humana, unidas a un carácter de hierro, a una voluntad de acero, a una tenacidad indomable.
(…) Si queremos expresar como aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡queremos que se eduquen en el espíritu del Che! Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che! Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡queremos que sean como el Che!
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Nadie se dio cuenta, pero estábamos llegando al fin de la visita. Entonces, nos pidieron que firmáramos el libro de testimonios. Y cuando iniciamos el regreso a La Habana comenzó a caer una lluvia fina y molestosa. Otra vez el cielo aparecía turbio, pero vivimos una experiencia indescriptible. Si usted viaja a Cuba no deje de visitar, en la ciudad de Santa Clara, el Complejo Escultórico Ernesto Guevara, un centro cultural que ayuda a comprender el papel significativo de la educación patriótica y militar en la isla hermana.
Ernesto Guevara de la Serna nació en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928. Herido y capturado por el ejército de Bolivia en la Quebrada del Yuro, fue asesinado, un día más tarde, el 9 de octubre de 1967, en una escuelita del poblado de La Higuera. Tenía 39 años de edad.