Del meme a una revolución del Siglo 21

Calle de la Revolución.
El meme, como concepto científico, tiene su raíz a mediados de los 1970s en el trabajo del escritor y biólogo evolucionista Richard Dawkins, quien lo utilizó para referirse a la transferencia de información por imitación o mímica entre genes. Veinte años después, a mediados de los 1990s, autores fuera del espectro académico resignificaron el meme como constructo cultural ligado a los medios de comunicación y la cultura “pop”. El meme se sumó entonces a la sátira política que antes era un terreno dominado por la caricatura.
La generación del presente es hija de quienes crecimos con esa versión más ligada a la cultura noventosa del meme. Actualmente, los memes toman infinidad de formas, desde las más “tradicionales” imágenes creativas que satirizan figuras públicas y sucesos tomados de la televisión, el cine y el fotoperiodismo, hasta (con)fundirse con caricaturas, frases y animaciones más sofisticadas, todas ligadas al arte gráfico digital, internet y las redes sociales.
En Puerto Rico, desde principios de mes de julio de este verano del 2019 los memes comenzaron a subir de tono y frecuencia. Esto ocurre a raíz de arrestos por cargos de corrupción a nivel federal de altos funcionarios de gobierno, problemas internos entre el partido político en el poder tras expresiones públicas del hijo de un Exsecretario de Hacienda que revelaron corrupción directamente relacionada con Rosselló, así como la divulgación de un chat de 889 páginas en Telegram administrado por el propio Gobernador. Dicho chat fue filtrado y publicado en partes por el Centro Investigativo para la Libertad de Prensa. El documento se volvió viral por estar cargado expresiones derogatorias, vulgares e intolerantes de parte del Gobernador y de una docena de hombres allegados a su administración.
Las expresiones contenidas en el chat son representativas de posibles violaciones éticas, políticas y administrativas, según indican juristas e investigaciones del Colegio de Abogadas y Abogados de Puerto Rico. El chat incluye comentarios misóginos, machistas, homofóbicos contra periodistas, artistas, la Junta de Supervisión Fiscal y políticos locales dentro y fuera de su colectividad, y hacia políticos de descendencia puertorriqueña en los Estados Unidos. En el chat también se escribieron comentarios despectivos hacia personas pobres, con discapacidades o ciertas condiciones físicas, entre muchas otras conversaciones ofensivas y reveladoras de secretos de estado y estrategias de engaños a nivel administrativo y manipulación de la opinión pública.
Más allá de las ofensas repudiables por demás en el chat a mujeres, políticos y figuras mediáticas, hubo tres gotas que a mi entender colmaron la copa y hacen distinto este momento político. Primero, la insinuación en el chat de una Prensa débil, vaga o, peor aún, comprada para suavizar y distraer la opinión pública sobre asuntos escandalosos en el gobierno. La Prensa se molestó porque la pusieron en entredicho ante el ojo público y ante su propio gremio periodístico que repudió estas prácticas antiéticas. Esto afortunadamente despertó ejercicios de periodismo más inquisitivos que hace tiempo veíamos escasos en el País y que se hacen imperativos ante un pueblo despierto. La agenda noticiosa cambió para darle más tiempo y espacio a la presión que las protestas empezaron a ejercer sobre el gobierno.
Segundo, hacer insinuaciones malintencionadas y burlonas en el chat sobre la orientación sexual de activistas feministas, periodistas y artistas generó una respuesta inmediata en apoyo a las personas LGBTQI. De hecho, la Colectiva Feminista en Construcción fue el primer grupo que llegó a la línea de protesta frente a La Fortaleza, el palacio donde reside el Gobernador. Entre los perjudicados también estuvo Ricky Martin, uno de nuestros artistas locales de talla global. Ofenderlo fue provocar a miles de sus seguidores en y fuera del País, mayores manifestaciones de repudio al Gobernador por parte de personas LGBTQI y trastocar el sector cultural artístico en un país colonizado que valora su soberanía cultural. Una vez los artistas de todo tipo empezaron a convocar, la cantidad de personas en las protestas aumentó radicalmente.
Tercero, y para muchos la razón principal para moverse de la comodidad de sus hogares y protestar, fue el comentario provocador del director ejecutivo de la Autoridad de Asesoramiento Financiero y Agencia Fiscal (Aafaf), Christian Sobrino, en alusión a un escándalo de malversación de fondos federales asignados a Puerto Rico tras el embate brutal del huracán María en el país: “¿No tenemos algún cadáver para alimentar a nuestros cuervos?”. ¡Qué atrevimiento! A casi dos años del desastre del desempeño gubernamental relacionado con el huracán María, cuando aún quedan hogares sin servicios básicos y personas sin hogar (algunas burladas en el chat), y aún en medio del luto colectivo por nuestros 4,645 muertos cuyo número final el gobierno aún no admite, la pregunta irónica de Sobrino y la inacción de todos los hombres en el chat ante dicho comentario se percibió como lo que fue: impertinente, inoportuna, insensible e irrespetuosa.
El dichoso chat nos dio las rutas para entender los porqués de las desigualdades que aquejaban a la mayoría de los puertorriqueños en y fuera del País. El chat puso al descubierto estrategias que provocaron cuestionarnos la credibilidad del actual y cualquier gobierno anterior. Muchos vivían con un velo en los ojos que hacía inadvertido un secreto a voces: que el fanatismo político (la politiquería) provocada por el bipartidismo, la corrupción gubernamental que beneficiaba a una minoría, y la mala administración de fondos públicos nos estaba llevando a la pobreza. En este contexto, la frase derogatoria utilizada en el chat que sugería “cogernos de pendejos”, exacerbó la rabia colectiva. El chat y particularmente esa frase provocaron el surgimiento de “la generación del yo no me dejo”, como dice la canción de Residente, Bad Bunny e ILe, Afilando los cuchillos.
“Maria made us survivors. We are hurricane-proof”
Las redes sociales reventaron en memes y estos comenzaron a sofisticarse y a fundirse con fotos y mensajes cada vez más cargados de rabia e indignación hacia el Gobernador y su gabinete. Algunos nos reíamos de los memes, pero nos frustrábamos porque nada sucedía y no percibimos que el meme en sí ya era un acto de repudio, burla, y falta de credibilidad y legitimación hacia los líderes electos por el mismo pueblo que producía los memes.
Estoy segura de que como yo, muchos pensaron que los memes eran simples formas de “liberar estrés” o de reír para no llorar y que no tendrían impacto alguno ni repercusiones directas en la situación de crisis económica y política que atraviesa el País hace casi dos décadas. Esta crisis nos había llevado a un aparente desgaste físico y emocional colectivo, una mezcla entre impotencia, menosprecio, y cansancio, especialmente en las secuelas de los huracanes Irma y María. El desastre natural de los huracanes se unió a otro no tan natural en el contexto de recortes dramáticos de presupuesto gubernamental impuestos por una Junta de Supervisión Fiscal estadounidense que en vez de frenar la corrupción y la caída económica, las han agravado hundiéndonos más.
Sin embargo, como lee una frase en un meme que se tornó muy popular este verano, “nos enterraron y no sabían que éramos semilla”. Llevábamos transformándonos lentamente hace tiempo. La rabia que teníamos como un taco en la garganta por nuestros 4,645 muertos y las humillaciones del Gobernador y el Presidente de los Estados Unidos (EE.UU.) tras el huracán, se sumaron a la vergüenza de saberse engañados, hicieron insostenible la repulsión a la corrupción y provocaron que otro Puerto Rico fuera posible. #RickyRenuncia, así con “hashtag”, se convirtió en la frase principal en memes y comentarios en las redes sociales, pero también en la consigna de una mayoría de indignados que comenzaron a producir formas muy creativas de protestar. #RickyRenuncia, junto a algunas palabras y frases tomadas del chat, pasó a pancartas, camisetas, calcomanías, gorras, bandas para la cabeza, poemas, canciones, videos, actuaciones y hasta concursos y conciertos a nivel mundial donde nuestros artistas se presentaban.
“María” ya nos había hecho sobrevivientes al caos, “hurricane-proof”, como leía una pancarta de una joven radicada en los EE.UU. que posaba junto a su madre en una manifestación en solidaridad con el Paro Nacional que se dio en Puerto Rico el 22 de julio. María nos había dado la rabia suficiente de levantarnos en un país que no funcionaba, en el que robar fondos púbicos y ser corruptos era la norma del partido que estuviera en el poder, donde diariamente se menospreciaba la educación y el servicio público.
En este panorama, el chat trastocó nuestros límites de justicia y respeto. Nos avergonzaron mundialmente y nos hicieron sentir nuevamente en medio de un huracán, pendiente a noticias que surgían a veces cada minuto como si esperáramos otra catástrofe, y no creíamos nada de lo que el gobierno decía para tratar de salvarse del inminente golpe. Para colmo, el Presidente de los EE.UU. no perdió tiempo para hacernos sentir como mantenidos ante el ojo público y limitar los fondos federales que recibe este territorio colonial, el más antiguo del mundo. Quedamos, igual que después de María, humillados, desmoralizados, pero esta vez ingobernables.
En este contexto, los memes se convirtieron en el síntoma más evidente de una crisis de gobernabilidad en Puerto Rico, de falta de credibilidad y de reconocimiento hacia líderes deshonestos. El pueblo se lanzó a la calle en protestas masivas con una sola misión: exigirle la renuncia al Gobernador por cualquier medio posible. El Gobernador renunció mediante un mensaje vía FacebookLive casi a la medianoche del miércoles 24 de julio. Esa noche celebramos que pasamos, final y sorpresivamente, del meme a una acción política contundente de transformación social revolucionaria.
#VeranoDel19: Revolución en el Siglo 21
Más allá del meme, porque nuestro movimiento no es reducible únicamente a esto, Puerto Rico le dio al mundo un ejemplo de lo que Buenaventura De Sousa Santos imagina y propone como una “revolución del Siglo 21”. Según este sociólogo portugués sugiere en publicaciones recientes, y muy particular en un ensayo titulado Revolución y democracia, las acciones políticas y movimientos sociales ligados a remover dictaduras para imponer otras tenían secuestrada la democracia y aislada de la agenda política actual la idea de revolución. Para sobrepasar esa brecha hace falta, según De Sousa, democratizar la revolución.
Si nos dejamos llevar por los seis criterios que De Sousa propone para que la democracia y la revolución se reconcilien en este siglo que aún es joven, veremos cómo el “Verano del 19” en Puerto Rico tiene todas las características de una revolución democratizada.
Primero, el “Verano del 19” resultó en una ruptura con el orden político existente. En repudio a una minoría corrupta al control del gobierno en Puerto Rico, se levantó una mayoría diversa unida por la indignación. Dicha mayoría no temió utilizar sus días de vacaciones, detener labores domésticas o comerciales, dejar de ver series por internet o apagar los videojuegos para exigirle y lograr la renuncia del Gobernador año y medio antes de que se celebraran elecciones. “Somos más y no tenemos miedo”, fue la consigna que marcó esta ruptura.
Ante la presión de este movimiento, también renunció a cargos políticos casi una decena de funcionarios públicos y se espera que haya más dimisiones voluntarias o por arrestos antes de las elecciones. Enfatizo en las elecciones dado que otro ejemplo de ruptura que marca un antes y un después del “Verano del 19” se da al movilizar una mayoría a salir de sus hogares y expresarse sobre el gobierno antes de los cuatro años cuando se celebran elecciones en la democracia liberal que vivimos en Puerto Rico. Las movilizaciones esta vez no esperaron los acostumbrados cuatro años de atropellos y sirvieron de barómetro para forzar la salida de un gobernante y parte de su gabinete.
Segundo, estas rupturas se dieron sin utilizar un ejército armado ni sacrificar vidas. Eran suficientes los ejemplos de violencia en el chat, como para pagarles con la misma moneda. La noción de violencia física no motivó ni fue mencionada en las convocatorias a manifestarse. Los ejemplos de violencia que se dieron y los enfrentamientos con la Policía, tales como tirar piedras o la utilización de bombas Molotov, quedaron en entredicho ante la sospecha de haber sido iniciados por infiltrados.
En cambio, fuimos testigos de la utilización de fuerza por parte de la Policía que siguió órdenes de sus líderes para, en desafío a límites constitucionales, lanzar gases lacrimógenos y también bromas Molotov para dispersar a los manifestantes frente a La Fortaleza, mayormente jóvenes. Casualmente, los incidentes con la Policía ocurrieron todos entre once de la noche y medianoche, como si se tratara de imponer un límite de horario para protestar. Sí hubo daños menores a estructuras, tales como marcas de grafiti en paredes, ruptura de cristales en algunos establecimientos comerciales en el Viejo San Juan, pero hay que reconocer que esta revolución se dio, como dice una frase que circula ahora mismo en las redes sociales, “sin disparar un solo tiro”.
Tercero, la relación entre los medios utilizados por los manifestantes y el fin común de exigirle la renuncia al Gobernador, es coherente y equivalente con lo que el movimiento proponía: exigirle la renuncia a un Gobernador por entenderlo corrupto. Este movimiento no se limitó a una sola generación ni pretendió sacrificar generación alguna. Aunque sí es cierto que la sorpresa del “Verano del 19” fue la respuesta de la juventud, que particularmente tuvo la energía de quedarse hasta altas horas de la noche o pernoctar protestando, los que marchamos sabemos que vimos personas de todas las edades, desde niños hasta ancianos en cada manifestación. La demografía de los manifestantes varió por horario y lugar, y cabe resaltar que era muy diversa en cuanto a bagajes profesionales y perfiles socioeconómicos.
Tampoco se limitó este movimiento a protestas en San Juan, la capital de Puerto Rico, ni al área metropolitana. La fuerza de este “Verano del 19” radicó en tornar las manifestaciones en un movimiento que rebasó la capital, se movió a cada pueblo del País y a manifestaciones translocales que se dieron en lugares específicos alrededor del mundo donde se hallaba un grupo o un individuo puertorriqueño o solidario. Cada grupo, aquí en la Isla, en la Diáspora en los EE.UU. o dondequiera, quería hacerse visible. Esa visibilidad la lograban a través del recurso de de las redes sociales, mediante el #RickyRenuncia o etiquetando a artistas solidarios y periodistas locales e internacionales asignados a cubrir lo que acontecía en Puerto Rico. Entre estos se halla David Begnaud, de la cadena estadounidense de televisión CBS, acusado en el chat de atentar contra el turismo en Puerto Rico con sus reportajes de negligencia gubernamental en el tiempo posMaría.
Cuarto, las manifestaciones del “Verano del 19” no fueron sectarias y eso unió a más personas bajo una misma causa y una sola bandera. La primera actividad abierta a todo público surgió gracias a una convocatoria amplia que circuló rápidamente entre muchos grupos organizados, entre estos Victoria Ciudadana (un partido político en formación), pero se les fue de las manos muy rápidamente a todos al convertirse en la primera manifestación masiva no sectaria en El Capitolio, la que finalizó con una marcha hacia La Fortaleza. Ese día se le dio espacio a discursos de representantes de uniones y sindicatos, y a legisladores independientes y del Partido Independentista Puertorriqueño. También se le dio espacio a artistas locales que se autoconvocaron para expresarse y cantar en un camión tipo tarima con bocinas. El nivel de organización era mínimo, pero cumplió el objetivo de darle cierta estructura a la manifestación.
A dicha protesta llegaron personas de todo tipo, con banderas de algunos partidos políticos o camisetas de grupos específicos, pero esos símbolos desaparecieron a la vez que emergieron decenas de convocatorias diarias de todas partes del País y de los grupos menos imaginados. El carácter “desfigurado”, casi anárquico, con grupos no identificables y orgánico de estas convocatorias nos dio “mariposas en el estómago”. Sentimos, y sé que hablo por muchas personas, un tipo de susto por no saber quién convocaba, mezclado con la alegría de sentirnos convocados a acompañarnos en las calles y plazas públicas.
Manifestaciones muy creativas más allá de las marchas o piquetes nos sorprendieron e hicieron de este movimiento uno aún más diverso y democratizado. Algunas de estas formas de protestar las heredamos de movimientos sociales del Siglo 20 y alrededor del mundo, como por ejemplo y de un modo muy general, los cacerolazos argentinos, las consignas de huelgas estudiantiles en Chile y el resto de América Latina y el Caribe, España, los EE.UU, entre muchas más.
Por supuesto, no se debe pasar por alto el simiente que las protestas locales sembraron por décadas en diversos grupos comunitarios, uniones y sindicatos laborales en Puerto Rico, así como las huelgas estudiantiles en la Universidad de Puerto Rico, entre muchas manifestaciones importantes en repudio a corrupción, violación de derechos y persecución política. No obstante, más allá de los registros usuales, en este “Verano del 19” también hubo otras formas muy innovadoras de protestar, como escribir la frase #RickyRenuncia en recibos de compra, convocar a caravanas en motoras, cabalgatas, bicicletadas, chiringadas para niños, “performances” en zancos, yoga en plazas y calles, protestas por mar vía kayaks, botes y “paddle boards”, maratones 5K, bailes, pantomima, “body painting”y conciertos, entre innumerables ejemplos que hicieron insostenible la paz del Gobernador.
Marcar un horario para los cacerolazos en hogares de 8:00 a 8:30 de la noche generó un ruido impresionante, como traer de vuelta a la memoria el rugir del huracán María en plena oscuridad. Pero esta vez el ruido no asustaba, sino que energizaba las bases de este movimiento social. Líderes nuevos surgieron, de subgrupos unidos a veces por asuntos de ocio y pasatiempos, como el motorista Rey Charlie. Estas nuevas caras se expresaron como nunca habíamos visto en las protestas anteriores, de las cientos que se llevan a cabo anualmente en Puerto Rico y que funcionarios de gobierno tildaban despectivamente como los mismos “cuatro gatos” de siempre.
A partir de las múltiples convocatorias que se dieron en y fuera de Puerto Rico, cualquier comentario de político se comenzó a ver como oportunista. Las conferencias de prensa de los partidos políticos mermaron y se movió a las redes cada expresión pública de individuos o diversos grupos profesionales. Algunos religiosos tampoco fueron bien vistos por la mayoría, dado que se prestaron para seguirle el juego de relaciones públicas al Gobernador cuando pidió perdón por sus actos impropios en el chat. Sí hubo convocatorias de seguidores de algunas iglesias, pero claramente no fueron estas ni los partidos políticos quienes lideraron este movimiento.
El liderazgo y las convocatorias de artistas tuvieron más destaque. Aún así , cuando otros artistas locales también reconocidos globalmente, como Residente y Bad Bunny, se unieron a las múltiples manifestaciones, hicieron un llamado explícito a no identificarse con símbolos más allá que vestimenta de color negro. Las banderas y símbolos divisionistas desaparecieron cada día más, con la excepción de la bandera del movimiento LGBTQI y la bandera de Puerto Rico. Ya fuera a colores o en blanco y negro, La bandera de Puerto Rico ya había sido resignificada en la era posMaría como el símbolo de los sobrevivientes al huracán. En el “Verano del 19” nuevamente fue soberana y protagonista.
Quinto, este movimiento se dio más allá de la lucha de clase en el estricto sentido del lenguaje de izquierdas políticas al hablar de revolución. De haber figurado el concepto de revolución, las convocatorias a este movimiento posiblemente hubieran fracasado. Se habló de revolución después del logro colectivo, no antes. Además, como asunto ineludible al caso específico de Puerto Rico, este movimiento se dio más allá del asunto del estatus colonial. Haberlo ligado a la problemática colonial hubiera espantado a los miles de personas pro estatus quo, a los anexionistas y personas afiliadas al partido en el poder que también marcharon indignados por un líder que ya no los representaba.
Tal vez el lenguaje en que se enmarcaban las convocatorias a protestas de trabajadores, servidores públicos y jubilados, comunidades, estudiantes, o el lenguaje que invitaba a marchar en conmemoración de los días internacionales de la mujer trabajadora o el 1 de mayo, contenían un alto grado de esa noción de revolución pensada en el siglo pasado, lo que hasta este momento pudo causar fricción con la democratización de sus luchas. No obstante, repito, el “Verano del 19” no debe olvidar estas protestas y sus logros, que merecen respeto por tratarse de generaciones de defensa de nuestros derechos, la democracia, asuntos ambientales y contra las desigualdades en Puerto Rico.
En esta misma línea del lenguaje, la utilización de nociones retrógradas ligadas a la Guerra Fría por parte de Roselló al tratar de persuadir las protestas sugiriendo que las manifestaciones del “Verano del 19” eran financiadas por sectores socialistas en los EE.UU. y Venezuela tampoco tuvieron el efecto esperado de miedo ni detuvieron este movimiento. Ese lenguaje también estuvo fuera de lugar. Sin duda, la ausencia de discursos propios de prácticas políticas del Siglo 20 fue clave para la unidad que presionó y aceleró la renuncia del Gobernador.
Sexto y último, como argumenta De Sousa, no hay una única forma de emancipación social. El “Verano del 19” demuestra esa pluralidad importante que los manifestantes toleraron con el fin de mantener unidad en un mismo propósito. Ciertamente estaban “los de siempre”, no fallaron. Pero también estaban los novatos en temas de protestas, personas de todas las edades que nunca habían marchado, algunos colocando “selfies” celebratorios por su participación en el movimiento y cantando consignas que tal vez un día pensaron muy lejanas a sí mismos. Diariamente, este movimiento demostró un alto nivel de tolerancia ante la coexistencia de múltiples formas de protestar.
Ante los resultados favorables -hasta el presente- del movimiento “Verano del 19” quedan muchas interrogantes, algunas sobre el tema obligado del estatus político de Puerto Rico y la talla de los aspirantes a cargos políticos en las elecciones del 2020. ¿Quién se atreverá a lanzarse al ruedo político? ¿Será este el principio del fin del bipartidismo? ¿Después de llevar casi tres semanas sin un gobernador legitimado por el pueblo, es necesario alguien que gobierne una colonia? Seguramente la investigación desde las ciencias políticas y sociales en general analizará con mayor profundidad y detenimiento este fenómeno, pero insisto que me llama la atención cómo ejemplifican sus características los principios no restrictivos ni sectarios dignos de una revolución del Siglo 21.
Retos del “Verano del 19”

Round 3 #wandarenuncia, IG: @rickytebote
Lo ideal en una transformación social revolucionaria como la que experimentamos en Puerto Rico este verano sería asumirla como una agenda permanente en defensa de la democracia. Ojalá esta revolución siga, en la práctica, replanteándose un Puerto Rico distinto desde la cuna a los hogares, desde la relación de pareja hasta el salón de clases, las oficinas y otros lugares de trabajo, los supermercados, las playas y las calles. Hay mucha tarea pendiente, pero la más importante es no menospreciar ni permitir que ideas cerradas de políticos o figuras mediáticas sobre de lo que debe ser una revolución en el Siglo 21 desluzcan el movimiento que se dio en julio de 2019 en Puerto Rico por ser uno más alegre, creativo ni por iniciarse a través de memes y mensajes de todo tipo en las redes sociales.
La meta de derrocar a un gobernador nos dio la fuerza que necesitábamos para subirnos la moral como pueblo y volvernos a sentir orgullosos de lo bueno que nuestro país produce cuando se une sin desconectarse del resto del mundo. Aunque mañana caminemos todas y todos por caminos opuestos y que nuestras diferencias vuelvan a tomar protagonismo, nos miraremos a la cara como quien guarda un secreto y sonreiremos porque fuimos parte de una revolución distinta, pero nuestra.
Según cierro este escrito, Puerto Rico no tiene una persona digna dentro del partido político en el poder para gobernar el País. En el orden de sucesión no queda una persona hábil ni con buena reputación. Todos renunciaron o están manchados por la corrupción.
Este limbo se da a pesar del aparente sutil golpe de estado que el Gobernador saliente dio el 2 de agosto al nombrar, por encima de una recomendación final de la Legislatura, a Pedro Pierluisi como Gobernador. Pierluisi tiene evidentes conflictos de interés por por haber sido cabildero de la Junta de Supervisión Fiscal, por sus posturas negligentes en torno al impacto ambiental de proyectos de desarrollo, por atentar contra el retiro de miles de empleados públicos y por sus ejecutorias pasadas como Secretario de Justicia en la administración de Pedro Rosselló, en la que al igual que la Secretaría actual parecía encubrirse la corrupción. Sus daños están hechos, sin embargo, su gobernación fue más breve aún que la de Ricardo Rosselló, ya que el Tribunal Supremo no lo confirmó por considerar inconstitucional la ley que se utilizó para nombrarlo.
Una renuncia y dos gobernadores o más en camino en menos de un mes: Así luce nuestro gobierno hoy ante el mundo. Ahora a la rabia se le añade la vergüenza. Por esto las protestas y diversas manifestaciones continúan en La Fortaleza, El Capitolio y el Departamento de Justicia, entre otras instancias. El ambiente se siente como si estuviéramos en el ojo del huracán. La virazón, todos esos nombramientos que habrá que hacer para de algún modo “limpiar la casa”, tarda en llegar. Recomenzó otra cadena de memes que ahora refleja la lucha interna del partido político en el poder por la gobernación. En esta segunda etapa del “Verano del 19” exigen #WandaRenuncia, #RiveraSchatzRenuncia, #PierluisiRenuncia y #QueSeVayanTodos. Definitivamente, los políticos actuales “se metieron con la generación equivocada”.