Don Juan, la ciudadanía puertorriqueña y el huracán María
El 2 de diciembre somos muchos los que celebramos la vida de Don Juan Mari Brás; abogado, educador, líder, patriota, y visionario. Los hombres indispensables como él nunca mueren, viven a través de su legado. Este año el natalicio de Don Juan coincide con más de 60 días desde que el Huracán María azotó a Puerto Rico. Confieso que leer la prensa últimamente me ha llevado a ocupar espacios de indignación que no pensé eran posible. La lista es abrumadoramente extensa, entre las que se encuentran: puertorriqueños muriéndose por falta de insulina o necesidades básicas; el encontronazo brutal con el coloniaje; y la narrativa que los puertorriqueños son ciudadanos americanos y merecen mejor trato.
Esta última narrativa, que somos ciudadanos americanos, es la que me mueve a escribir esta reflexión. Esta frase es una importante que no debemos ignorar y se debe confrontar con la realidad que los puertorriqueños nunca escogimos la ciudadanía estadounidense, fue impuesta (Font-Guzmán 2015: 37-45). Cada vez que escucho la frase es un recordatorio doloroso de nuestra condición colonial. Sin embargo, esta frase también me trae el grato recuerdo de una de las tardes que conversé con Don Juan en su casa en Río Piedras Heights cuando estaba escribiendo mi libro sobre la ciudadanía puertorriqueña. Don Juan desde hacía mucho tiempo sabía lo que muchos puertorriqueños recién descubren con el paso del huracán María, que la ciudadanía estadounidense quita más derechos que los que otorga. Si los puertorriqueños desean tener derechos plenos, la solución no está en la ciudadanía estadounidense, sino en una ciudadanía puertorriqueña bajo una nación soberana. La ciudadanía puertorriqueña, que por medio de su experimento jurídico Don Juan rescató del olvido, es un paso importante hacia la valorización de nuestra identidad nacional.
Como muchos recordarán, el experimento jurídico de Don Juan lo llevó a renunciar legalmente a la ciudadanía estadounidense el 11 de julio de 1994 (Font-Guzmán 2015: 64; Mari Brás 2006: 249-270). Este experimento culminó en el Tribunal Supremo de Puerto Rico dictaminando que la ciudadanía puertorriqueña establecida en la Ley Foraker de 1900 era distinta e independiente a la estadounidense y su existencia jurídica no descansa en dicha ley federal sino en la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (Ramirez de Ferrer v. Mari Brás, 1997). Al amparo de lo resuelto por el Tribunal Supremo de Puerto Rico, el Departamento de Estado concluyó que Don Juan ostentaba la ciudadanía puertorriqueña y se le podía emitir una certificación a esos efectos. Este caso rompió con la tradición socio-histórica legal de conectar la ciudadanía como un derecho que emana de la nación-estado soberana al establecer que la ciudadanía puertorriqueña emana de la nación cultural (aunque no soberana) de Puerto Rico.
En mi conversación con Don Juan le pregunté por qué la ciudadanía puertorriqueña era tan importante para los puertorriqueños. Me contestó lo siguiente:
“La ciudadanía puertorriqueña es el salvavida de los puertorriqueños porque cuando los autonomistas se den cuenta que la ciudadanía estadunidense es la que les impide tener más poder político, la alternativa es la ciudadanía puertorriqueña” (Font-Guzmán 2015: 67).
Si hay algo que el huracán María ha dejado plasmado meridianamente claro es que la ciudadanía estadounidense ofrece a los puertorriqueños un trato especial de desigualdad y desprecio. El huracán María sirve para recordarnos que tenemos un “salvavida” en la ciudadanía puertorriqueña. Don Juan como buen visionario sabía que su experimento jurídico tenía la posibilidad de despertarle el ánima a la ciudadanía puertorriqueña. Como pregonaba el Gitano en Macondo, “Las cosas tienen vida propia […] todo es cuestión de despertarles el ánima” (García-Márquez 1993: 9).
¿Será esta la señal que tenía en mente Lola Rodríguez de Tió cuando compuso el himno nacional puertorriqueño? ¿Será que ha llegado la hora de despertar y luchar? ¿Será que Don Juan nos ha dejado como parte de su legado el salvavida del coloniaje? Ha llegado la hora de indignarse porque es la única manera de poder levantarse.
Referencias:
Font-Guzmán, Jacqueline N. 2015. Experiencing Puerto Rican Citizenship and Cultural Nationalism. New York: Palgrave Macmillan.
Foraker Act 1900.
García-Márquez, Gabriel. 1967 1st. ed. 1993. Cien años de soledad. Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana S.A.
Jones Act 1917.
Ramirez de Ferrer v. Juan Mari Brás 144 D.P.R. 141 (1997).
Mari Brás, Juan. 2006. Memorias de un Ciudadano. Mayagüez, Puerto Rico: Editorial Barco de Papel.