“Desde el nieto que todavía soy”: Antonio Martorell ilustra ¿Y por qué?, de Georgina Lázaro León
¿Has experimentado haber tenido alguna idea muy compleja en el pensamiento, sin encontrar cómo vestirla con palabras para expresarla clara y conceptualmente, y sin embargo, más adelante en el camino de tu ruta vital, escuchas la misma complicada idea, pero esta vez expresada con una sencillez sobrecogedora? Precisamente el juego entre la profundidad y la sencillez, entre lo oculto y lo evidente se convierte, en el libro de reflexión humana ¿Y por qué?, en el gran reto del que escribe, del que ilustra… y del que lee. El libro es un poema de Georgina Lázaro León ilustrado por Antonio Martorell, en el que un niño le pregunta al abuelo acerca de las inquietudes más tiernas, sensibles y brillantes que los seres humanos han experimentado a lo largo de la maestra vida. La autora lo articula con aquella sencillez que lo explica todo y, mucho mejor, con el ritmo melodioso de la estrofa poética, de la rima que tanto encanta al niño que todos llevamos en aquel adentro unamuniano del incaducable ensayista y filósofo español.
El logro conceptual y el logro estético de ¿Y por qué?, ¿se deberán, acaso, a que el anciano sabio y el niño cándido empalman —sabiduría y candor— en un mismo y desdoblado personaje? Al fin y al cabo, el maestro Martorell dedica el libro a sus nietos “desde el nieto que todavía soy”. Hasta parece que el niño de la obra es el signo de interrogación inicial de cada pregunta, y que el abuelo es el signo final, abrazando ambos, de principio a fin de la obra, la gran pregunta del ser humano: “¿Y por qué pasa lo que pasa?”. Es más, el abuelo y el niño incluso logran convertirse en el objeto mismo sobre el cual se formulan las preguntas del texto. Esto, porque estas preguntas nacen del acto del niño ir conociendo el mundo en el que viven ambos.
Las preguntas del nieto ponen a pensar al abuelo, quien al cabo de tantos años de vida, sigue, como su nieto inquieto, lleno de inquietas preguntas. Puede que el abuelo tenga algunas respuestas; algunas, sí, pero no todas. En las preguntas del niño, quedan sugeridas las innumerables preguntas del abuelo maduro, pues el ser humano, si huérfano de preguntas, tal vez sea un ser, pero no un ser humano. Como no sea que ¿Y por qué?, tanto en sus versos y palabras como en sus formas y colores, propone que el principio y el fin del ser humano no es otro que preguntar. Al fin y al cabo, el título de la obra, ¿Y por qué?, empieza con un signo de interrogación y con ese mismo signo termina, en estructura de nomenclatura circular.
“¿Y por qué?” es la pregunta que no termina, que se concatena consigo misma en una interminable cadena de indagación atenta al misterio de lo que es estar vivo y aquí. Que la pregunte un niño no le quita la profundidad filosófica de búsqueda del hombre adulto, porque no deja de ser la gran pregunta vivencial de esta existencia.
Esta pregunta, “¿Y por qué?”, tiene, dentro de sí, un atisbo de contestación que apuesta a realidades alternas llenas de ensueño, fantasía y creación. No hay más que captar que buena parte de las ilustraciones contiene un doble plano: aquel plano en el que los personajes están, y aquel otro plano que los personajes observan desde donde están. Esto es, lo que el niño ve desde la sala, por la ventana o en un cuadro; lo que el abuelo agranda con una lupa; lo que el niño ve por una puerta abierta; lo que establece una hoja que pasa volando en el viento mientras el niño reflexiona en el tiempo y mientras el abuelo también reflexiona en el tiempo, aunque de otra manera… Así entran, en la ilustración de la obra poética, los elementos que son el objeto de reflexión. Por ejemplo, el edificio cubierto por un mural de palabras definidas sugiere la construcción del texto que se edifica con esas palabras; entonces el edificio y el diccionario terminan siendo una misma estructura de creación, de posibilidades, de realidad y ficción… Ese poder constructor lo tiene la imagen porque la imagen de ¿Y por qué? no le encarga la pregunta al verso, sino que también pregunta. Y como el verso pregunta para conocer la verdad, la imagen pregunta para construir esa verdad, verdad que adviene vislumbrada por preguntas.
La obra no solo pregunta “¿Por qué?”: esta es solamente la pregunta emblemática. En ¿Y por qué?, la naturaleza fluye como fuente de preguntas en las que palpitan el “¿Cómo se forma la mariposa?”, el “¿Quién ha hecho todo lo que me maravilla?”, el “¿Qué es el tiempo que palpita con el péndulo?”… Y es, también, esta hermosa obra un reconocimiento a la sabiduría de los años maduros, a la sabiduría de la maestra vida: “Y tú, que sabes tanto”, admite admirado el nieto justo antes de preguntarle al abuelo…
Los versos de ¿Y por qué? tienen color y dibujan vida. Las imágenes de ¿Y por qué? tienen poesía y escriben versos. Las imágenes forman el poema que el maestro ilustrador ha escrito acerca de lo que la poeta ha dibujado con palabras. Estas palabras se organizan en cuartetas predominantemente heptasílabas; cuartetas que cada una por sí sola resulta autónoma en la eficaz formulación de una pregunta, y que, en combinación con las otras cuartetas, forman el poema completo de la inspirada poeta. Cada ilustración también resulta autónoma. Cada una sugiere un mundo de sentidos: una cosa (como el globo terráqueo) puede convertirse en otra (como el centro de un mantelito redondo), pero matizada por la belleza de una puntilla acaso hecha por la abuela que no figura en la anécdota textual sino mediante la obra de su primorosa mano artesanal.
Así es ¿Y por qué? Podemos añadir, a las del niño, nuestras preguntas: ¿Y por qué el contenido de un poema y la forma ilustrada van juntos? ¿Y cómo es cuando el contenido y la forma se juntan? Cuando se juntan dan a luz la obra de arte. ¿Que el contenido es lo más importante de un todo? Con eso nos engañan a veces, pero sabemos que no es así. También sabemos que el que tiene la pregunta lo tiene todo —porque la respuesta conviene a la integridad de la pregunta—, y que qué, quién, cómo, dónde y el misterioso por qué tienen la palabra escrita e imaginada esta grata noche.
*Ponencia presentada el 31 de mayo de 2017 en la exposición del arte de Martorell para el libro ¿Y por qué? en el Museo de las Américas, Antiguo Cuartel de Ballajá.