Desarrollo comunitario solidario
En el siglo XXI, Puerto Rico enfrenta el desafío de la crisis económica (no hay dinero, no hay empleos), fiscal (el gobierno no tiene dinero) y social que empuja la economía a quedarse estancada y en recesión. El problema es uno estructural donde el desgaste del modelo económico y social se hace evidente ante la falta de un plan coherente para reactivar la economía y sentar las bases para crecer. La Junta de Planificación señala que la economía no crecerá para el año 2014, a eso se suma que tenemos altos niveles de desempleo, de desigualdad social y económica, con altos niveles de consumo y endeudamiento y, lo peor, se sigue fomentando la economía de la dependencia. Dependemos de capital extranjero, de fondos extranjeros, de bonistas externos, dando la impresión de que la solución es externa. Cada nueva política pública intenta reducir los beneficios a los trabajadores, eliminándolos, congelando salarios y reduciendo el ingreso que van a recibir si se jubilan, condenando a estas personas a vivir en niveles de pobreza. Ante esta situación es de esperarse que en el futuro tengamos más pobres agudizando la crisis. Según el Censo 2010, el 45% de la población en Puerto Rico vive bajo el nivel de pobreza. Con estos datos se hace imperativo que se piense en una nueva forma de desarrollo para salir de la crisis, que integre a estas poblaciones, con la política pública correcta que cree equidad y justicia en función de generar calidad de vida. Es necesario visualizar un nuevo paradigma económico y social que integre a la población, las esferas públicas y privadas en un solo proyecto social, generando confianza, crecimiento económico y prosperidad. Entendiendo que es deber ministerial del Estado buscar el bienestar de la gente y mejorar la calidad de vida.
La propuesta de Desarrollo Comunitario Solidario es un método de intervención que incorpora a las comunidades, por medio de la participación, fortaleciendo sus habilidades y tecnologías, creando planes participativos con objetivos claros y procesos transparentes. Es una herramienta para enfrentar y resolver los desafíos del siglo XXI.
Es entender que la solución no es externa, la solución es nuestra, que el nuevo desarrollo busca crear una economía propia, fortalecida, creativa e innovadora. En vez de continuar remendando el modelo industrial agotado, la solución debe ser creada desde adentro (desarrollo endógeno) donde se gana espacios económicos diversificados que se fortalecen, construyendo herramientas eficaces que sustituyan el modelo actual. Pero hay que cambiar de paradigmas en la forma de hacer e interpretar la economía y las relaciones con los seres humanos. Debemos cambiar la forma en que vemos la economía y creer profundamente que la solución viene de nosotros (desde adentro o endógeno). Entender una visión creativa de nuestro futuro, adonde nos dirigimos y enmarcándolo en la economía del bienestar. Es necesario la voluntad política para ceder el poder, dirigida a compartir la capacidad de decisión por parte de la Administración.
Repetimos de un artículo anterior. La economía del bienestar que en pocas palabras es esa rama de la teoría económica que establece las condiciones para conseguir la máxima eficiencia económica, y no debe ser acusada de la mala gestión pública. La máxima eficiencia económica, se logra evaluando las políticas que persiguen la consecución de ciertas metas (que están establecidas en un plan) que se consideran deseables para alcanzar el máximo de bienestar social. Ese bienestar social es el conjunto de esos factores que una persona necesita para gozar de calidad de vida, tranquilidad y satisfacción humana. Factores tales como: empleos dignos, ingresos para satisfacer las necesidades, viviendas, acceso a la educación y a la salud, tiempo para la cultura, etc. Para que exista calidad de vida debemos tener equidad social y económica como objetivo social. Entender la equidad social y económica sobre la base de algún criterio de bienestar social, que es un conjunto de prácticas tendientes a superar la exclusión e iniquidades sociales, económicas, culturales y políticas. Donde todas las personas tienen los mismos derechos y las mismas oportunidades en un determinado aspecto. El Estado tiene la función de lograr esa equidad para todos y corregir todas las acciones que propendan a limitarla o seas las fallos del mercado.
Este desarrollo va más allá del “desarrollo” tradicional conocido, ese que ve el mismo como transacciones o actividades que se realizan y que se mide por conceptos o indicadores tradicionales, entre ellos el nivel de ingreso o de consumo. El desarrollo comunitario solidario debe integrar las variables ingreso y empleo como elementos importantes, pero también los indicadores de desarrollo humano en el que la calidad de la educación, de la salud y la seguridad social son elementos importantes para lograr aumentar el bienestar y mejorar la calidad de vida y el ambiente.
Para que exista desarrollo los trabajadores deben recibir una compensación justa y equitativa que permita mejorar su calidad de vida. Es por eso que redistribuir las riquezas y la equidad son puntos principales de las políticas de desarrollo, además del aumento en la capacidad económica que genera más empleos e inversión. El desarrollo en el mejoramiento de la comunidad incluye el desarrollo humano, social, ambiental y de la infraestructura física. Este desarrollo es con tejido social, pues se participa, se incrementan el conocimiento, se adquiere nuevas destrezas, se generan cambios positivos en las actitudes para mejorar la democracia real.
Así, que frente a la crisis económica y social que vivimos en la Isla debemos proponer un nuevo Modelo Económico y Social basado en la solidaridad, como una forma de responder a la crisis económica. Este desarrollo se enmarca en la economía del bienestar por medio de fomentar la participación y la evaluación continua de la gestión pública. El desarrollo comunitario solidario es la propuesta de una economía diferente basada en la solidaridad, donde el ser humano es el centro, fomenta la creación de empleos, la inversión en una economía diversificada, fortaleciendo la oferta gubernamental, prevaleciendo en educación, salud y en seguridad social, promoviendo la igualdad de género y alejándonos de la dependencia. Este nuevo modelo debe ser una alternativa real que cree una economía sólida y un Gobierno capaz de proveer bienes y servicios. La solidaridad nos lleva a una economía empática más humana, más cercana a las Ciencias Sociales, una economía que entienda a los seres humanos y se identifica con sus problemas para buscar soluciones, una economía crítica, transformadora, cooperativista, con compromiso, que conciencie y que sirva de enlace solidario. Una economía que utilice la planificación transversal como una herramienta de desarrollo, pues atraviesa todo proceso económico y social y lo articula. Y se fortalece con cambiar nuestros patrones de consumo, para que sean responsables y de productos locales, de manera que fomente la inversión mediante el ahorro.
La equidad es fundamental para que este nuevo modelo tenga éxito, buscar como objetivo social la distribución equitativa de la riqueza supone unos servicios públicos fuertes, una fiscalidad progresiva y que la prioridad del gasto público se oriente al bienestar: sanidad, educación, protección social y ambiental, y cuidado de la población. Es darle sentido a la economía del bienestar para lograr la máxima eficiencia económica de los fondos públicos, donde se mide y exponen los resultados de los objetivos alcanzados enmarcados en conseguir el bienestar social. Reconociendo que es necesaria la contribución de todas las personas, así como la planificación, utilización y distribución equitativa de todos los recursos, proponemos que hay que cambiar el modelo económico, por uno más solidario, con más justicia, con más participación para lograr equidad, de ahí la necesidad del Desarrollo Comunitario Solidario.
Sin embargo, para crear ese nuevo modelo en la Isla se requiere una nueva filosofía para gobernar al país, desde su gente y no desde una elite económica-política. Esta nueva filosofía no afecta los servicios, no requiere despedir empleados, sino utilizar de forma eficiente el dinero para lograr objetivos sociales de equidad, justicia y buen uso de los recursos para mejorar la calidad de vida y el bienestar de la sociedad en general, es decir, economía del bienestar. Es mirar hacia adentro, valorar lo que tenemos, dar confianza al pueblo y de ahí crear, diseñar, innovar y desarrollar productos, bienes y servicios.
Dentro de ese nuevo paradigma, se encuentra el desarrollo comunitario solidario, el mismo debe ser integral, donde la gente construye políticas públicas claras y con objetivos que define para qué queremos el desarrollo y la forma de encaminarlo y en especial con la participación continua de la comunidad. El Desarrollo Comunitario Solidario puede reducir el gasto gubernamental al fomentar mayor eficacia en la prestación de servicios y esfuerzos que conducen a mayor bienestar. Esto se da, porque las políticas públicas se discuten y diseñan en las comunidades para beneficio de ellos, de ahí el identificarse en el mismo. Es una forma diferente de gobernar escuchando al pueblo, entendiendo que son los ciudadanos los que sufren las consecuencias de las malas decisiones que se toman. Las comunidades deben diseñar las políticas públicas que atiendan tres desafíos:
- Aumentar la eficiencia del gasto público.
- Mejorar la focalización del gasto para que estos lleguen a los más pobres.
- Consolidar un sistema de protección social para que la crisis económica no comprometa, por completo, las posibilidades futuras de los grupos más vulnerables.
El plan de desarrollo comunitario solidario debe tener una metodología rigurosa, con métricas para medir el progreso y el cumplimiento con los objetivos, con autoevaluación continua para cambiar lo que no se cumpla, mejorar lo que se cumpla y rendir cuentas del logro. Estas métricas miden el éxito tanto cualitativo como cuantitativo, y son las comunidades las que las evalúan. La comunidad participa desde el inicio en la mesa de planificación y esto permite que la comunidad se apodere del mismo, lo acepte y lo defienda. Para que sea exitoso el desarrollo comunitario solidario, la transparencia y la rendición de cuentas se dan en todos los procesos. Las comunidades puede rendir cuentas de la eficiencia en el uso de los fondos, el logro de objetivos y esto provee para que a la vez el Gobierno al rendir cuentas puede hablar de lo que se hace y dónde y cómo se usa el dinero del pueblo, o sea economía del bienestar.
La idea de autogestión y el potencial de generar empleos que fortalezcan la economía regional se logra con que las comunidades sean gestoras de empleos que garanticen productos, que creen nuevos productos y que le dé estabilidad al mercado. Es el desarrollo de proyectos del pueblo y para el pueblo. Es recuperar la comunidad, sacar la violencia y permitir la inclusión de las poblaciones en el proceso político que crea y construye otro país, otra economía y otra sociedad. Pero no es por medio de los partidos políticos, es mediante el ejercicio del poder delegado al pueblo que se genera ese proceso político. Reconoce que en una democracia la gente no debe sufrir las consecuencias por las leyes si no participaron en el proceso para confección, discusión y evaluación de las mismas. Es una nueva forma de hacer política, donde se cede el poder al pueblo y se respeta las decisiones del mismo.
Cuando la comunidad participa en su desarrollo permite efectividad, autonomía y sostenibilidad en la gestión del desarrollo, pero a la vez libera al ser humano de la dependencia y lo posesiona como un autogestor de su destino. Es superar el problema estructural de la economía para transformarlo en un modelo inclusivo, que genere empleos, ingresos y solidaridad. Este desarrollo comunitario solidario genera ingresos y empleos pues se genera círculos de consumo, redes de apoyo, que se autosostienen y se retroalimentan. Es como un virus, la solidaridad, que se apodera de la sociedad con deseo de participar, aportar, crear y, sobre todo, crear esperanzas.
Para lograr que este modelo de desarrollo comunitario enmarcado en la solidaridad tenga éxito, se requiere que las instituciones universitarias sean gestores de los mismos. La universidad puede apoyar en identificar áreas de asesoramiento que sean necesarias a las comunidades y procurar que la universidad provea asesoramiento de profesores voluntarios y estudiantes. Esa institución educativa debe diseñar secuencias curriculares que sean transversales en todos sus currículos para que fomente la solidaridad como una herramienta de transformación social, generadora de cambios y análisis críticos. La herramienta fundamental de la educación y la formación es clave para transformar nuestra sociedad. Es necesario que las universidades asuman el rol social y sean los que fomenten y le den forma a este desarrollo comunitario solidario. Está en las manos de los universitarios que brinden servicios a la comunidad, diseñen proyectos, ayuden al prójimo y sirvan a otros sin esperar nada a cambio. Necesitamos universidades comprometidas con una pedagogía solidaria, con el aprendizaje crítico y consciente, creando líderes que se involucren y asuman los retos, educándolos como agentes de cambios.
Conclusión
Podemos cambiar la economía desde nuestras comunidades entendiendo nuestro papel activo como agentes de cambios que se fomenta con la participación activa, crítica y creadora. Comenzamos a ver la economía desde otra perspectiva para buscar soluciones a los problemas sociales y económicos que requieren pensamiento solidario para poder consolidar la estabilidad del desarrollo económico y social y lograr una distribución equitativa de las riquezas, así como crear empleos. La economía que crecía atrayendo inversión de afuera (exógena, foránea) se ha agotado y debemos reforzarla con una buena dosis de economía desde adentro (endógena). Una economía que crece de adentro hacia afuera y que provee el marco para que diversos modelos de empresas solidarias, como es el movimiento cooperativista solidario, sea el enlace que potencie y fortalezca la misma. La alternativa económica y social, que lleve a la equidad y justicia debe tener una filosofía que fomenta la solidaridad y el compromiso. No es una mera propuesta económica, es un modo de vivir y de ser, por eso la forma de hacer economía debe ser con una lógica solidaria, que deben adoptar la planificación transversal como una herramienta metodológica que permite diseñar la estrategia de desarrollo económico y social comunitario.
Enfrentamos la crisis con creatividad y valentía para reclamar y comenzar un modelo de desarrollo comunitario y que sea solidario, es ir reformando la democracia y la equidad para un nuevo país. Requiere voluntad política y valentía al ceder el poder al pueblo para que sea gestor de su desarrollo. Es crear una economía que atienda los problemas reales que se presentan, donde todos conocemos lo que sucede, donde el plan de nuestra comunidad, región y de la Isla lo trabajamos todos porque “todos somos Puerto Rico”. La autonomía que se ejerce se orienta hacia los resultados, todos se involucran, es un cambio de paradigma o filosofía, es cambiar la visión. El producto esperado es un Puerto Rico próspero, solidario, creativo, equitativo y justo.
No es un sueño el desarrollo comunitario solidario, ya en Puerto Rico tenemos proyectos que se han gestado y son prósperos, además de los modelos cooperativistas y propiedad de trabajadores que existen dentro de la filosofía de la solidaridad. Pero queremos que sea un proyecto de toda la Isla, queremos transformar la economía y la sociedad. El momento de actuar es ahora, porque “todos somos Puerto Rico”.