Cómo convencer al corazón del rollo
Puerto Rico está metido en un rollo. Que no quepa duda alguna de que el rollo económico, político, y social en el que nos encontramos es uno supremo. Aunque en la superficie parecería que la gente sabe del rollo, las acciones de las personas sugieren que en su corazón no reconocen ni la gravedad del rollo, ni su alcance. Viven, gastan, y hasta reclaman diariamente como si el rollo fuera algo imaginario. Si en la superficie todos sabemos del rollo, ¿cómo entonces uno convence al corazón de las personas sobre la magnitud del rollo en el que estamos?
La contestación a esta pregunta es más importante de lo que parece. Mientras las personas no estén convencidas en sus corazones de cuán grave es el rollo, no van a tomar acciones afirmativas para resolverlo. Si lo pensamos bien, el corazón del rollo nos provee la metáfora perfecta en un doble sentido. Primero, piensen bien e imaginemos por un momento que nuestro rollo es uno de papel sanitario y nos encontramos en su centro (su corazón) mirando siempre en una dirección: hacia una pared de cartón gris. Caminamos dentro del rollo cual hámster en la ruedita de su jaula, moviéndonos constantemente sin mirar hacia dónde vamos y siempre quedándonos en el mismo lugar: dentro del rollo, en su corazón.
En un segundo sentido, consideren que han sido precisamente la gente que constituye el “corazón del rollo” quienes nos han mantenido en el medio del rollo. Al votar ciegamente por las maquinarias partidistas principales nos dejan en el rollo, sin poder salir, mirando hacia el mismo lugar, envueltos en capas y capas del papel de inodoro. Solamente el perecedero cartón tubular gris que sostiene el rollo nos ha dado relativa protección por décadas.
La diferencia del contexto actual es que mientras hace años nuestro rollo estaba limpio y recién comprado, el rollo actual está cagado –bien cagado. Los partidos políticos que han dominado el gobierno por décadas y sus respectivos corazones del rollo cagaron el papel y lo volvieron a enrollar en el tubito de cartón gris. No tengo que ser más gráfico para indicar la pestilencia y putrefacción que existe actualmente dentro del rollo –la vivimos día a día.
La pregunta es entonces, ¿cómo convencer al corazón del rollo de que puede salir del rollo? Debe estar claro ya que la interpretación de salir del corazón del rollo es también doble. Primero, el rollo es el corazón del problema, el estado de situación creado por los dos partidos políticos que nos han mantenido rodando en un mismo sistema y llegando solo a la catástrofe actual (¡vaya rollo!). Segundo, el rollo son los electores fieles de dos partidos políticos (el “corazón del rollo”) quienes están dentro del rollo rodando hacia la nada, en movimiento, pero sin ruta, sin visión.
El Partido Nuevo Progresista (PNP) no reconoce la imposibilidad de la estadidad; es decir, no quiere perder su razón de ser. El Partido Popular Democrático (PPD) se revuelve en la misma monserga sin tener los pantalones o faldas de tomar decisión alguna. Y por no dejarlos más afuera de lo que ya están, el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), “espera un futuro que no puede producir”, como se señaló hace cincuenta años. ¿Cómo entonces uno convence al corazón del rollo dentro de estas tres vertientes de que la coyuntura actual nos ofrece alternativas fuera del rollo, o de los rollos?1 Esa es mi intención en este escrito.
El primer paso es repasar lo indisputable. Llegamos a la coyuntura actual por culpa de los dos partidos gobernantes en las pasadas décadas: PNP y PPD. No tomaré posición sobre quién es más culpable: ambos la cagaron, y nos cagaron. Creo que nadie en su sano juicio puede disputar esto; es pura causalidad secuencial histórica en el sentido más básico. No solo son el PNP y el PPD los culpables de la crisis económica y fiscal que nos abruma, sino que también han demostrado ser instituciones sumergidas en la corrupción política. Ningún militante de estas dos colectividades puede negar la corrupción en sus entrañas –Víctor Fajardo, Jorge de Castro Font, Héctor Martínez, Lutgardo Acevedo, Anaudi Hernández, las Becas Presidenciales de la UPR, las remodelaciones de oficinas en el Capitolio, y los gastos superfluos e innecesarios en las alcaldías. Las dos realidades aquí expuestas no pueden ocultarse: la culpabilidad sobre el rollo y la corrupción bipartidista.
Bajo cualquier lupa, no importa el cristal con que se mire, o el subterfugio que se busque, son estos dos partidos corruptos los que nos han fastidiado económicamente y quienes nos han llevado al equivalente contemporáneo de un “Crown Colony Govenrnment”. El nuevo gobierno es la Junta de Supervisión Fiscal (JSF). Es esta entidad la cual determinará el rango de acción político-económico del gobierno que elijamos, que limitará las posibilidades de acción de nuestras instituciones, y determinará (directa o indirectamente) el futuro de los residentes en Puerto Rico. Desde la JSF se determinará el posible rumbo del país en los próximos años. Esta es una tercera realidad innegable de la cual todos estamos conscientes.
Entonces pensemos; si no nos queda duda que independientemente de quién seleccionemos en noviembre, el país será gobernado por la JSF en representación del poder económico y político colonial, ¿qué diferencia hace por quién votemos? Más aún, si no hace ninguna diferencia real (toda vez que enfrentaremos políticas de austeridad y control presupuestario colonialistas) ¿para qué votar por los mismos dos partidos políticos que nos metieron en este rollo? El hecho de que todavía exista gente (el segundo “corazón del rollo”) dispuesta a votar por estos dos partidos es algo que desafía la comprensión (al menos la mía). Pero desafortunadamente no podemos confiar en la comprensión, el análisis crítico, y el discernimiento de sectores significativos del electorado; esto queda confirmado en la ciega persistencia de los corazones del rollo dentro de los partidos principales.
Vayamos entonces paso por paso, para tratar de convencer al corazón del rollo de otra realidad. Primero, estamos en un rollo. Segundo, el rollo está cagado. Tercero, el PPD y el PNP nos metieron en el rollo y cagaron el rollo. Cuarto, más allá de señalar el mierdero de vez en cuando, el PIP no ha podido hacer nada para sacarnos del rollo; en verdad, a veces ha vivido del rollo, y a mí, al menos, no me “hacen falta”. Finalmente, parte del rollo incluye el hecho de que nos gobernará la JSF, y el PNP y el PPD se dedicarán a buscarle otra vuelta al rollo. ¿Qué más nos da votar por otras opciones?
Hagamos entonces el siguiente ejercicio. Ubíquense otra vez en el rollo de cartón tubular gris, pero esta vez dejemos de ser ratas de laboratorio y detengamos el movimiento del rollo. Recuerden que lo que el PPD y el PNP quieren es que la gente se quede mirando en la misma dirección y haciendo rodar el rollo. Así que deténganse. Miren momentáneamente a los dos lados del rollo, y como todo rollo de papel sanitario, este rollo tiene dos salidas, circulares y sin obstáculos.
Primera salida, la candidata o el candidato independiente: Alexandra Lúgaro o Manuel Cidre. Segunda salida, el partido emergente de turno: Partido del Pueblo Trabajador. Nuevamente, ¿qué más nos da? Si la lógica de algunos es el patético conformismo de votar por el “menos malo”, ¿no es acaso mejor y más digno votar para cambiar, de una vez y por todas, la cultura política del país? La primera barrera para salir del rollo es superar esa noción tan testaruda de que es inevitable que gane el PNP o el PPD. Esa noción, con los grados de certeza que pueda tener, es la que acompañará a muchos a las urnas en noviembre: “la candidata independiente realmente no tienen posibilidades”, “votar por el candidato independiente es perder el voto”, “es mejor votar por uno de los que realmente puede ganar”, o la ya mencionada, “votemos por el menos malo” (¿Qué triste, no?). Nuestra situación actual merece reconsiderar esas voces internas con gran seriedad, inteligencia, y con otro tipo de estrategia que no sea la del llamado “voto útil”. Como electores/as, debemos pensar a largo plazo, hacia próximos cuatrienios. Nuestra decisión en noviembre es ciertamente sobre los próximos cuatro años, pero es también un momento de delinear con firmeza cuál será el paisaje político que deseamos tener cuando la JSF ya no esté. ¿Queremos que sea todavía un paisaje con palmas y pavas?
Aquellos que me conocen de cerca, saben hacia cuál lado del hipotético rollo me estoy inclinando a salir. Pero no es mi intención aquí decirles mi posición; mi propósito principal es, en primer término, intentar convencer al corazón del rollo del PNP y el PPD de la insensatez que constituye votar por el mismo rollo cagado en la coyuntura actual. En segundo lugar, deseo recalcar lo que ya es obvio; existen alternativas y el rollo tiene dos salidas para aquellos que constituyen el corazón del rollo, y para aquellos que están considerando el llamado “voto útil” (yo diría inútil, toda vez que nos mantendrá con uno de los culpables del rollo).
El hecho de que nuestro futuro inmediato –el próximo quinquenio– sea uno de gobierno colonial directo, debe ser suficiente razón para salir de una vez y por todas de los partidos de elites criollas que han perjudicado al pueblo y traicionado su confianza. Me consta que existen personas sensatas dentro del PNP que entienden lo genuinamente patético que es votar por alguien que es hijo del privilegio y el favoritismo, que no tiene experiencias que lo capaciten para gobernar, y que está asesorado por personas del mismo pasado que nos llevó al rollo. Hay, de igual forma, personas capaces dentro del PPD que no están a gusto con el inmovilismo y el bamboleo eterno de su partido y que ya no están dispuestos a chuparse el rollo. Pero a pesar de esas excepciones, son las instituciones en su totalidad las que están desprestigiadas. Al decir del sicólogo social Philip Zimbardo, el problema no son las manzanas, es la canasta (el PNP y el PPD). Y muchas manzanas salvables todavía permanecen en la canasta.
Hemos llegado a un momento importante, y las candidaturas independientes y los partidos emergentes no son meros “fenómenos”; son señales de cambio, o mejor aún son alternativas para salir del rollo. ¿Que no son alternativas perfectas? Cierto. Ninguna lo es. Pero al menos las candidaturas independientes y partidos emergentes no son opciones políticas confirmadamente imperfectas como son el PNP y el PPD.
Los cambios políticos significativos que mueven a los países que aspiran a una verdadera democracia rara vez ocurren de un golpe. Hay que moverse en dirección de la salida del rollo. El presente proceso electoral (y los votos en el mismo) debe ser un contundente paso inicial para las próximas elecciones en 2020; ¡tengamos entonces visión 20/20! Tratemos de visualizarnos en ese momento futuro, cuando ya la JSF debe estar (esperemos) en sus últimos años. Será entonces cuando necesitaremos de un buen liderato político para reparar el país fracturado que nos va a dejar la JSF. Si de aquí a cuatro o cinco años no queremos involucionar hacia lo mismo (PNP y PPD), es desde ahora, desde el presente cuatrienio, que se debe comenzar a manifestar el cambio electoralmente y con fortaleza. Es decir, hay que sacudir el palo para tumbar los partidos que nos metieron en el rollo.
Los últimos cuatrienios han visto el emerger de varias colectividades políticas nuevas; no una, sino tres o cuatro que puedo recordar: Alternativa Ciudadana, Puertorriqueños por Puerto Rico, Movimiento Unión Soberanista, y Partido del Pueblo Trabajador. Además, se han concretado importantes candidaturas independientes: Vargas Vidot, Cidre, y Lúgaro. Esto no es fortuito. Ahora bien, no se puede ser tan ingenuo como para pensar que los testarudos dentro del corazón del rollo ya han “recibido el mensaje” por el simple hecho de que existan opciones “emergentes” o “fenómenos” independientes. Una cosa es que terceras o cuartas candidaturas afecten los términos y contenidos de la discusión política, y otra cosa distinta es que la presencia de estas nuevas opciones pueda generar cambios en instituciones tan longevas y letárgicas como el PNP y el PPD. Lo primero ya ha sucedido, y es algo valioso, pero también termina con una actitud paternalista que dice: “ya lograste algo, déjanos ahora a nosotros”. Lo segundo no creo que vaya a suceder: los partidos no van a cambiar, a menos que el golpe electoral sea uno tangible que conduzca a una reconfiguración del poder entre las opciones políticas.
Pienso que la presunción de que ninguna de las opciones nuevas obtendrá una mayoría para triunfar no debe ser un razonamiento válido detrás del llamado “voto útil”. Pienso, por el contrario, que el verdadero voto útil es aquel que nos encamine en la dirección de un cambio político real –aunque el mismo se materialice en elecciones subsiguientes, o quizás (¿quién sabe?) en la presente.
Frente al diagnóstico que he presentado, lo que hay que resolver con nuestro voto es que en las presentes elecciones ninguna de las opciones tradicionales –PNP y PPD– obtenga una mayoría significativa. Puesto de otra manera, hay que convertir a estos dos partidos en las minorías hasta que se desvanezcan del mapa político. Si somos sensatos, cualquier opción que tomemos en la urna debe ir dirigida a reducir los votos del PNP y PPD y encaminar su desaparición de la esfera política nacional. El voto por las salidas laterales del rollo debe ser en masa.
Pero además, es importante señalar que existen opciones electorales –con candidaturas salvables en los partidos tradicionales– para crear un gobierno más plural del que estamos acostumbrados. Si tomamos tiempo al momento de votar y seleccionamos inteligentemente nuestros/as candidatos/as, se puede encaminar la construcción de un gobierno y una legislatura que, por su pluralidad, obligue a una seria discusión de diversos puntos de vista sobre nuestro futuro político. Con un mensaje electoral claro, este cuatrienio (supervisado) debe ser el último para el “bi-polio” electoral de los dos partidos que nos metieron en el rollo.
- Me parece que los tres partidos principales tienen su “corazón del rollo”, pero por supuesto, difieren en términos de tamaño. [↩]