Deseo, alteridad y pornografía
Entrando en detalles pluridimensionales dentro del universo digital del porno, he observado, que este ciberespacio en particular como es el caso de PORNHUB cada año va incrementándose a unos niveles incalculables. Su tasa poblacional de participación en términos generales cifra unos 151, 963,374 miembros activos. También a nivel anual según las estadísticas presentada entre los años del 2016 y 2018 por la Universidad Estatal de Iowa, se promedia que cerca de un 64% de la población mundial visita estas redes, aunque sea una vez en semana. Esto deja entrever, que las relaciones entre ser social vs. máquina y deseo vs. sexo han ido estructurándose a partir de lo que las formaciones hegemónicas digitales dictaminen como práctico, hecho que a su vez produce goce. Así que, si tomo como línea de pensamiento la propuesta de síntoma presentada por Lacan (1972) se vislumbra que la pornografía y sus mismas comunidades cibernéticas han de ser excepciones, ya que también establecen dentro de las desarticulaciones (redes sociales o espaciales) un propio sistema que los hace subvertir en uno. Por tal motivo, es que se construyen aplicaciones de apareamientos aleatorios, nichos o comunidades espaciales, artefactos electrónicos como los lummy-dolls, Fleshlights, ciber-burdeles, twerking butts, apps adaptables para el Smartphone, entre otros para mantener en recreación y circulación el efecto de goce dentro de esa psique social.
Es decir, que la frontera que coexiste entre la alteridad y misma individualidad está totalmente intervenida y condicionada por lo digital dentro de estos ciberespacios como PORNHUB el cual ha hecho de la interacción con el otro toda una cultura de la simulación inminente. (Baudrillard, 1996). La forma más clara y detallada de cómo se puede ilustrar tal efecto es por medio de la transparencia, cualidad que la misma tecnología moderna reviste como artificio ilusorio para infestar nuestra noción de “lo real, imaginario y simbólico”. El efecto es tan sutil y seductivo, el presentado en tal entorno de lo digital, que desde el mismo servidor se te puede edificar todo un menú premeditado de los tipos de fetiches, personas, aparatos y posiciones que gustarías incursionar con su “app” denominado PornIQ. Además, otra manera metonímica de cómo hacer valer tal sortilegio ha sido mediante el interventor más efectivo de todas las redes “el like o me gusta”. A través de esta herramienta fenomenológica del “like” como nos diría Chul-Han (2014) se puede ya tener un diagnóstico previo de los de películas, cosas y deseos más internos que podría tener esa persona en tal momento.
Según Slavoj Zizek (2011) “nuestra época está infestada de fantasmas: existe un antagonismo cada vez mayor entre los procesos de abstracción acelerada de nuestras vidas, dado al ámbito del universo digital o de las relaciones mercantiles”. Por ende, se hace menester descubrir el por qué cada vez más estas páginas pornográficas en lugar de ser condenadas por un manto conservador y más fundamentalista ortodoxas reabren otro paso hacia la concienciación de lo social. Ante este hecho y fenómeno social, no se puede caer en la retórica determinista de que el porno-consumo resulta ser la muerte de la alteridad o mismo deseo, pues el mismo Foucault planteaba que el dispositivo placer contrapone al deseo. Sustancialmente, es la misma relación de poder la que mantiene al ser sujeto por medio de la dinámica que hay de por sí establecida entre ser social vs máquina digital bajo ese dispositivo disciplinario. Destaco esto, porque la pornografía, más allá de verse como una respuesta ante el tabú, opresión y misma exclusión social, también es otra forma de aprisionar y acosar nuestras más íntimas fantasías (Zizek, 2011). Así que, en resumidas palabras deleuzeanas “el deseo es siempre revolucionario, porque siempre quiere más conexiones y más agenciamientos”, por lo que la muerte de éste en dichos ámbitos ciberespaciales resulta ser aún inconclusa; justamente como es el caso del efecto gozar, pero lo grandioso de estas tensiones es que siempre abra fuga o salida ante esos roces relacionales de poder.
Queda claro, que en nuestras manos está concienciar y mantener viva las dimensiones del deseo, lo erótico, la alteridad a nivel macro con el fin que no se difumine tal acto en uno autodestructivo, ya que según George Bataille (1957) “el espíritu humano está expuesto a las más sorprendentes conminaciones. Se teme sin cesar a sí mismo. Sus movimientos eróticos le atemorizan”. Por tanto, al ser social moderno le sigue aun causando terror reconocer su propia animalidad y exuberancia sexual la cual es una que se nos separa desde el nacimiento. Así que, ¿Si analizamos bien todo este contenido relacional entre ser social moderno vs máquina digital, esto resulta ser otra forma de cómo expresar al deseo en fuga o una muerte del mismo?
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Referencias
Bataille, G. (1957). El erotismo. 4ta edición. Marginales, Tusquets. Barcelona, España. (pp.20-24). (pp. 33-38).
Baudrillard, J. (1978). Simulación y cultura. Siglo XXI. Madrid, España.
Chul-Han. B. (2012). Psicopolítica. Herder. Barcelona, España. (pp.44-47).
Deleuze, G. (1990). Posdata de las sociedades de control.
Deleuze, G & Guattari, F. (1991). ¿Qué es la filosofía? Editorial Anagrama. Barcelona, España.
Foucault, M. (1976). La voluntad de saber: Historia de la sexualidad. Vol. I. Siglo XXI. Madrid, España. (pp.10, pp. 23, pp. 36.)
Zizek, S. (2011). El acoso de las fantasías. Akal. Madrid, España. (pp. 141, pp. 148, pp.151).
Videos de se utilizaron como referencia: https://youtu.be/TX3yBfJzuTo & https://youtu.be/JdWlbrkMsGA