¿Crisis del amor?

Brett Ryder
Flechazos numéricos de San Valentín
Tal vez éste es el mejor ejemplo de lo que llamo “errores de primera plana”: la afirmación absolutamente errónea que apareció en la portada de un periódico que indicaba que el 80% de los matrimonios en Puerto Rico termina en divorcios. La primera plana de El Nuevo Día, del martes 29 de enero de 2013 tenía un titular que leía,“Juntos Pero No Casados. Entre 2000 y 2010:
El índice de divorcios subió de 52.4% a 78.2%”.
Lo que más me llamó la atención de la cobertura periodística de este tema, fundamentada en un burdo error, fue la consecuente sarta de explicaciones que se ofrecieron para elucidar un fenómeno que no existe. Hubo quienes afirmaban que la institución del matrimonio estaba en crisis, mientras otros aducían que la situación económica le ha puesto cierto freno a los divorcios, pues las deudas personales tienen el don (o tal vez la maldición) de mantener unidos a matrimonios que en otras circunstancias ya se habrían divorciado. La elucubración más original me pareció aquella de un comentarista que llegó a declarar con total convicción moral que lo que estaba en crisis no era el matrimonio, sino el amor. ¿Y qué tal si todos esos argumentos se fundamentaron en unos hechos falsos?
La declaración de que lo que está en crisis es el amor resulta ser algo arriesgada en un país donde existe toda una industria que capitaliza sobre el amor. Los moteles en nuestro país han presenciado todo tipo de amor en sus íntimos recintos: amores apenas iniciados, amores de emergencia, amores desesperados, amores aletargados, sigilosos amores clandestinos, esperanzados amores aburridos, amores bendecidos, amores comprometidos, amores terapéuticos, amores medicados, amores inesperados y amores ansiosamente planificados. Tanto abunda el amor en nuestra isla que la carretera de Caguas a Rio Piedras ha sido testigo de múltiples ampliaciones, remodelaciones y expansiones en su industria motelera. La inversión de capital en uno de esos moteles lo ha transformado a tal grado que dejó de tener habitaciones y ahora tiene “villas”. Me imagino que la vista a una de las quebradas del lugareño Rio Cañas hace sentir a sus huéspedes como si estuviesen en una villa mediterránea. Los requerimientos de tanto amor han motivado diversas ofertas en dichos moteles, como uno que ofrece Villas de Balcón (con vista a la mencionada quebrada), Villas del Monte (con vista a los matorrales y las malangas), Villas Reales (con decoración elegante y conexión para iPod), Villas Jacuzzi Balcón (para que los huéspedes se sientan como jicotea del Río Cañas), Villas Jacuzzi Zen II (con jacuzzi y ambientación ultralujosa, lo cual supongo que ayuda a la meditación Zen, ¿no?), Villas Love Machine (sin conexión para iPod, pero con otros aditamentos) y la que ha resultado ser la más popular, Villas Disco (con sistema surround sound, luces de discoteca, tarima y tubo).
Más allá de las percepciones sobre la abundancia del amor, la escasez del matrimonio y el aumento en los divorcios, que pueden o no estar de acuerdo con nuestra realidad social, existe una realidad numérica que no se puede ignorar. La afirmación de que el 80% de los matrimonios termina en divorcio es una aberración estadística, no sociológica. Lo que hay que explicar no es la alta proporción de matrimonios que termina en divorcios, sino el descomunal error que ha creado la ficción de un alto número de divorcios.
Errores de primera plana
En los inicios de la era de las computadoras se popularizó el aforismo garbage in, garbage out (si entra basura, se produce basura), para referirse al producto de un proceso computadorizado que comenzó con datos de cuestionable rigurosidad. El profesor Paul Starr afirmó en su ensayo de 1987, The Sociology of Official Statistics (contenido en el libro The Politics of Numbers, editado por W. Alonso y P. Starr), que cuando se trata de estadísticas oficiales, aquellas producidas por las organizaciones del estado, este principio no aplica, pues lo que ocurre es un garbage in, consensus out. En materia de estadísticas oficiales, aún cuando los datos sean deficientes o hasta equívocos, una vez se informan, se produce un consenso que los da por válidos.
En Puerto Rico esta situación es la que sucede con los errores de primera plana, con el agravante de que los titulares de las portadas de un periódico tienen una gran audiencia, la cual no se limita a quienes compran el periódico o lo visitan por internet. A los errores de primera plana también se exponen los transeúntes y choferes de automóviles, quienes ven el titular en cada esquina y semáforo de la ciudad en su agobiante trayectoria de tapones mañaneros. Estos titulares se potencian aún más por las estaciones radiales y televisivas que en múltiples ocasiones repiten los titulares y los comentan y los analizan en el transcurso del día. Aplicando las palabras del profesor Starr a este contexto, los titulares numéricos de los periódicos, aunque sean equivocados, se convierten en el consenso social.
Ante tanto consenso, no es de extrañar que en ocasiones yo tenga que asumir la posición de un apóstata de la estadística. En esta situación nada grata, he pensado muchísimas veces si acaso quien está equivocado soy yo, pues no he escuchado a ninguna persona sostener mi argumento de la equivocación del 80% de matrimonios que termina en divorcios. Pero después de verificar los cálculos y replantear y cuestionar mis propios argumentos, no me queda otra alternativa sino insistir en que estamos ante un error de primera plana.
Matrimonios y divorcios
Remitiéndonos a la primera plana ya mencionada, en esta apareció que el índice de divorcios para el 2010 subió a 78.2%. De primera intención, tuve mucha cautela al leer el titular, pues no sabía qué era eso de un “índice de divorcios”. El texto de la noticia especifica que se refiere al por ciento de matrimonios que termina en divorcio, lo cual no deja ninguna duda sobre su interpretación (equivocada a mi entender). La fuente de las estadísticas oficiales de matrimonios y divorcios en Puerto Rico es el Registro Demográfico, adscrito al Departamento de Salud. Anualmente este Departamento produce su Informe de Estadísticas Vitales, el cual contiene los datos oficiales de la cantidad de matrimonios y divorcios por año en una serie histórica de varias décadas (vea Tabla 1).
Fuente:
Departamento de Salud de Puerto Rico. (2012). Informe Anual de Estadísticas Vitales, 2009 y 2010: Nacimientos, Matrimonios y Divorcios. San Juan, Puerto Rico. Disponible en el portal electrónico del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico. http://www.estadisticas.gobierno.pr
Al observar los datos se encuentra que durante el año 2010, el estado realizó 17 786 matrimonios y concedió 13 913 divorcios. El resultado de dividir el número de divorcios (13 913) entre el número de matrimonios (17 786) es igual a 0.782 (13 913 / 17 786 = 0.782). Es absolutamente incorrecto interpretar este 0.782 como que 78 de cada 100 matrimonios terminaron en divorcio, tal y como se afirma en el texto de la noticia (redondeado a 80% o a 8 de cada 10 matrimonios). Esto podría ser correcto sólo en el caso improbable de que todas las personas que se divorciaron en el 2010 (13 913) contrajeron matrimonio también en el 2010. Como es de suponer, quienes se divorciaron en el 2010 fueron aquellas personas que contrajeron matrimonio en el 2009, 2008, 2007, etc. Esto es, quienes tienen probabilidad de divorciarse en el año 2010 son todas aquellas personas que estuvieron legalmente casadas al 31 de diciembre de 2009 (para efectos de este cálculo se puede ignorar a quienes contrajeron matrimonio en el 2010 y se divorciaron también en el mismo 2010).
Para poder determinar qué por ciento de matrimonios terminó en divorcio en el 2010, hay que dividir la cantidad de divorcios concedidos en el 2010 (13 913) entre la cantidad de matrimonios que existían en el 2010 (note la diferencia entre matrimonios que existen en el 2010 y matrimonios contraídos en el 2010). La cifra de matrimonios existentes tendría que estimarse por otros métodos, como la realización de una encuesta o de un censo, pues no es una cifra que pueda deducirse exclusivamente de la cantidad de matrimonios y divorcios que el estado oficializa en un año.
Utilizando los censos de Estados Unidos realizados en Puerto Rico para el 2000 y 2010 se puede obtener un estimado del número de matrimonios existentes en Puerto Rico para dichos años, asumiendo que es igual al número de hogares habitados por personas legalmente casadas (Tabla 2). La cantidad de matrimonios que terminó en divorcio en el 2010 es igual a la cantidad de divorcios concedidos en el 2010 divididos entre el número de matrimonios existentes en el 2010 (13 913 / 619 876), lo cual resulta en un 2.2%. Esto es, en el 2010, el 2.2% de los matrimonios terminó en divorcio. La cifra correspondiente para el 2000 es 1.9%. En resumen, el error de primera plana consistió en informar que en el 2010 un 80% de los matrimonios terminó en divorcio, cuando el cálculo correcto es un mísero 2%.
Fuente:
(1) U.S. Census. (2003). Married Couples and Unmarried Partner Households 2000, Disponible en: www.census.gov/prod/2003pubs/censr-5.pdf
(2) American Fact Finder. DP-1 Profile of General Population and Housing Characteristics: 2010. Geography: Puerto Rico. Disponble en http://factfinder2.census.gov/faces/tableservices/jsf/pages/productview.xhtml?src=bkmk (Recuerde seleccionar en Geography: Puerto Rico).
(3) Departamento de Salud de Puerto Rico. (2012). Informe Anual de Estadísticas Vitales, 2009 y 2010: Nacimientos, Matrimonios y Divorcios. San Juan, Puerto Rico. Disponible en el portal electrónico del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico. http://www.estadisticas.gobierno.pr
La lógica exige que se cuestione toda conclusión cuando está fundamentada en premisas falsas. ¿Qué dirían ahora los profetas de la crisis del matrimonio y del amor? ¿Y qué dirían los teóricos de que la mala economía frena en algo el número de divorcios? A juzgar por el ínfimo aumento en una década de la proporción de matrimonios que termina en divorcio cada año, precisamente en la década de una de las peores crisis económicas de nuestra historia, parece que se requerirá de un cataclismo social-económico-ambiental para que esa cifra aumente en un punto porcentual.
De amados errores y de amores errados
Al hablar de errores, me parece siempre prudente citar a Marco Tulio Cicerón, quien expresó con profunda convicción política en su Filípicas que “De hombres es equivocarse, de locos, persistir en el error”. Los errores, ya sean periodísticos, estadísticos o amorosos, cuando se admiten y se rectifican, engalanan nuestro carácter. Pero si de locura se habla, hay que recurrir al escritor y periodista norteamericano, Ambrose Bierce, quien en su Diccionario del Diablo definió el amor como aquel estado de insania temporera que puede curarse con el matrimonio.
No sé si acaso es mi predisposición dialéctica a pensar en realidades cambiantes, pero no entiendo el porqué de tanto desdén por los divorcios. En este último año, todas las amistades, familiares, vecinos y compañeros de trabajo que conozco, una vez llegan a divorciarse, se rejuvenecen física y espiritualmente. Como estadístico, no entiendo la obsesión con los números del divorcio. El amor, al igual que la estadística, es una confluencia de probabilidades y de eventos improbables, y un juego de errores por detectar y errores que obviar. En este caso, como en muchos otros, recomiendo a la audiencia que ignore las tablas numéricas, en favor de una exhortación en nada quimérica. Dice la escritora afroamericana Maya Angelou,
“Tenga la valentía de confiar en el amor una vez más;
y siempre, una vez más”.