Cuestión de género: Ciclos

Naudline Cluvie Pierre
1.
«Existen dos tipos de personas en el mundo,
los seres humanos y las mujeres.
Y cuando las mujeres tratan de comportarse como seres humanos
se les acusa de intentar ser hombres».
–Simone de Beauvoir
2.
«La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido,
aunque agradable y gracioso».
–Erasmo de Rotterdam
Cuando cumplí catorce años, y mi primera menstruación, me matricularon en un colegio católico. Allí establecían, las maestras y los compañeros, que la nena tiene que esperar a que el nene la invite a salir la primera vez, nunca ella a él; que una chica no dice lo que piensa o siente, sino que debe responder como se espera que lo haga, siempre discreta y obediente. Eso no cambió al graduarme. Pues desde adolescente, constantemente algunos amigos de mis padres preguntaban si ya tenía novio como algo indispensable. Tuve un par de relaciones con chicos, para que no molestaran más y para probarles que podía cumplir con sus requisitos de “fémina normal”. [También tuve una novia, pero de eso no se hablaba, eran los ochentas]. Me cansé de complacerles. No quedó ahí, al decidir estudiar literatura en la universidad, una exnovia de mi hermano dictaminó que esa carrera “solo servía para casarme con un hombre con dinero y tener temas de conversación culta”. Cuando fui mayor decidí ser yo. Somos muchas a las quisieron vestir de silencio, pero cada vez gritamos más fuerte.
3.
«La abolición del derecho de una mujer al aborto,
cuando y si lo quiere,
equivale a la maternidad obligatoria:
una forma de violación por parte del estado».
–Edward Abbey
A los 17 años, mientras hacía ejercicio en el parque de la urbanización, dos encapuchados me violaron. Fue salvaje y doloroso en demasiadas formas. Una de las voces me era conocida, pero con el pánico nunca la definí. Creí morir durante esa pesadilla; rematada cuando a las dos semanas la “prueba” dio positivo. Intenté suicidarme ingiriendo medicamentos, que luego vomité. En clase, no solo en la de religión, las maestras, el cura y compañeros condenaban el aborto como pecado de asesinato; sobre cómo muchas mujeres provocan los ataques sexuales. Mi compañera, mejor amiga de la escuela y mi primer beso, Laura me ayudó a conseguir unas pastillas. Tuve una hemorragia, que afortunadamente duró poco y me bajó la regla. Me gradué con honores de esa escuela a la que nunca regresé. Cuando quedé embarazada por segunda vez, con un ex novio, decidimos que siendo universitarios no era el momento. Aborté. A la salida de la clínica me dieron un folleto con fetos desmembrados y los traumas mentales posteriores en la mujer. Nunca me traumaticé, ni ninguna de esas mentiras. Pero años después supe que mi querida Laura (mi primer amor) había muerto en Nicaragua, donde era profesora, a causa de un aborto clandestino.
4.
«Aún sí me vistiera para tu atención,
no significa que me visto para tu agresión».
–Anónimo
Cuando recibí la admisión a la universidad, finalmente me sentí plena e independiente. Llegar al campus y aprender sobre mis materias favoritas, pertenecer a una comunidad con intereses culturales, políticos, intelectuales, artísticos que todavía me llenan, y crecer como mujer. Todo tan diferente al ritual de deformación del colegio católico donde estudié. Empezando el segundo semestre, el profesor de uno de mis cursos favoritos me paró en el pasillo subterráneo de Humanidades. Emocionada pensé que felicitaría el ensayo literario que le entregué para una revista universitaria. Le comentaría que ese sería el tema en mi tesina de cuarto año. Me mira de frente, me pregunta, más bien, me dispara: “¿Y cómo te gusta hacerlo más encima o debajo?” Escuché helada. Pasó a mirar entre las piernas y mueve sutil su cadera. Contesté no puedo creerlo, contestó, “perdona, ¿eres virgencita?” Le solté un puerco, y me marché a la siguiente clase, pensando: “Bienvenida al mundo de los adultos”.
5.
«…al fin y al cabo, algo tuvo que surgir en algún momento
de donde no había nada de nada…»
–Jostein Gaarder
Cuando mi ex marido finalmente me confesó que no me quería, en un fastfood (así de especial fue…), yo sabía la relación ya no estaba funcionando, en especial por mi malhumor del último año. Él: “estoy harto de lo mucho que hablas de los poetas esos; pierdes mucho tiempo escribiendo…”. Fui una esposita perfecta los primeros años yo leía y escribía en privado, viajábamos juntos, solo iba a sus conciertos y a fiestas de sus amigos. Pero cometí varios errores como pareja, decidí firmemente: tener el hijo (cuando quedé embarazada de él); publicar y leer poesía en público, y mantener esas nuevas amistades apalabradas me llenaban. Muy al principio, intentó aceptarlo. Finalmente me confesó en aquel fastfood que abandonaba la casa. Pregunté, en voz baja, entre pánico y coraje: ¿y ahora que se supone que haga? Respuesta: “obvio, eres la mujer: te quedas con el niño y el apartamento [que es de mis padres], por eso no te apures”. Se llevó lo demás, menos mi amor propio, decisiones y mi libertad.
6.
«Todos los seres humanos nacemos con la capacidad
de sentir atracción por ambos sexos.»
–Megan Fox
Cuando me descubrí que era bisexual, fue cuando aprendí que esa palabra existía. Esa necesidad de poner epítetos, la mayoría de las veces para discriminar. Incluso, los que sentencia que la bisexualidad no existe, que es una excusa para esto o aquello. El problema era el miedo en mi época de adolescente en los bajos ochentas, el problema fue tratar de complacer a la sociedad familiar, el problema fui yo la mayoría de las veces… Con Laura, en la secundaria, era tan natural como apoyarnos en todo, estudiar juntas y darnos un beso de buenas noches y otro de buenos días, cuando me quedaba un fin de semana cada dos meses en su casa. Nunca lo vi ni como sexual, ese amor como sentir el rocío de salitre en el amanecer. En la Universidad tuve encuentros secretos con una compañera de las clases de italiano, pero un día su hermano nos vio y ella se dio de baja. ¿Cómo podemos estar atemorizados del sentimiento más noble y auténtico? ¿Por qué tengo que decidir si mi pareja tiene pene o vagina?
7.
«Una sociedad obsesionada con la delgadez de las mujeres,
no está preocupada por su belleza, sino por su obediencia»
–Naomi Wolf
Cuando me diagnosticaron una enfermedad endocrina y cáncer de tiroides, ya sabía que algo estaba mal con mi cuerpo. Perdí la menstruación prematuramente, eso fue lo mejor; se me caía el cabello; mi espejo no miente, engordé. Igualmente dejé de ser invitada a dates e, incluso, a participar en actividades o filmaciones. Hubo citas donde, de la primera, soltaron: no te apures que conmigo vas a rebajar o ay, nena, te voy a dar el teléfono de mi gimnasio. Varias amistades comentan constantemente sobre dietas. Otro que ya no me retrata en actos públicos. ¿Los avergüenzo? ¿Mi calidad es relativa al físico? Otros insisten por WhatsApp, se da la primera cita, y concluida desaparecen. ¿Temerán ser descubiertos con una gorda? Un gordo es aceptable; una gorda, sospechosa. Un gordo es divertido; una gorda, descuidada. ¿Desagradable, sospechosa, descuidada? Mi espejo es otro.