Superar la sacralización de la cibernética, de eso se trata. No sea que terminemos como el pescado, enredados y muertos de una sobredosis de información y una falta de conocimiento.
Superar la sacralización de la cibernética, de eso se trata. No sea que terminemos como el pescado, enredados y muertos de una sobredosis de información y una falta de conocimiento.
Quisiera ver que los militantes de los partidos llamados emergentes, los nuevos, mantengan su energía y su creatividad después de la orgía electoral. Es la única esperanza que veo hoy día.
Todo muy normal. El único problema es que no es cierto, no todos hacemos lo mismo, y me pregunto si lo que vemos a diario en Puerto Rico es normal en un país que se supone sea un país democrático.
La rebelde victoriosa tenía tres calificativos en contra: su color, su género, su preferencia sexual. Sin embargo, ahí la tenemos, Presidenta del ilustre Colegio de Abogados de Puerto Rico.
Pensar no es algo que pueda hacerse en bites, con gran rapidez. Se necesitan maestros, lecturas, tiempo, debates. No se trata de ser anti Red, pero sí crítico.
Quizá ya es hora de sacudirnos la morriña y como Bruce Springsteen nos anima a hacer, tomar la bola de demolición, esa rompedora de estructuras inservibles y derribar este sistema que tanto daño ha hecho ya.
asta ahora no me había enterado que el fútbol puede incitar al pecado. Ni modo que otros deportes también. Eso claro, en la obscena imaginación de los fundamentalistas religiosos. Para ellos el cuerpo de las mujeres ha sido objeto de […]
El arte se mide por el conocimiento que nos imparte sobre la vida y la muerte, el amor y desamor, porque desvela el mundo, la sociedad en que vivimos, por el placer que gozamos al disfrutarla.
En este país prima el mercado con tal fuerza y magnitud que ya la cultura, la del goce, de la inteligencia, el conocimiento, la liberación, no tiene lugar. Un mundo sin arte es ya la muerte misma.
Las recomendaciones del Comité merecen un cuidadoso estudio. No puedo resumir aquí todas esas recomendaciones pero cuando las leía a mi me me dio un tufo a búsqueda autoritaria de mayor control sobre la institución y sus miembros.
La tecnología siempre cambia la sociedad y por ende a las personas que nacemos y nos socializamos en ella. Ahora parece que hay gentes cuya actividad primordial en la vida es comprar. El consumismo les identifica.
A los pastores, que ofrezcan sermones en sus iglesias, que utilicen los medios para dar a conocer sus posturas con el respeto que nos merecemos todos los ciudadanos: los que concurren con ellos y los que no.
¿Qué está ocurriendo con el vocabulario, por qué parece reducirse tanto? ¿Qué ocurre con la sintaxis? ¿Por qué se está perdiendo la coherencia al escribir?
Observando la saga a mí se me ocurrió pensar, algo que me ha sucedido a menudo con esto de compartir mi mundo con gatos, ¿por qué los humanos no podemos aprender con ellos un poco de humanidad?
Conocemos el carácter histórico de todas las instituciones humanas y eso incluye las universidades, pero los procesos de cambio tienen que estar liderados por los universitarios mismos. Volvamos a dar esa batalla.
Nuevos formatos sí, pero sin sacrificar el contenido, no sólo la información sino la calidad, la investigación y la crítica que siempre debe primar.
Facebook ha ido cambiando nuestra definición de la amistad. Los años del tío eran de una amistad fundada en la mirada, cara a cara, apalabrada frente al portón, a la reja, a través del patio, de la ventana, en la juntilla. El Facebook es otra cosa.
En ocasiones anteriores los portones cerrados estaban atendidos por piquetes de estudiantes, trabajadores y profesores. Como cuestión de principio yo no cruzo piquetes. ¿Es lo mismo una valla de pupitres vacíos? Creo que no.
Desde hace décadas ya, estos “gobernantes” se han dado a la tarea de destruir la mejor fuente de investigación, debate, creación de conocimiento que tienen los pueblos que supuestamente gobiernan.
Si no escudriñamos qué hay detrás de los $800 de cuota vamos a despertar del letargo y descubrir que hemos perdido nuestra Universidad y trabajamos en la Universidad Wal-Mart.
Por mucho que las y los feministas insistamos en que la violencia de género tiene que erradicarse, eso no basta. Necesitamos comprender teóricamente por qué producimos tanta violencia…