De Ferguson a Ayotzinapa: La nueva cara de nuestra América
¿Quién dice que es el fin de la historia? Ahora que el momento de Ferguson, Ayotzinapa, y Je Suis Charlie se va dispando, los mensajes confusos no cesan. Aumenta la desigualdad entre los que mandan y los de abajo, las diferencias de clases sociales, razas, religiones y género son marcadas, pero el asunto se lee como una cruzada, la guerra contra el terrorismo, la defensa de la libertad de expresión, o como se dice en inglés, los “Culture Wars.” La historia va caminando como un borracho en la calle San Sebastián.
El presidente Barack Obama se para ante el púlpito para pronunciar su discurso del estado de la nación y nos dice que la economía está mejorando –esa mejoría se da gracias a la caída reciente de los precios del petróleo– pero perdimos tanto en la recesión que no se puede decir que hemos sanado. Anuncia ayudas para los trabajadores en términos de salarios mínimos y pago por ausencia laboral debido a enfermedad, pero sigue proponiendo leyes promoviendo el libre comercio, que resultan en pérdidas masivas de empleo. Anuncia el fin de las guerras en Irak y Afganistán pero sigue aumentando la guerra “limpia” de drones y asesinatos controlados desde el cielo.
Y no podemos olvidar la «obamapertura» con nuestros hermana/os en Cuba. ¿ Cuáles pueden ser las motivaciones de este acto? Mejorar el legado de un presidente que perdió la oportunidad de implementar cambios reales en los primeros dos años de su término, quizás. Encantar a gobiernos moderados de América Latina mientras sigue con la agenda de libre comercio en el Caribe, lo más probable. ¿Aislar a Venezuela, primero, y después a Bolivia, Uruguay…Argentina? Complot o no, es evidente que a Hillary Clinton y al Departamento del Estado les preocupaba la condición de la salud mental de la presidenta Fernández de Kirschner en la famosa revelación de Wikileaks en el 2010.
Claro que donde quiera hay problemas. No hemos evaluado realmente la eficacia del experimento bolivariano de Venezuela, el populismo de Bolivia, el neoliberalismo progresista de Brasil. Pero sí estamos claros de que después de tantas declaraciones sobre el deseo de este presidente de que Puerto Rico podría hacer una libre determinación de su status, lo que tenemos es deuda tras deuda, una metáfora del famoso “chokehold” al que la policía de Nueva York sometió a un hombre en la calle alegadamente vendiendo cigarrillos libre de impuestos. Pero si miles de boricuas saliera na las calles con camisetas que digan: “No Puedo Respirar” no creo que se entenderá el mensaje. Lo que se puede asumir es que están planeando lo mismo para Cuba, pero no llegarán a la quiebra por muchos años más, cuando ya nadie recuerde cómo se abrió el país a inversionistas.
La desigualdad crea una quiebra en lenguaje, se manifiestan contradicciones que se vuelven falsedades. El doublethink de nuestra época contemporánea nos trata de convencer que ir a ver la película The Interview es un acto patriótico, que construir edificios masivos para ricos crea vivienda asequible, y que la paz se obtiene a través de guerra. Lo único que es cierto es que, al llegar el año 2016, el uno por ciento de la población mundial controlará más riquezas que el resto de las personas en el mundo. Este mero hecho parece que tiene el poder de acabar con el poco de razón que queda todavía.
Hasta el mismo discurso de Obama fue interpretado en dos narrativas distintas en las repuestas que dio el partido Republicano. La representante Joni Ernst (en inglés) ni siquiera mencionó la reforma de inmigración, mientras que el representante Carlos Curbelo (en español) insistió en que el Congreso, ahora dominado por miembros de su partido, necesistaba encontrar soluciones para el problema. Este fenómeno presenta la mismita división de tareas que se nota entre Fox Latino, que también reporta noticias favorables a los derechos de inmigrantes, mientras Fox.com plantea que hay peligro de que los inmigrantes puedan cargar enfermedades como Ebola al cruzar la frontera con los Estados Unidos.
Como dijo Obama, el siglo ya tiene 15 años, pero aunque empezó con los ataques en bajo Manhattan, nada de eso se resolvió. No es que hay un ataque contra la libre expresión o la democracia ni nuestra “manera de ser.” Lo que hay son grupos de hombres con armas, disparando cuando pueden, mientras las organizaciones de otros payasos insisten en que ellos fueron los responsables. Nuestros “intereses” no son de nosotros, son dirigidos desde las oficinas de los hermanos Koch, por ejemplo, o el comité olímpico internacional, o quizás Jay Z y Beyoncé.
Puede ser que movimientos como el del Syriza, cuyo mensaje es explícito en condenar la austeridad, nos puedan dar ánimo. Entregarse a las provocaciones de la lengua de la calle, o simplemente ofrecer resistencia en palabras pequeñas o grandes, en el trabajo o la cafetería, es algo nutritivo en el escenario del neoliberalismo. Escapar la lógica de programación, privatización, y deculturización se puede hacer fácil, pero necesita un poco de consciencia.
El uruguayo Rodó, en su ensayo “Ariel,” publicado a los principios del siglo 20, comentó sobre los Estados Unidos que “aunque no los amo, les admiro.” Después de tantos años de intercambio y el hecho que tantos de nosotros vivimos acá, se puede hablar de un amor a esta tierra, pero como siguen las cosas, nos está faltando la admiración. Por eso, sería más efectivo buscar las conexiones entre las clases populares del norte y así echar para alante. Entre las luchas y los amores de este diálogo se encuentra la imagen de nuestra América.