A través de la búsqueda inminente y mandatoria de goce vía digital, los smartphones, laptops, y otros aparatos socio- técnicos han sido resignificados dentro del ciberespacio sexual. Mediante este giro totalmente avasallador, la nueva política pandémica del dejar vivir se convierte en un curativo que se nos presenta ante la crisis psicosocial y económica, y que lleva en sus entrañas una asidua programación cibersexual sumamente minuciosa.