Costa-Gavras: «De la avaricia a la rapacidad»
Momento oportunísimo el de esta Europa en crisis para escuchar a Costa-Gavras, el gran cineasta de lo político, que además, para rematar el interés, es de origen griego. Añadan que su nuevo filme, en posproducción, se titula Le capital y es “la historia, centrada en un hombre, de lo que ha devenido la nueva religión: el dinero”.
El director de «Desaparecido», «Amén», «Z», «La caja de música», habló de crisis y de cine, mucho más de lo primero, poco antes de presentar en la nueva Filmoteca de Cataluña (que le pareció “impresionante”) su último filme estrenado, «Eden a l’Ouest «, cuyo pase cerró una completa retrospectiva de su obra.
Costa-Gavras (nacido Konstantinos Gavras en Loutra Iraias, en Arcadia, en el Peloponeso, en 1933) muestra muy buen aspecto, con un aire incluso de galán a lo Yves Montand (al que por cierto dirigió en filmes como Estado de sitio y La confesión). Preguntado así a bote pronto sobre si se siente indignado y qué es lo que le indigna, respondió: “Me indigna el hecho de que los dirigentes elegidos no dirigen los Estados, sino que los dirigen los bancos, los accionistas que hay detrás, de los que se habla muy poco, y los especuladores”. Deploró que en esta Europa “no haya una visión política y filosófica”, sino que se haya convertido en “un supermercado”.
En cuanto a la situación de Grecia, consideró: “Es trágica. El pueblo griego sufre enormemente. De las elecciones solo podemos esperar que surja algo muy negativo, dado el desacuerdo total de los dos grandes partidos.No sé si saben que los jóvenes griegos se están marchando masivamente, sobre todo los cuadros, arquitectos, ingenieros, abogados. Así el país se empobrece doblemente”.
Y añadió: “hay una responsabilidad de los políticos griegos, posiblemente el pueblo griego tiene también una cierta responsabilidad, pero Europa es la gran responsable por haber dejado que la deuda griega creciera de esa manera. ¿Qué hacía Alemania vendiendo submarinos a un pequeño país como Grecia cuando sabía que no iba a poder pagarlos? Todo el mundo estaba contento de vender sus productos a Grecia y al final Grecia no puede pagar, voilà”.
La ultraderecha no parece preocuparle especialmente. “No está solo en Grecia -aunque ha aumentado hasta el 7 % cuando en el resto de Europa está entre el 2 % y el 4 %- sino en todas partes. Son los bárbaros de cada país. Pero no son el problema número uno”.
¿Es la avaricia la causa principal de esta crisis?, se le preguntó. “No, el problema actual no es la avaricia, es la rapacidad”.
Dijo que ha pasado dos años y medio leyendo libros de economía para su nueva película y le ha resultado “tragicómico” descubrir “que toda la gente rica se manifiesta insatisfecha con lo que tiene y aspira a tener un tercio más”.
¿Observa alguna solución a la crisis? “Los cineastas no tenemos soluciones, no es nuestro papel, las soluciones tienen que venir de la gente a la que votamos, que para eso están. Los cineastas tenemos en todo caso que hacer preguntas, las justas”. ¿Y cómo devolver la dignidad a la política? “Tratando de elegir bien a la gente. No todos los políticos son corruptos, aunque muchos son débiles, una debilidad que proviene de pensar más que en otra cosa en hacerse elegir”.
No es optimista. Hablando de la extensión y estatalización de la tortura, una práctica que ha denunciado en sus filmes, observó que la democracia “existe cada vez menos, estamos dirigidos por los grandes grupos financieros; probablemente nos encontramos ante el fin de una civilización”.
A propósito de Eden a l’Ouest, que trata del drama de los inmigrantes en Europa, subrayó que estos son un elemento positivo y que actualmente 25 millones de franceses son descendientes de ellos en primera o segunda generación. “Hay que tratar a los inmigrantes de manera humana y no como enemigos”.
¿Habría querido hacer Costa-Gavras películas de otros géneros? “Nunca he dicho que mis películas sean políticas. Hago películas sobre nuestra sociedad, sobre lo que veo. Somos contadores de historias en imágenes. En realidad todo es política, lo son las películas de Esther Williams, que a mí me hicieron creer que todo el mundo en EE UU vivía en casas con moqueta y piscina, o las de Schwarzenegger, que hacen creer que se pueden ganar todas las guerras con músculos”.
Costa -Gavras tuvo un recuerdo para el desaparecido Jorge Semprún, su amigo. “Él sabía lo que había que decir y probablemente lo que había que hacer”.
* De Jacinto Antón, publicado por El País, España, reproducido en forma íntegra por su valor informativo.