Declaraciones sobre el futuro de la Facultad de Humanidades UPR
Pretender que la Universidad sea un negocio rentable, lo que ninguna universidad pública debe ser, es un modo de asfixiarla con criterios “objetivos” del mercado, sin contar ni contemplar las aportaciones económicas, directas e indirectas, de las disciplinas humanísticas a la sociedad. En esa universidad amenazada, el emblemático laboratorio cultural de la Facultad de Humanidades parece ser la primera víctima proyectada. Por ese espacio acogedor han desfilado escritores universales –entre ellos, cuatro Premios Nobel que han sido claustrales– maestros de las artes representativas, prestigiosos artistas, historiadores, filósofos y lingüistas de nivel internacional; en fin, figuras de excelencia en sus quehaceres espirituales, verdaderos embajadores de la cultura y la memoria. Esa Facultad de Humanidades, que tanto lustre le ha dado a la Universidad y al país, hoy se encuentra acorralada porque no cumple con las medidas de productividad y eficiencia que la estrechez de la lógica mercantil impone. Es la lógica que exige la eliminación destemplada del mayor número de plazas vacantes de profesores, la eliminación de cursos formativos porque no cumplen, a corto plazo, con la cantidad prefijada y rentable de estudiantes, la consolidación de disciplinas, la indiferencia ante el deterioro de la planta física y la implacable consigna de levantar fondos externos y redactar propuestas para financiar sus quehaceres mientras, a la vez, se pretende la más absoluta dedicación a la enseñanza, investigación y publicación. Qué duda cabe que todo proyecto social tiene que poseer cierta sustentabilidad y dar cuenta del uso racional de sus recursos. Pero, qué duda cabe también de que las Humanidades no son una mercancía más de baja rentabilidad. Condenar a la Facultad de Humanidades a la marginación contribuye a la destrucción de la universidad y lo universitario, y nos condena a la barbarie de la mediocridad. No son negocios; son instituciones educativas y culturales que generan, de múltiples maneras, riqueza material y espiritual y aportan a la formación, no solo de los futuros humanistas, sino también de los científicos, los profesionales y los emprendedores del futuro.
La Academia Puertorriqueña de la Lengua Española exhorta a las autoridades universitarias y gubernamentales a garantizar el apoyo, recursos y un compromiso serio con la Universidad y, en particular, con su Facultad de Humanidades. El evidente descuido en que se encuentra esa Facultad, ya desprovista de medios y con condiciones empobrecidas para la creatividad, la investigación y el desarrollo del conocimiento, no solo abona a la destrucción de la idea misma de la Universidad, sino que amenaza el destino cultural y económico de Puerto Rico.