Deglución, arena e imagen: el «sordo ritmo» de Mima
“… yo no he visto el cuerpo de mi voz…”
–Mima en “Itinerarios sonoros 190227-Eduardo, Macha y Mima”
El cobo no lleva su casa a cuestas. La caracola del cobo no es metáfora para el hogar, es su coraza, su capa, su dudosa armadura. La concha del cobo es el ala del murciélago, el caparazón de la tortuga. Con la particularidad de que, en el caso del cobo, el caparazón es desechable y puede ser sustituido incluso por cualquier otra cosa. El cobo no tiene casa, pues evolucionó y vive en la intemperie, cubierto apenas por una tromba cristalizada. Sale a caminar cuando no hay moros en la costa.
En el video Ñam-Ñam, Mima (Yarimir Cabán Reyes) x International Dub Ambassadors, dirigido por Macha Colón (Gisela Rosario Ramos), lo primero que se ve es lo primero que se oye. La música comienza cuando desaparecen las letras y Mima rueda por el suelo. Lo que el video enfatizará será la búsqueda accidentada e incesante de un rastro, de un sentido que nunca llegará, para revelarnos luego que se trata de un maleficio costero. La Mima-oficial de la agencia gubernamental se adentra en el abandono post-María en contrapunto con la aparición fantasmal —hechicera roja del litoral— que canta tras la enramada seca. El inventario de la paródica oficial de FEMA, —la Mima-oficial de FLEMA— nunca logra completarse. Este recomienza una y otra vez con una oficial desmayada y aturdida, de vuelta a una marcha atropellada por las arenas.
Desde el comienzo, la co-incidencia de lo acústico sobre lo visual serán parte del enigma perceptivo que asedia el avatar de Mima en chaleco fluorescente. Para la oficial estatal rellenar y completar su expediente será una imposibilidad repetida pues se ve obligada a lidiar con una topografía deshabitada que, para colmo, le regala el don del desmayo y de un despertar en lugares desconocidos, aunque aledaños a la casa con piso de arena. Sin embargo, parecería que, durante la averiguación estatal, la Mima-oficial escucha voces y, de alguna manera, se sabe expuesta a las irradiaciones de la ausencia y del desgaste salitroso del mar. El video Ñam-Ñam es una emotiva meditación sobre el ahora puertorriqueño que ha secretado el paso del huracán María.
La ola rompe sobre la playa, Mima rueda por el suelo. Tropiezos, caídas, revolcadas. Como si el personaje de la Mima-oficial gubernaMental cargara con una ola, mareada no puede hacer su trabajo para FLEMA. Infectada por los humores del litoral, nuestra evaluadora de propiedades destruidas o abandonadas se topa con su doble, la voz cantante que musicaliza las quijadas, las mordidas palesianas. Van y vienen las quijadas. La deglución interrumpe el inventario de destrozo y ruina devolviendo a la funcionaria a las aguas, a las arenas, a la con-fusión en un litoral arrasado y bello.
En medio de tantos materiales fílmicos (y no pocas columnas) que se producen y estrenan, en estos días, piezas dedicadas a pensar el tiempo social puertorriqueño post-María, el Ñam-Ñam de Mima es un punto de fuga y una alegría que no escamotea tanta rotura y tanto dolor. Por eso, en ocasiones, se ríe, para no llorar. Por eso la lágrima se confunde con la risa y deviene indistinguible una de la otra. Cuántos materiales, “representaciones” y “discusiones” han sido desatendidos por Mima y Macha al momento de poner en imágenes las coordenadas de la otra conversación, la importante, la no-programada por el salón hogar de la resiliencia y la pacatería. Ante el reto formidable que supone para algunos sobrevivir a María y al colapso del Estado en Puerto Rico, en el Ñam-Ñam de Mima no se hallarán tropologías identitarias, ni sentimentalidad nacionalista, ni más de lo mismo para la naturalización de la anomia centenaria. En medio del desierto discursivo contemporáneo —desecado del pensamiento al cual suma sus esfuerzos la lengua identitaria— un cobito avanza al pie de un estante. Sobre la arena negra de una playa, el crustáceo toca el primer estacato. Sobre la misma arena descansa un estante de libros y cae un libro.
Pronto sabemos que se representará la cotidianidad natural del caos y la soledad, pues se ha escogido como escenario privilegiado su más bella imagen, su mejor paisaje: la playa. ¿Cesa el trabajo de la corrosión y del desgaste en la playa? ¿Deja de masticar la mar en la orilla? Por eso en el mar la vida es más sabrosa. El ojo de Macha Colón llega a la luz marina desde la sombra, sobre todo cuando mira la luz metálica del mar desde el filtro de la penumbra. En el litoral, con el cuerpo expuesto a las arenas del tiempo, en la playa, se le siente el humor a la vida.
A pesar de la desolación que rápido representa el video, sin embargo, algo o alguien se ha comido algo y está en las de jugar. Alguien se ha metido algo al cuerpo. Antes o durante la pesquisa oficial, la zona costera será espacio de transformaciones sutiles, espacio para la escucha y zona donde una afectación —invisible, sorda— continúa allí, irradiando. Celebro esta graciosa entrega estética —entrega del humor, entrega de tanta gracia— para pensar una condición de época en las afueras de la hegemónica sentimentalidad de las banderas, de las nostálgicas tribulaciones genealógicas y los ay-benditos que no abandonan la pantalla mediática. Pienso el trabajo que se recoge en el video de espaldas a las sempiternas narrativas morales, de cualquier pelambre, que no cesan de clausurar la conversación política en Puerto Rico. ¡Qué clase de abrazo —la de esta performance colectiva liderada por mujeres— a la relevancia contemporánea de una pregunta más bien básica! Sin marco teórico, auspicios municipales o recitación disciplinaria. ¿Qué efectos existenciales, sobre el cuerpo, sobre la posibilidad perceptiva de un sujeto desata una vida —un sobrevivir— entre escombros y de cara a la destrucción de tantas cosas que trajera eso que vino del mar y se metió en la tierra?
Los des-doblajes, los avatares de Mima registran una emanación imaginaria (de imágenes) y hacen sensible las consecuencias que comporta incorporar —contacto y absorción— lo que se escribe en un litoral desastrado y vacío. La estética del video y la efectiva re-escritura musical del célebre poema de Luis Palés Matos apuestan por des-subjetivar las frágiles evidencias de uno de los grandes poemas onomatopéyicos del poeta de Guayama. Mima no parece suscribir, mucho menos apropiarse de la repartición de saberes, archivos o prácticas que adjudica el poema de Palés —no sin ironías— a entidades geopolíticas reconocibles:
Asia sueña su nirvana.
América baila el jazz.
Europa juega y teoriza.
África gruñe: ñam-ñam. (“Ñam-Ñam” 518)
Lo extraordinario de esta versión audiovisual del “Ñam-Ñam” palesiano es la sutil des-identificación cultural y des-autorización —poética e histórica— del cuerpo cartográfico con el cual la onomatopeya palesiana cierra el poema. Situación que el poema ya había echado a correr una vez privilegia las lógicas de la deglución, pero en su final terminan atadas a una personificación geo-cultural. La masticación favorecida por el video es la del tijereteo de las quijadas, la ingestión y sonoridad devorante que ahora serán —no un atributo continental— sino el doble de las idas y venidas del mar, del oleaje. La masticación pivotea, incluso, la rítmica de la canción. Ir y venir también han sido subrayados en los mareos y pérdidas de sentido de la Mima-oficial que viene y va, entre caídas, por la playa.
La musicalidad, entonces, es el tijereteo de esa voz nasal y de ese arreglo musical sobre la lengua del sentido común puertorriqueño. El video apuesta a ensamblar sus imágenes del “ñam-ñam” desde el trasiego invisible entre las dos Mimas de la playa. Trabajo imaginario que se apoya en las emanaciones de la metáfora del lugar: El video fue grabado en el área del río La Boca en Barceloneta. Así, mientras la oficial de FLEMA intenta registrar el estado de casas y hogares arruinados, la otra Mima, la caperuza roja, la encantadora aparecerá en la pantalla asediada por un ojo voyeur, emergente entre un bokeh de lianas, tronco y raíces secas. La voz como trasfondo, como tejido enhebrado de difícil acceso, la boca que canta emana detrás de la mancha. La voz fundida al litoral lanza al aire marino su encantamiento. Llegar a la representación visual de la voz de Mima obliga a lidiar con la obstrucción de esas raíces, el enredo y el estorbo ocular del mangle, esa otra imagen del litoral. La voz —cuerpo y boca— emerge entre esa masa agujereada por lianas, raíces y mangle.
(Algo más para dejarle a Mima aquí otro granito de amor. Para quien escribe, lo mejor de esa voz, aguda, nasal —retazo de un colibrí en las aletas de su nariz— pulsa en ese registro donde el dolor, la risa y el erotismo comparten el cuerpo. Ahí también se entrega un sentir. La Calandria sonríe orgullosa.)
Mima y Macha han agarrado las tijeras, cortan el poema palesiano y metaforizan la masticación de las quijadas para el signo rítmico-el tempo de la playa devastada. Ahora y aquí es el cuerpo marino quien descarga la fuerza y la lógica de la masticación, no la Cultura. Como si la mar fuera un espejo de la tierra y esta nunca pudiera ver su cuerpo gemelo. Allí está la voz cantante, allí la playa, el doble masticar de las aguas haciendo música desde el estupendo oxímoron sinestético de Palés: el “sordo ritmo” del vaivén de las quijadas. Masticación, onomatopeya y saboreo son ahora el cuerpo sensible del “sordo ritmo” de Mima y los International Dub Ambassadors. Mima y Macha se han quedado con este canto:
Ñam- Ñam. En la carne blanca
los dientes negros – ñam-ñam.
La tijera de las bocas
sobre los muslos – ñam-ñam.
Van y vienen las quijadas
con sordo ritmo – ñam-ñam. (518)
Sordo ritmo que no sabemos, con exactitud, cómo o dónde ha sido registrado pues carece de oído que lo cobije. Sordo ritmo de quijadas que, como el oleaje sobre la playa, va y viene. La vibración, la resonancia “sorda” pasa ahora por la boca, la concha de los ojos, la cavidad del estómago. El “sordo ritmo” es la imagen portentosa para el hechizo musical del litoral que cae sobre la gestión gubernaMental. El “sordo ritmo” es el vehículo para la “contaminación” que ha tocado a la oficial que se adentra en la casa llena de arena, donde las paredes exhiben fotos de familias de mujeres y un perro que, por supuesto, no muerde. El “sordo ritmo” es la inscripción inverificable del punto de emanación donde la gran boca de la destrucción huracanada continúa su trabajo digestivo, descomponiendo un litoral cuyas emanaciones no solo marean, también hacen viajar fuera de sí a la Mima-oficial que despertará siempre perdida, confundida y alejada del lugar de su pesquisa. El “sordo ritmo” es la forma misma de la voz de la Mima-hechicera que acosa y casi toca a la Mima-oficial. La voz de Mima que vive escondida en la medianía perceptiva del litoral, entre su acústica y su invisibilidad política, saca a pasear, sin miedo alguno, su onomatopeya y la enlaza a la de Palés. Ñám-ñám-ñám- ñomiñomiñomi-ñám-ñám-ñám- ñomiñomiñomi. Si te sacas la onomatopeya, yo me la saco también.
La teoría del cuerpo que sostiene la poética del video hará sensible (no meramente visible) que el cuerpo es esponja para las descargas e inhalaciones —los efectos— que implica la vida en la tierra donde el mar se mete y escribe el desastre. El trabajo de destrucción no ha terminado, por lo que compete a la guardiana de la costa desorientar los afanes de fijeza y cálculo de la oficial. La tormenta ha des-ocultado la materialidad básica sobre la que se erige el ethos social puertorriqueño y parece encontrar en la costa su mejor imagen. El video se ocupa, por lo tanto, de registrar la topografía de una sociabilidad arruinada y dejar constancia de su vacío. Nada hay en esta pieza que aspire a llenar o colmar con optimismo y esperanza ese vacío que allí insiste en dejarse sentir. Esta obviedad sensitiva, sin embargo, es un velo fundido a la misma “evidencia” sinestética con la que trabaja el video. El video insinúa que la condición arrasada, de ruina vivencial que se ve hoy —cual fantasma— expone una pulsación existencial inscrita en el espacio desastrado del litoral, el trazo de un acontecer inmemorial —previo al lenguaje— perdido en los orígenes del planeta cuando se formaran los linderos tropicales entre la tierra y las aguas. El Ñam-Ñam de Mima y Macha es la puesta sensible de una desolación social reciente, la corrosión y arruine de un ethos social, que ya no vive allí porque ya (otra vez) no se puede. Los que podrían mirarlo o remediarlo han optado por el inventario, por la ideologización, por el cálculo, por la moral, por el lagrimeo. Todos en negación encendida ante el abismo insondable donde se explaya una intemperie de viejo cuño, re-editada ahora por el huracán y por el colapso institucional que la acompaña hasta el presente.
El Tuntún sobre la arena
Dije que cada investigación de la Mima-gubernaMental redunda en una literal pérdida del sentido y en un despertar azorada en otro sitio, incluso entre las aguas. Su frustración anuncia su huida final. Ahora bien, el gran canto a la masticación ética, cultural y poética del enorme Tuntún de pasa y grifería encuentra su actualización en ese mundo arenoso sobre el que tropieza y cae constantemente la oficial de FLEMA. De que alguien se ha metido algo, no me cabe la menor duda. El video Ñam-Ñam es un sostenido trabajo imaginario sobre las consecuencias existenciales de esa mordida de experiencia y vida que descargó la tormenta sobre el cuerpo social puertorriqueño. El Ñam-Ñam de Mima y Macha es la puesta sensorial de los cuerpos puestos al límite —atormentados— por la imposibilidad de hallarle algún rastro de sentido a lo(s) que se ha(n) ido. El Ñam-Ñam de Mima juega y trabaja con los límites de un cuerpo social aturdido entre la piedra y la marejada ciclónica. Oiga bien Mister Oquendo: El tema principal del poema audiovisual de Mima y Macha son los efectos corrosivos, la saturación cáustica que deviene vida sensible en el litoral y que se niega a ser suturados y colmados con mojigangas identitarias.
No solo cae Mima. También, mientras husmea entre los libros, cae de sus manos una edición del Tuntún de pasa y grifería anunciándole al único habitante de la casa deshabitada la presencia de una intrusa. Un perro grande y musculoso ya se acerca. Pánico, convulsiones cósmicas y la Mima-gubernaMental de vuelta a la boca porosa del roquedal playero. Pocas imágenes resumen el trabajo de uso y apropiación del texto palesiano en este video. Se trata de dejar gravitar el libro-firma de Palés hacia la arena del sinsentido del desastre, como eso que se le escapa al cálculo de la oficial gubernaMental. Consignar su soledad y su abandono imantando ahora su ñam-ñam al real del error y la arena playera. Azar y ruido desciende a su verdad: doble inerte, sin patas, del cobito. La casa asolada no es sólo metáfora para las consecuencias del más reciente huracán. La casa inundada por la arena negra, habitada por un perro y fotografías de una familia de mujeres —fantasmas todas— es un espacio donde también la lectura aparece fantasmáticamente. El trazo de algo que también se ha ido con sus habitantes. Ese Tuntún de pasa y grifería caído, devuelto a su playa sensitiva, doble del cobito, también coincide con la maldición perceptiva que sufrirá todo aquel que traspase el umbral de la casa muerta en busca de los “datos” de los que fueran sus habitantes.
El Tuntún sobre la arena anuncia, además, un tiempo posible después de María, un tiempo post-creencia mariana. El abandono de las resonancias marianas del nombre de la tormenta. El abandono de la creencia como manera de relacionarnos social y políticamente. Desanudar la creencia de la experiencia democrática. El libro sobre la arena da la salida para el abandono de la eternidad productiva de la metáfora familiar, un detente al regreso triunfal de La Carreta de nuestros días. Un tiempo post-María sería el tiempo que podría inaugurarse con la destitución de las lenguas de la abnegación, la inopia del sacrificio, la sangre y la raza y los sahumerios remediales de la autogestión. El desquicie de tanta postración y resignación emanando de las quijadas de todos aquellos ya no bregan más con tanta mierda y se van literal o metafóricamente a hacer y pensar de otro modo, de otra manera. La musicalidad del Ñam-Ñam de Mima recorta un impensable político en el Puerto Rico de hoy: la forma sonora de una voz que no transa con la obviedad visible de tanta verosimilitud, tanta referencialidad en-arroz-y-habichuelas- o con los edictos decoloniales y se atreve a explorar la desistencia del gozo en medio del páramo. La música aquí es la forma de un estar en las afueras de la hegemonía culturalista, sin afanes testimoniales o ejemplaridades heroicas. Este ojo no testimonia resistencia alguna, con excepción de ese mojón duro que se resiste a ser aplastado.
En Ñam-Ñam no hay sentido, ni afuera, una vez se ha sido devorada por la mar. No hay afuera sensorial en la incorporación sensible de lo que nombramos con la palabra “música”. La casa abandonada y tomada por la arena siempre estuvo saturada por el mar. La casa es otro punto de irradiación, Chernóbil salitroso donde flota —cual vapor— la confusión y los viajes de olvido que descolocan a la oficial de FLEMA. Contaminada por todo, el libro, la arena y la lengua de un perro, la de FLEMA siempre “despierta” en otro sitio sin saber por qué y cómo. La que canta entrega así la perdición de la oficial, protegiendo el misterio irreductible y doloroso de la casa abandonada contra su refuncionalización mercantil. La hechicera es responsable del bad trip de la Mima que ya no soporta el chaleco, sin poder escapar de un groundhog day criollo.
El final del video, cuando la Mima-oficial parece haber encontrado, finalmente, a sus compañeros de agencia, confirma que la musicalidad del litoral masticador es un embrujo costero que los ha hechizado a todos. Extenuada y feliz, cuando creía haberse reunido con sus compañeros de trabajo, la oficial redescubre el espanto pues constata que sus compañeros ejecutan una coreografía tan cómica como siniestra. La normalidad oficial, que baila y sonríe sentada, le revelan a la Mima-gubernaMental que no hay salida, ni afuera para la musiquita y el paisaje post-María. La Mima-oficial aterrada huye y cae, cae y corre haciéndole coro a las olas. Mientras ahora, una bruja gozosa, oh Yarimir victoriosa, “ante la fogata encendida” (519) su “lindo ten con ten” baila (564).
10-19 de junio de 2019, Silver Spring, Maryland.
Textos citados
Alegría, E., Colón, M., & Mima. (2019, Febrero). «Itinerarios sonoros 190227-Eduardo, Macha y Mima». (Puchi Platón, Entrevistadora).
Palés Matos, Luis. (1995). La poesía de Luis Palés Matos. Edición crítica. (M. López-Baralt, Ed.) San Juan, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico.