Corretjer al alba

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Tony relata que tras morir Juan Antonio en 1985 el grupo de músicos dialogó sobre la posibilidad de cambiar el nombre de la agrupación y decidieron llamarlo, cónsono con lo propuesto por el escritor, Orquesta Nacional Criolla. Las palabras del músico entrevistado son emblemáticas de un dúo que entrelaza sus voces en toda la producción poética de Corretjer: su incisiva conciencia nacional y su reconocimiento de la importancia de las palabras. A ambas se refiere Joserramón Melendes en “La poesía inebitable”: “Un poeta crese entre el paisaje de Frontón…pero se encuentra en la cresida de su consiensia ‘estética’, la ética de la patria: la libertá inocente básica de su pueblo negada para intereses superfluos, la ajenda istórica natural de su país manchada por la mesqindá abusadora extranjera” (xii). De ahí que la estética “se desembuelba como ética también”, concluye. Las palabras preliminares del libro Amor de Puerto Rico (1937), cuarto poemario de Corretjer, lo dejan claro: “Este libro es para los capaces de AMOR y de INDIGNACIÓN: sea pues acicate, picada, mordida”, escribe Corretjer en la oración final de las palabras preliminares. El amor se vuelca en la belleza, en reconocimiento de la palabra como enlace común de la humanidad y su historia; la indignación en la acción, vertida en su extensa militancia, en su dedicación al quehacer por la nación, su creencia en que “La vida es lucha toda /por obtener la libertad ansiada”. (Distancias).
Este binomio lo recogen también otros como José Luis Vega en el prólogo a la segunda edición de la Obra poética de Juan Antonio Corretjer del Instituto de Cultura Puertorriqueña: “El binomio de cantor y combatiente constituye el rasgo esencial de la personalidad poética de Juan Antonio Corretjer” (xix). Podemos decir que Corretjer es un poeta armado por la palabra. Desde sus comienzos, aun en poemas juveniles está el reconocimiento, el respeto por las palabras como bien común, ese pensar la patria como “la hermosura /con que yergue su mágica escultura /la letra, el libro, el verso” y más adelante, siempre, la certeza de que ,“La cultura es la conciencia de una sociedad, y es a la vez el conjunto de las formas de expresión de esa conciencia” (“Un acuerdo desgraciado”, El Mundo, 18 de abril de 1958, en Laurel negro, 109). Y en su periodo ya adulto, en esa ‘épica’ de la vida y el hacer puertorriqueño que es Alabanza en la torre de Ciales el verso inicial del poema VII lee: “El verbo nace del fondo de la especie humana /y en sus necesidades se substancia. /Cuando hubo patria el hombre dijo patria” (“Inmediata la idea”). No es arma ingenua la palabra, sobre todo en nuestros días, cuando “la plaga de la información” tiene entre sus características “la catástrofe que representa su manera de hablar” (Lalo, “Politogueadores”). O cuando las palabras engañan o cuando no se nombra lo que somos. Por eso en “Perfil del ser”, poema VI de Alabanza, afirma la voz poética que, “en la tenebrosa noche”:
Ando buscando yo, poeta, una palabra.
Una palabra como un cincel que esculpa y labra.
Una palabra como una llama,
Como una luz, como una ventana iluminada,
Como una esposa adorada.
Porque quiero escribir el perfil de nuestro ser, el centro de nuestra alma,

Nora L. Rodríguez Vallés, Nuestra Señora del Alba, 2018. Acrílico sobre tela, 8×8 pies, Parroquia Santo Cristo de la Salud, Comerío.
Esa búsqueda recorre toda la obra de Corretjer, cuya palabra poética es “reposada y peregrina”, como lee un verso del poemario Ulises, de 1933: de un lado convoca a la reflexión interior, de otro nos invita a habitar el mundo compartido, dos ejes que se tensan en su poesía. En este contexto quiero referirme a un poema de 1932, de ese Corretjer joven, “Nuestra señora del alba”, por insertarse en el Puerto Rico de hoy y porque muestra cómo Corretjer integra tradiciones diversas de nuestro devenir compartido. En el año que escribe Corretjer el poema se proclama, durante la segunda República Española, el Estatuto de Autonomía de Cataluña, primero que le permitía al pueblo catalán tener un gobierno y un parlamento propio, estatuto que se había presentado en las cortes de Alfonso XIII en 1919, cuando se rechazó sin siquiera llegarse a discutir. El poema se publicó en el periódico El Piloto; Corretjer no lo incluyó en libro pero la antología que preparó Ramón Felipe Medina, Día antes, lo incluyó en una selección que recoge poemas sueltos.
El poema “Nuestra señora del alba” recoge la tradición de la figura virginal del mismo nombre, ligada en los pueblos de Tárrega, hoy en la provincia de Lérida, y en Manresa (ambos en Cataluña) a victorias nacionales desde el siglo V. En la historia de Tárrega, en la tradición popular, el amanecer en medio de una batalla contra los invasores fue esplendoroso e iluminó el espacio, cegando así a los invasores; la luz del alba se relacionó con la intervención auxiliadora o manifestación de la virgen y de ahí su nombre (Virgen del alba). Una estatua recuerda la leyenda. Siguiendo esta estela de resistencia la parroquia Santo Cristo de la Salud en Comerío, le solicitó a la artista Nora Rodríguez Vallés, mediante el párroco Pedro Ortiz, que produjera una pintura inspirada en el poema de Corretjer. Tras un año de trabajo de la artista se develó la obra, un políptico de diez piezas (equivalente a un mural), el 22 de diciembre del pasado año, en misa de gallo y en conmemoración del día de la bandera puertorriqueña. Rodríguez Vallés comentó que fue un privilegio para ella “caminar por las palabras de Juan Antonio Corretjer” y el párroco Pedro Ortiz dijo “Juan Antonio Corretjer nos dice a través del pincel de Nora Rodríguez Vallés que la esperanza está en el corazón de la patria con rostro de mujer”. (Agradezco a Nora Rodríguez los datos iniciales sobre el contexto histórico y la figura de la Virgen del alba, a partir de los cuales busqué información básica).
Un breve comentario sobre el poema de Corretjer. Alborada, albor y alba son palabras del universo léxico de la poesía corretjeriana, vocablos inmersos en la tradición de símbolos, trenzados con otros como luz y amanecer. Con el amanecer inicia su primer poema El leñero (Poema de la Revolución de Lares,1944): “El sol su roja pupila /por la celeste ventana /va filtrando en la mañana /plástica, de alma tranquila” y el “Soneto Insomne” de Tierra nativa (1949), muestra la noche pasando al alba: “El alba, como lívido artificio, /mostraba ya su rostro omnipresente. /El sol labró en su frente un orificio”. En Alabanza en la Torre de Ciales (1952) el primer poema, “Manifiesto”, concluye con el momento en que se hace la noche y el segundo, “La larga mirada”, se ubica en el amanecer: “Rememora aún el día haber nacido del alba”; y en un poema inolvidable sobre La Parguera, el VIII de “Recreaciones panorámicas” de Yerba bruja (1957) se pasa de la noche oscura, del “horizonte de betún”, a la iluminación del mar ardiente. En “Nuestra señora del alba” ese tránsito de la noche al día es un hilo que el poeta anuda al inicio del poema, al referirse a la noche maciza, al silencio, forjando así la oposición noche y silencio ante luz /palabra. El primer rayo de luz es en el poema “aurora de la palabra”. El lenguaje queda unido así al nacer del día, trayendo a nuestra memoria los versos del poema VII de Alabanza: “El verbo nace del fondo de la especie humana”.
No escapa el hecho del interés de Corretjer por el mundo catalán. El segundo poema del Preludio de Don Diego en el cariño, lleva cita de Joan Maragall así como el poemario tras la dedicatoria tiene lema también de Maragall, en los dos casos en catalán. El poema “El rey de espadas”(343) narra en verso el nacimiento de la bandera de Cataluña, en medio de la guerra de Normandía contra los franceses y presenta así la herencia catalana del padre. En “La larga mirada”, al entrar a la iglesia de Ciales el sujeto que habla recuerda “sombras carmelitanas, /queridos amigos: Fernando María de Lloveras /el de la tierra catalana!” (377), curas amigos de la niñez del poeta. “Nuestra señora del alba” recoge ese temprano interés por la tierra catalana y su resistencia. Corretjer indaga en el orden sagrado sin seguir una aproximación religiosa ortodoxa; despunta aquí un proceso similar al que señala Joserramón Melendes se elabora, varios años después, en El leñero. (Poema de la revolución de Lares), la religiosidad del lenguaje rodea la “canonisasión”: “se mitifica, se ase una religión del valor para preservarlo de los desmanes del tiempo i para traspasarlo, así protejido en un ´tiempo´sagrado…a las jenerasiones” (xxxiii).
En el poema “nace la luz” y se rompen las tinieblas, el universo se convierte en altar, evocando así el espacio de lo legendario, que en el contexto histórico es de resistencia. Valga recordar que el alba sería motivo central de una canción que compuso Eduardo Aute hacia 1975 y que Rosa León cantó en un concierto días antes del fusilamiento de once acusados de terrorismo a quienes Francisco Franco impuso la pena de muerte: “Quiero que no me abandones amor mío al alba, dice una línea de la canción”. A partir del concierto “Al alba” se convirtió en emblema del fusilamiento y en motivo de resistencia ante ese día “que viene con hambre atrasada” (como los de ahora podríamos decir). La manifestación de nuestra señora del alba trae, en el poema de Corretjer, el signo de una esperanza: “Astro que rompe tinieblas”. Celebremos hoy, en la conmemoración de su nacimiento, este poeta que quiso darnos los signos de nuestro espacio, el que nos ha tocado vivir en nuestro trecho por el planeta, lo que otros hicieron antes y lo que podemos hacer; celebremos el nudo de pintura y poesía en el que el alba traza otra ruta posible de resistencia.
*Palabras leídas en Ciales el 3 de marzo de 2019, en la conmemoración del cumpleaños de Corretjer.