De murales y el abuso
Hay que comenzar por el abuso.
¿Cuándo se llamó públicamente a que distintos grupos sometieran propuestas para el uso de la Escuela Julia de Burgos en Carolina? ¿Qué criterios se usaron para regalar el plantel por una alquiler de $1.00 a una empresa privada? Y es una empresa disfrazada bajo el subterfugio de la religión y —me río a todo pulmón— ¡el bilingüismo! El nombre de la empresa, que de seguro no solo le costará a los padres de los estudiantes, sino que podemos vislumbrar que en algún momento oportuno puede que pida ayuda gubernamental, es “Fountain Christian Bilingual School”. En esas aguas se bautizarán muchos.
Nosotros, los ciudadanos de este país, somos los dueños (y estamos endeudados) de todos los edificios que el gobierno construye con o sin razón, con o sin ayuda federal, con o sin bonos que no están respaldados por el dinero que recibe el erario. Una alcancía que tiene un roto por debajo y una mano que la soba con lujuria y desparpajo. ¿Qué rey se cree el gobernador Rosselló que es para estar regalando propiedades públicas? El único que se me ocurre es Carlos el hechizado. Aquel permaneció bajo la regencia de su madre hasta que alcanzó la mayoría de edad. Este no ha llegado a tanto, de modo que está bajo la de su papá y, ¡qué suerte para nosotros!, sus allegados.
Los nuevos dueños de la FCBS (el acrónimo está rodeado por una especie de nimbo) cobran $325 de depósito que, según dicen los requisitos de matrícula que se encuentran en la red, son “no reembolsables bajo ningún concepto”. Este requisito cubre todos los “grados” desde preescolar hasta el duodécimo grado y creo que confirma que, como dije al principio, le da un tono empresarial a un sistema escolar que dudo que pague impuestos.
Hay muchos planteles como este y, con la facilidad que se adjudicó este, se están concediendo, aunque dicen “vendiendo”, a precios que son un regalo. Hace menos de un año (martes 16 de mayo de 2017) en La Perla del Sur, el señor gobernador dijo lo siguiente:
“Vamos a trabajar para acoger los 179 planteles que se están cerrando ahora, sino además para investigar aquellos planteles que se cerraron en el pasado, que todavía se desconoce el uso que tienen o el traspaso, para que puedan tener una función. Será un proceso transparente en donde todos podrán participar.”
Más claro no canta un gallito tartamudo.
Hay que aclarar, sin embargo, que la venta de las escuelas en desuso es una estrategia iniciada por el gobernador Alejandro García Padilla con la idea de devolverle algún dinero a las arcas del gobierno. Una idea buena que debió haberse implementado desde mucho antes. No fue hasta el 2003 que se comenzó a analizar el problema, aparentemente sin que se llegara a una conclusión —aunque fuera parcial— ni que se tomaran las medidas correctivas. El estudio debió haber incluido el mal uso de los edificios públicos. Debió también incluir un análisis del alquiler que paga el gobierno por espacios cuando tiene la alternativa de usar los suyos. Según reportado por El Nuevo Día en noviembre 24 de 2016, existían entonces 1,266 planteles, lotes y terrenos que no se usaban De estos 359 eran escuelas. Resultado principalmente de la emigración a EE.UU. de nuestros conciudadanos, esa realidad abrió los ojos a la falta de población escolar de forma especial en Mayagüez, Arecibo y Humacao, donde hay muchas escuelas vacías. Tenemos que entender que no es solamente el gobierno central, sino los municipios que también son dueños de estas estructuras o a los que se le han traspasado los inmuebles.
Lo que es diáfanamente claro es que el pueblo tiene que exigir que los haberes que son nuestro patrimonio no pueden ser donados o regalados a nadie. La idea era venderlos y es lo que hay que hacer. Aun los religiosos pueden pagar a plazo lo que es nuestro y contribuir a la electricidad, el agua, las carreteras, y todos los servicios de los que se benefician. De hecho, ¡deberían pagar impuestos y punto!
No tenemos que buscar mucho para encontrar el núcleo generador de acoplar estos planteles vacíos a organizaciones religiosas. Ni tampoco tenemos que ir muy lejos del capitolio. Existe la ley de iglesias-escuelas para “garantizar la libertad religiosa” que, en realidad, busca satisfacer a los votantes fundamentalistas que no ceden en tratar de que todos nos rijamos por sus creencias.
El regalo de estructuras gubernamentales para adoctrinar los niños es parte del abuso y del peregrino intento de descuartizar la Universidad del Estado para que no sea “un nido de independentistas e izquierdistas” que, se entiende, minan los movimientos anexionistas y el libre pensamiento. Es algo que se han copiado aquí de los derechistas de otros lugares. La respuesta, por ejemplo, del ABC a la separación de Cataluña es casi igual que los argumentos que aquí se esgrimen a favor de las iglesias escuelas y en contra de la Universidad. Ayer (16 de abril de 2018; página 3), en una columna llamando a la unilateralidad de pensamiento en dicho periódico, un editorialista dice:
“Todo el mundo sabe, por ejemplo, que la educación en Cataluña se ha convertido en una descarada fábrica de independentismo que busca afianzar hacia el futuro el proceso secesionista actualmente en curso.”
Acá los anexionistas quieren fabricar fundamentalistas que no piensen en nada más que en la anexión. Un abuso.
Lo que nos trae al mural.
¿Qué vio la persona que pintó sobre el mural de José Antonio Torres Martinó cuando miró la pared? ¿Sería tan fundamentalista esa persona (o el que ordenó la mutilación del arte) que al ver una mujer desnuda en un lugar donde habrá niños especiales de ambos sexos — no me atrevo a decir de distintas orientaciones sexuales — pensó que había que proteger sus sensibilidades? Digo especiales porque niños de ambos sexos y de variada orientación sexual tienen que haberlo visto desde que se pintó hace 52 años. Tal vez la figura que estaba en primer plano a la derecha del recuadro es demasiado ambigua y desafía calificación de género. Y, ¡horror! una forma fálica (que en realidad es una pierna). ¿Vería eso, sabría eso? Sin decir nada de la otra forma fálica que estaba a primera vista en la esquina inferior izquierda del mural. ¿Se daría cuenta, porque conoce el poema, que el Río Grande de Loíza estaba llegando “a un remoto país mediterráneo donde algún fauno…” estaba poseyendo a Julia? Tal vez le estoy pidiendo rosas al algarrobo, y, tal vez, puede haber otras posibilidades.
¿Qué hace en el comedor de una escuela cristiana y bilingüe un poema de una independentista, nacionalista, comunista, izquierdosa que murió en la calle en Nueva York? ¿Cómo se le va a enseñar a los santos inocentes que almorzarán en ese comedor, si esa es la función que continuará teniendo, de muebles blancos y paredes blancas como las almas de los pastores? ¡No! ¡Se requiere pureza y fe!
Otra explicación se me ocurre: los que alquilaron el plantel no saben quiénes son ni Julia de Burgos ni José Antonio Torres Martinó. No importan ninguno de los dos. A lo mejor no eran bilingües, ciertamente los revolucionarios puertorriqueños no saben otra cosa que protestar… en español. ¿Qué importancia puede tener una pintura en la pared en la que una flor verde es el centro esperanzador que el pintor percibió en los versos de la poeta que celebra su sensualidad y la belleza del entorno que atestiguó en sus años mozos? Tal vez corrieron a leer el poema y descubrieron en él la herejía de que lloramos porque nos tienen explotados, ninguneados, esclavizados. ¿Por qué no pueden ser todas las poesías como los salmos o como Eclesiastés, que incluye tiempo de destruir?
Además, lo que eligió remarcar el pintor es el llanto: no se le debe enseñar a los niños lo que es sufrir, mucho menos cuando hay que estar expuesto al suplicio de querer ser lo que no se es. Hay que enseñar mucho para vencer eso. Primero, tienen que ser bilingües y luego aprender historia de Puerto Rico, que, según dice la información general de FCBS será en español, en cuarto, séptimo y décimo grados. Se menciona la novela (que serán escogidas por el colegio), pero para nada la poesía.
Al fin y al cabo el abuso y la destrucción del mural tienen su origen en la ignorancia que sobre nuestra cultura y nuestros logros estéticos afligen las mentes de la secretaria de educación y el gobernador, que debieron haber sabido qué había en la escuela y advertirle a los del $1.00 que no causaran daño. La idea contraria hay que considerarla: que sabían y no les importaba. A ella porque no es de aquí; a él porque no pertenece aquí.