Dead People
El día que recibí el request del amigo periodista Noel Cruz para ser su amiga en Facebook casi infarto. Noel ya había fallecido. De eso va ya algún tiempo en el que, siendo honesta con mi morbosidad, mantengo más de un amigo muerto en Facebook además de Noel. A una de ellas, de hecho, la conocí después de muerta. Esa es Karen Pizarro, una joven que pereció en un terrible accidente aéreo hace escasos años atrás. Otra es doña Madeleine Velasco, viuda de Churumba, a quien, como a Noel, tuve el gusto de conocer.
Supongo que en todo este asunto de dejar abiertas las cuentas de Facebook después que la persona ha muerto hay un elemento emocional relacionado al sentido de la pérdida. La resistencia al desprendimiento, al olvido. Cerrar la cuenta debe equivaler a vaciar el clóset y repartir las pertenencias, a llevar la ropa del muerto al Salvation Army después que en la familia cada cual escogió lo suyo. Cerrar la cuenta de Facebook debe ser como desprenderse de los recuerdos y traicionar la memoria.
Conscientes de esa nueva realidad, los creadores de Facebook han ideado un Cementerio Virtual que muchos internautas desconocen. Sucede que Facebook, la red social más grande del mundo, no se había preparado para enterrar a sus muertos. Con una población de más de 500 millones de usuarios la mortalidad digital es altísima. Una de las razones por las que no se prepararon fue porque en sus inicios los miembros eran particularmente jóvenes, así que el encasillado de muerto o vivo no estaba previsto en los perfiles. Ahora con toda la confusión que han creado las cuentas de muertos en el Internet, los responsables de Facebook han dado vida a este Cementerio Virtual (sí, así se llama) donde los familiares y amigos puedan conmemorar con sus seres queridos las fechas importantes, los aniversarios, las graduaciones de sus hijos, en fin todo tipo de efemérides.
Si ese cementerio virtual hubiera existido y hubiérase conocido y usado desde el inicio de Facebook, me habría ahorrado el susto de la noche que Noel Cruz me requirió como amiga. Me habría preparado también para el mal gusto de quienes invitan muertos de verdad a una fiesta de Halloween o le envían una de esas molestosas tarjetitas de Blingee Book. Aunque estoy segura de que algunos y algunas tal vez quisieran seguir jugando con su Farmville en el cementerio virtual, no creo que comprendan bien la sugerencia de un ‘facial con peeling o la mascarilla con efecto botox y media hora de masaje relajante’ que he visto postiado en algunos muros de usuarios muertos. (Y yo que pensé que tras la muerte no había estrés.)
Déjenme explicar cómo funciona el Cementerio Virtual porque la curiosidad me llevó a averiguarlo. Resulta que si no has nombrado a un sucesor virtual al que le confieras tus contraseñas o tu identidad digital, los responsables de Facebook no pueden darte de baja. De la única manera es que los familiares llenen un formulario y establezcan un link o enlace a tu obituario. Parece que nadie se toma esa molestia o prefiere mantener virtualmente activo o activa al familiar fallecido. Además, ¿qué tal si te llamas Juan Pérez o Ramón Rodríguez y fallece un tocayo? No debe ser agradable entrar a tu cuenta e ir a parar a un obituario. Más de una travesura se han gastado los usuarios en hacer pasar a vivos por muertos. Y restablecer la cuenta para el vivo es un verdadero dolor de cabeza después de haber morado en el cementerio virtual por causa de una broma amiga.
Hay que reconocer que en el cementerio virtual de Facebook los muertos tienen una cierta privacidad. Solo sus familiares pueden visitarlos y se les está vedado hacer amigos nuevos de modo que sólo los que eran parte de la página antes del deceso podrán ver el perfil o ubicarlo en la búsqueda. Se elimina la información de contactos y las actualizaciones de situación según Max Nelly, responsable del portal cibernético, explica en su blog .
Esa privacidad no la gozan completa los que no han entrado al cementerio virtual de Facebook y sencillamente se mantienen vivas sus páginas gracias a parientes y amigos. La privacidad de esos no dista mucho de la que existe en el mundo real donde los deudos y herederos hacen y deshacen, se pelean, disputan los testamentos, van a Corte, desoyen la voluntad del muerto y esas cosas así. O hacen lo que les da la gana y se lo achacan al muerto.
Algo similar ocurre en Facebook. Tengo muertitos que a cada rato cambian su foto de perfil y hasta dicen que le gusta el chef Wilo Benet. Hay muertos que evolucionan como Noel Cruz por ejemplo, que al cumplir sus 60 años cambió su foto de perfil y en lugar de aparecer con Luis A Ferré aparece retratado ahora con Lolita Lebrón.
Entre los mensajes que le dejan los vivos a los muertos en Facebook hay de todo tipo. Está el clásico “I miss you” o “Feliz cumpleaños donde quiera que estés”. “Desde aquí en lo terrenal hasta el paraíso celestial te recuerdo y te felicito en tu bday “(abreviado y todo). “Siempre su espíritu combativo estará aquí conmigo” o “Desde aquí le envío un beso”. “Sé que no estás vivo[a] pero sé que nos cuidas a todos los que te queremos”. “Muchas felicidades, lo[a] extrañamos”. “Sigues dando vueltas por nuestro pensamiento”. “Te recuerdo de manera especial, gracias por tu presencia”
Uno de los que más me llamó la atención fue: “Saludos princesa, me hubiese dado mucho gusto conocerte”. Y a renglón seguido RIP. Claro que ese requerimiento póstumo de amistad es menos fuerte que leer un “Shared this hot video on Fun Space” en la página viva de un usuario fallecido.
Los muertos míos aún no han ingresado al Cementerio Virtual porque sus familiares no han cumplido evidentemente con el requisito de notificar su deceso sino que simplemente mantienen la cuenta abierta. Viven en un limbo virtual que presumo hace menos dolorosa la ausencia puesto que permite “conversar”, colgar fotos, compartir recuerdos y un sinnúmero más de acciones cotidianas.
Cada vez que me detengo sorprendida en ese limbo virtual no puedo evitar pensar en otro que no es virtual y del cual nadie puede dar fe pero hay personas muy ilustradas que aseguran que existe. Es el limbo en el que supuestamente permanecen los miles de jóvenes que han sido violentamente asesinados en Puerto Rico durante las últimas dos décadas. Una zona cercana donde se agrupan miles de almas esperando su redención. Es una imagen irreal que me estremece y asusta.
Esta semana, mientras escribo estas notas para 80grados conmemoro junto a mi familia los 25 años del asesinato de uno de mis hermanos mayores a manos de una de las gangas más sanguinarias que aterrorizó al sur de Puerto Rico en los años 80 y 90, la ganga de Los Martínez. De allá para acá, en 25 años y de acuerdo con las estadísticas de la Policía han sido asesinados casi 20,000 puertorriqueños, la mayoría de ellos hombres.
En las estadísticas que incluyeron a mi hermano para el año 1985, la Policía reportó 572 asesinatos. Actualmente la cifra está en 914; 372 más que hace 25 años y 66 más que el año pasado. La cifra de + 66 la da un reportero radial que lleva su propio registro y que tiene más credibilidad que la Policía que establece la diferencia en + 11 esperando por resultados técnicos forenses. Con la tendencia actual el 2010 cerraría como el año más violento de la historia comparado solo con el 1993 que alcanzó la cifra de 954 asesinatos y el 1994 con 995.
En el mundo de lo espiritual y entre aquellos que practican el espiritismo científico hay quienes plantean que a nuestro alrededor hay miles de esos espíritus confundidos que fueron asesinados como producto de una guerra civil no declarada y que toda esa energía se manifiesta sobre la desenfrenada violencia criminal que azota al país.
Dicen más, dicen que la mayoría de esos espíritus no se reconocen como muertos y que están reencarnando rápidamente, confundidos, llenos de venganza, de odio y de rencor, y que eso explica en parte el caos social y moral que estamos viviendo, nuestro moderno oscurantismo.
Me gustaría que existiera una fórmula mágica y virtual como la de Facebook para comunicarnos y saber dónde están, qué hacen y qué piensan nuestros miles de jóvenes asesinados. Sobre todo aquellos que no alcanzaron la primavera y que en lugar de jugar al FarmVille y enviar tarjetitas de Binglee Book prefirieron hacerlo con AK 47 y de forma nada virtual que digamos. Comunicarnos y preguntarles si de verdad están en un limbo esperando por la redención de su alma. Pero el cementerio dónde están enterrados no es virtual ni se asemeja al de Facebook.