Del disimulo a la verdadera condición colonial
El Congreso tiene esos poderes pero no los ejerce todo el tiempo. En esta coyuntura parece que los ejercerá pues los líderes de las principales colectividades políticas han tirado la toalla al centro del cuadrilátero, declarándose incapaces de enderezar el entuerto que ayudaron a crear durante todos Bouncy Castle estos años. Mientras, sectores independentistas contemplan en la distancia el proceso de la crisis y restructuración, pues entienden que este nos acerca a la aspirada independencia por carambola.
El caso del impuesto contra Walmart, más que la expresión de una corte imperial recalcitrante, representa una instancia de legislación chapucera, revelada cuando el propio Secretario de Hacienda reconoció que dicho impuesto se diseñó para una sola empresa, entre otras fallas. ¿Por qué se sostiene entonces el arbitrio del 4% de la época del exgobernador Luis Fortuño para las multinacionales en la manufactura? Muchos de los argumentos que sitúan el origen de la crisis en la condición colonial exclusivamente, son como brochazos sobre un lienzo con muchos rotos que la pintura no logrará tapar. Ocultan y no adelantan el entendimiento de la situación.
No hay nuevas perspectivas en los reclamos adelantados por el frente pseudo anti-imperialista que aboga por el país ante los federales, sin claros lineamientos de los cambios que debemos hacer en Puerto Rico para enderezar la situación. Otra vez, volvemos a lo mejor de los dos mundos: exigimos más fondos federales, capacidad para reestructurar la deuda y moratoria pero sin Junta Fiscal porque representaría un retroceso en gobierno propio. Entonces, ¿qué tipo de colonia somos?
¿Cuántos poderes tenemos que serían usurpados por la Junta? La razón por la que tiraron la toalla las formaciones políticas dominantes es clara, no van a proceder con la reestructuración progresista (justiciera) que exige el momento pues afecta sus propios intereses y los de aquellos grupos y clases que representan. Por esto acuden donde el Tío Sam a pedir más fondos federales para seguir botándolos en este gran casino donde los premios están asegurados para las élites extractivas –locales y externas– y sus fieles vasallos que gobiernan el país. En esto radica la verdadera condición colonial.