Crisis: corrupción y drogas
En un artículo que escribí en estas páginas en agosto de 2018 dije lo siguiente:
“Sin embargo, lo que me impulsa a traer el tema es la presente ola de adicción que desde 2010 rodea las drogas derivadas de los opioides, grupo al cual pertenecen la morfina y la heroína. Falta la película o el drama que indique que una nación en la que hoy día se desdeña la ciencia y cuyos habitantes creen que el conocimiento médico se adquiere de la red o de la televisión [… ] muchos se han vuelto adictos gracias al mercadeo legal del opioide manufacturado oxicontin (Percoset). El medicamento, píldoras que funcionan como la heroína, fue aprobado para ser recetada en 1995 y, sus productores, la compañía farmacéutica Purdue y sus publicistas, convencieron a los médicos de que el medicamento tenía el mismo poder analgésico de heroína sin sus efectos adictivos.”
Mi llamado ha sido respondido con el filme que nos ocupa. Diseñado como un thriller del trasiego de drogas, escrito y dirigido por Nicholas Jarecki, los temas que maneja han de levantar ronchas entre los que no creen en la complicidad que hubo entre la FDA (los que aprobaron el oxicontin), la compañía farmacéutica que la hizo, la mercadeó y mintió sobre sus efectos adictivos y sobornaron a médicos corruptos prisioneros del embrujo de Mamón. Aunque eso último no se presenta directamente en el guion, la corrupción de los oficiales de la compañía está a clara vista y su intensión de que un científico altere sus resultados y mienta sobre los efectos dañinos de la droga que desarrolla es uno de sus temas principales.
El doctor (se entiende que es PhD y que enseña biología en una universidad de Detroit) Tyrone Brower (Gary Oldman) investiga en el laboratorio los efectos de la nueva droga que quieren mercadear cuánto antes. Los resultados no son buenos. La compañía está que trina porque sus proyecciones indican que los ingresos serán mucho más que los de oxicontin. Su directora, la doctora (no en medicina) Meg Holmes (Veronica Ferres, cuyo parecido con Ivanka Trump me hizo sonreír) quiere hacer ver que los resultados de Bower están incorrectos.
Mientras tanto, Claire Reimann (Evangeline Lilly) una adicta a oxicontin que está tratando de recuperar, busca a su hijo desaparecido ayudada por su hermana Susan (Mia Kirshner). La conexión entre esta subtrama, el tema de la producción de una nueva droga que supuestamente no causa adicción y los esfuerzos del FDA para atrapar unos contrabandistas de la droga fentamil a través de la frontera entre EE. UU. y Canadá, la provee Jake Kelly (Armie Hammer). Kelley, el agente de la FDA en el caso de los contrabandistas tiene una hermana que está adicta a las drogas a de quien tiene que encargarse y, simultáneamente, negociar con el jefe de esa pandilla a quien llaman “Mother” (Guy Nadon). Este capitanea una ganga de armenios que no lo piensan dos veces antes de matar a quien sea.
La cinta se mueve con un ritmo perfecto para su género y la intercalación de las tres historias que forman el cuerpo de la trama tiene sentido dramático, aunque algunas cosas (las dejo para que las deduzcan) requieren saltos de fe del espectador. Si la persecución de los contrabandistas es, más o menos, cosa que hemos visto antes, el intento de soborno de un científico por una compañía farmacéutica es algo nuevo en el cine. Sabíamos (lo menciona el personaje de Oldman) como la industria del tabaco ocultó la dependencia de la nicotina de muchos fumadores y los efectos mortales del hábito de fumar. No solo eso, la parte del guion que sigue las vicisitudes del doctor Bower muestra como, para obtener dinero para partes de sus funciones, algunas instituciones de “enseñanza” están dispuestas a bajar sus niveles morales. Con las revelaciones de compra de influencias desde escuelas primarias y secundarias hasta las universidades y colegios (“colleges”) élites por gente de mucho dinero, eso da pie para que alguien le dedique tiempo a ese tema en el futuro.
La película se debe de ver no solo porque es un thriller divertido, sino, como ya he dicho, por sus temas principales. Además, el elenco, en el que abundan actores canadienses, es excelente. Una de ellas, Evangeline Lilly, rinde una actuación destacada como la adicta en recuperación atribulada por la desaparición de su hijo. Su determinación y su empeño de esclarecer el enigma son creíbles y conmovedores. Como siempre, observar una actuación de Gary Oldman es un deleite.
Desde que escribo críticas de cine no leo las de otros hasta que la mías salen publicadas. De hecho, dejé de ir a “previews” porque no quiero dar mi opinión hasta que no escriba la reseña. Explico porque con esta casi rompí mi auto compromiso. Me llamó la atención una noticia (no era una reseña) sobre el filme que decía que había recibido malas críticas por la presencia en él de Armie Hammer, quien está acusado de acoso sexual. No tengo opinión sobre eso pues no se nada y está en manos de sus abogados y los de las supuestas víctimas. El actor ya ha perdido sus representantes y agentes y, espero, que, si es culpable, que pague y desaparezca del cine. Pero yo juzgo lo que veo en la pantalla, no lo que hacen o dejan de hacer los actores en su vida privada. Aunque un poco distinto, a pesar de que el actor James Woods respalda a Ted Cruz y respaldó a Trump y también perdió sus agentes, sigo viendo sus películas y pensando que es un excelente actor. Y ¿acoso sexual?… ¿Qué hubo del expresidente? La cinta, que estuvo en los cines, está en la red, en Amazon.