Construir la Universidad
De acuerdo con información publicada recientemente la anunciada reforma universitaria “persigue construir la institución desde sus cimientos”, (Cynthia López Cabán. El Nuevo Día, 14/8/11). Construir, o sea según la RAE: fabricar, edificar, hacer de nueva planta una obra de arquitectura o ingeniería, un monumento o en general cualquier obra pública o, importante para los escritores y periodistas, ordenar las palabras o unirlas entre sí con arreglo a las leyes de la gramática. Creo que debemos suponer que el vocablo construir está utilizado en sentido metafórico, lo cual indica entonces que confrontamos una edificación, una ordenación de nuestra academia desde sus cimientos, supongo que desde las normas que rigen la enseñanza universitaria, los procesos burocráticos que ordenan la cotidianidad universitaria hasta los currículos, programas y disciplinas que han de enseñarse. Resulta curioso entonces por no decir oprobioso, que en el proceso no han estado involucrados los universitarios mismos. Tal parece que confrontamos una reforma impuesta.
La tal construcción, nueva ordenación, supuestamente será obra de un Comité Asesor Sobre el Futuro de la Educación Superior en Puerto Rico nombrado por el gobernador Fortuño por orden ejectuiva el 29 de abril del corriente, (Boletín Administrativo. OE-2011-15). Dicha orden presenta cinco por cuantos que ofrecen la justificación del proyecto. Desde el primero destacan la importancia del desarrollo económico y social del País, señalan que la política pública de la administración Fortuño es “promover una educación superior de vanguardia que se ajuste a las tendencias y retos sociales, tecnológicos, económicos, éticos y profesionales del Siglo XXI”, (me parece interesante que precisamente éste gobierno destaque los retos éticos, pero…), destacan la importancia de contar con profesionales competitivos en todos los campos. Un lenguaje bastante empresarial. No conozco quienes redactaron esta Orden Ejecutiva pero evidentemente universitarios no eran. Ni un solo por cuanto destaca la importancia del conocimiento, de su reproducción y creación, de la investigación, de las artes, del desarrollo de intelectuales capaces de imaginar, crear, producir artes y conocimiento. Tampoco parece que conocen la UPR pues el segundo por cuanto señala que “Para que nuestros profesionales puedan competir y tener éxito en el mundo globalizado en que vivimos es necesario contar con instituciones educativas de primer orden comparables con los mejores centros educativos y de investigación del Mundo”. Nuestra universidad nacional, la UPR es y desde muchos años ha sido una “institución de primer orden” y ciertamente es comparable con “los mejores centros educativos y de investigación del Mundo”. Recuerdo cuando fui algo insegura de la colonia a la metrópolis a la Universidad de Columbia en Nueva York para iniciar mis estudios graduados. Descubrí que mis resquemores eran infundados. La UPR me había preparado tan bien o mejor que lo que esas “instituciones de primer orden” habían preparado a mis condiscípulos. No voy a entrar ahora a enumerar las virtudes de nuestra universidad. Ya lo hizo muy bien la Profesora Aurora Lauzardo de la Facultad de Humanidades. ¿Mejorar? Pues claro, siempre se puede, pero no es eso lo que dice la Orden Ejecutiva. Y no olvidemos el costo de educar, investigar, producir artes y conocimientos en este mundo dirigido como bien dicen globalmente. Dirigido por el FMI, eso no lo dicen claro está. Con bajos sueldos y peores condiciones de trabajo, recursos bibliotecarios insuficientes, planta física inadecuada, ausencia de actividades culturales y un largo etcétera que dejo a la experiencia de mis lectores pues sepa el señor Gobernador y todos sus atláteres que en la UPR hacemos maravillas día a día. Eso sí, la famosa Orden Ejecutiva nada dice sobre cómo atemperar los recursos financieros asignados por esa política pública gubernamental a la institución en este mundo globalizado. Se han hecho recortes, se habla de eficiencia y competitividad, pero nada sobre aumentar los fondos asignados. En la parte C de la segunda sección sobre las responsabilidades del Comité menciona “Nuevos y mejores esquemas o mecanismos para el financiamiento de la educación superior en Puerto Rico”, pero sin especificar la realidad de la única universidad pública del país, cómo trabajamos docentes y no docentes para tener la universidad de altura que nos enorgullece. Insiste en los demás apartados en la aportación de la universidad a la economía y particulariza ese invento de los financieros y empresarios de la economía del conocimiento, frase que me parece un oxymorón. (Conocimiento sobre la economía es una cosa, economía del conocimiento otra, muy diferente, pero este tema es harina de otro costal. Les recomiendo sobre el tema la lectura de “Britain: The Disgrace of the Universities” de Anthony Grafton en el New York Review of Books de marzo del 2010).
De acuerdo con la Orden en su cuarta sección este Comité es nombrado por el gobernador a discreción de este funcionario. Muy democrático el proceso. Un comité que ha de decidir sobre el futuro de una institución vital al bienestar del país nombrado por una persona que desconoce la institución y sin contar con ninguno de sus constituyentes, ni con los estudiantes, ni con los trabajadores no docentes, ni con los docentes. Para más, el Comité está adscrito a la Secretaría Auxiliar del Departamento de Estado. Nada que ver con la educación en Puerto Rico. Según la decimoprimera sección el Comité debería rendir un Informe preliminar al Gobernador no más tarde del pasado 15 de agosto y uno final no más tarde del 1ro de novimembre, o sea, dentro de dos meses y 11 días (a partir del día en que escribo). Como el Comité, al igual que el Gobernador mismo al preparar esta orden ha trabajado a espaldas de la comunidad universitaria, al día de hoy, pasada ya la fecha de la supuesta entrega del Informe Preliminar nadie en la UPR, hasta dónde sepamos, tiene ni remota idea de qué ha de recomendar el susodicho Comité. Sí tenemos una idea de por dónde irán. Masacrada la Editorial Universitaria, el periódico Diálogo, acosados programas como el de Estudios Hispánicos que hacen de la nuestra una institución educativa de primer orden comparable con los mejores del mundo, casi eliminadas las sesiones de verano, reducidas las plazas permanentes, amenazadas las permanencias mismas, aumentados los cupos de estudiantes por sección, creo que está bastante claro por dónde irá esa política pública de Fortuño. Eso si no nos movilizamos eficiente y tenazmente.
Una lista exhaustiva de los asuntos que me preocupan sobre esta construcción y ordenación de la UPR no cabría en estas páginas, sólo aludo a dos de ellos. Primero, el proceso se ordenó en medio de la pasada huelga y a espaldas de la comunidad universitaria y sin participación alguna de los universitarios. Bien harían los miembros del comité en leer los informes de la Middle States. Segundo a nuestra reacción ante el evento. Los medios radiales, televisivos, escritos, los blogs, otras fuentes cibernéticas, sí han dado a conocer el hecho de la orden y el comité. La orden está disponible en la red. Estudiantes, trabajadores docentes y no docentes conocemos el hecho. Desgraciadamente y sólo puedo hablar por los docentes, la discusión sobre el proceso y el comité ha sido necesariamente muy informal. Ya la administración universitaria, en violación de los reglamentos, no reúne al claustro. Por ende, el debate académico sobre algo tan significativo como el futuro mismo de las instituciones universitarias en el país sólo se ha podido dar en las organizaciones de profesores que no reúnen a la mayoría del claustro o en tertulias de amigos y compañeros. Esto me parece una falta de responsabilidad enorme por parte de la política pública de un país que pretende ser democrático y de una administración diz que universitaria.
Desde su nacimiento las universidades han estado compuestas por comunidades, por estudiantes y profesores que tienen en común el ser rebeldes, el no estar dispuestos a aceptar las cosas “como son”, por gentes excéntricas al decir de Grafton, gentes cuestionadoras y creadoras. Este compartir en común siempre ha creado problemas con las jerarquías del poder, las eclesiásticas, las políticas. Por ello los universitarios para cumplir con los intereses comunes que les unen y definen han tenido que ser batalladores, siempre atentos a defender su capacidad imaginativa, creativa, sus cuestionamientos de lo aceptado, su libertad. Con ello han sido un factor indispensable para el desarrollo continuo del bienestar de nuestra especie, de una mejor calidad de vida, y por ello es tan acertada aquella frase de Giner de los Ríos: “La Universidad es la conciencia ética de la vida”. Por ello también la Universidad es tan peligrosa para quienes detentan el poder e insisten en utilizarlo para su propio beneficio.
¿Cómo reaccionar ante esta construcción que se avecina para que no resulte en la muerte anunciada garcíamarquina? El profesor Carlos Pabón, también de la Facultad de Humanidades, hace meses señalaba un camino. Decía Pabón: “…hace falta urgentemente un diálogo abierto de la alta administración con el sector docente en toda su diversidad”. Y observaba que: “para ello, es necesario que se abran y se hagan efectivos los canales institucionales y deliberativos que han sido ignorados y socavados en los últimos tiempos”. Razón tiene. En pequeñas tertulias, en grupos aislados podemos y creo que debemos discutir estos temas, pero no basta. Tenemos que volver a constituirnos como claustro, como comunidad de universitarios e insistir en nuestra capacidad para tomar decisiones sobre el futuro de la Universidad. Tenemos que insistir con los medios, todos, que es urgente que nuestro pueblo escuche y reflexione sobre lo que debemos hacer. Conocemos el carácter histórico de todas las instituciones humanas y eso incluye las universidades, pero los procesos de cambio tienen que estar liderados por los universitarios mismos. Volvamos a dar esa batalla. Stéphane Hessel, un viejo sabio que fue miembro de la Resistencia, enviado y fugado dos veces de los campos nazi, escritor, diplomático y miembro de la Comisión de la ONU que redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, algo conoce sobre esto de las sociedades democráticas. Escribió un gran pequeño ensayo que tituló ¡Indignaos! Hoy, en el contexto del movimiento del 15 M se ha reproducido y convertido en un “best seller”. (Ediciones Destino, Barcelona, 2011) Vale la pena leerle. Es un alegado contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica. Termina apelando “A aquellos que harán el siglo XXI”, y les dice, “Crear es resistir». «Resistir es crear”. Hagámoslo, insistamos en resistir y en ser partícipes de la creación de una universiad para el siglo XXI, sobre los cimientos que nos han legado a través de esa gran tradición universitaria árabe, asiática, europea.