Educación: de 1966 a 1979
De primero a sexto grado estuve en la Escuela Roberto Clemente de Rolling Hills, Carolina (1967-1973). Esa educación fue para mí inolvidable. Incluso, al día de hoy todavía recuerdo a las maestras de Español (Sra. Bultrón y Sra. Carmen Sierra), la de Historia (Sra. Pizzaro), la de Ciencia (Sra. Pastrana) y el de Matemáticas (Sr. Lamboy). La directora de la escuela, Sra. Saldaña y la maestra de Inglés de quinto y sexto grado, Sra. Betancourt, se encargaron de que los estudiantes, además de aprender las materias principales, aprendieran a cantar, bailar y exponer obras teatrales. Participar en una poesía coreada, actuar en obras teatrales y bailar la música de los Ayala de Loíza; nos adiestró para competir contra todas las demás escuelas de Puerto Rico. Recitábamos y bailábamos con gusto. Ganar o perder al escribir un poema, recitar o bailar era lo que más incentivaba a los estudiantes a volver todos los días a la escuela. Siempre había algo que cantar, bailar, recitar o pintar. Las competencias culturales inter-escolares, inventadas por el entonces gobernador de Puerto Rico, Luis A. Ferré (1968-1972), y los Secretarios de Educación (Ramón Mellado y Tania Viera), nos llevó a una relación de educación artística en toda la isla.
De 1973 a 1976, mientras gobernaba Rafael Hernández Colón (1972-1976), Celeste Benítez fue la Secretaria de Educación. Me gradué de sexto grado en 1972 y entré a la Escuela Intermedia Facundo Bueso (1973-1976). En esa escuela conocí excelentes amigos y tuve maestros de todo tipo. Jugaba briscas con jóvenes que, luego me enteré, también vendían drogas. Pese a sus “actividades extra-curriculares”, jugaban sin apostar dinero y nos trataban con respeto a Vilma Polanco, mi mejor amiga, y a mí. No había quien nos ganara. Recuerdo a la Sra. Carmen Morales, con quien aprendí a coser y a cocinar. Ella y el profesor de música, además de las barajas, eran los únicos que me daban ganas de llegar a la escuela.
Taylor, un maestro norteamericano, llegó a Carolina con el propósito de empezar una banda en la Escuela Intermedia Facundo Bueso. Había aprendido a tocar mandolina desde los cinco años, pero con Taylor aprendí a tocar clarinete. Mi habilidad para la música es tan buena como mi sordera. Practicaba todas las tardes en mi casa y creo que la gente de Rolling Hills aguantaba porque no había otro remedio. Me acuerdo de que una vez mi vecino, don Felipe Polanco, músico profesional, nos enseñó a Vilma Polanco y a mí cómo hacer sonar aquellos clarinetes sin que sonaran a avión estrepitoso de guerra. La música no solo es hermosa, sino que ayuda a desarrollar el lado derecho del cerebro: la habilidad matemática.
Mis clases con Taylor y la Escuela Libre de Música de Carolina fueron mi punto mayor de vida en la Escuela Intermedia Facundo Bueso. Vilma, Clara Polanco, Sara Colón y yo la pasábamos bien con nuestros clarinetes. Conseguimos trabajo de verano en la Escuela Libre de Música de Carolina y todos los días, mientras practicábamos, nos metíamos a la hora de almuerzo en la casa de nuestra amiga de Facundo Bueso: Loida Rohena Álvarez. Su madre, Doña Lydia Álvarez, nos regalaba a todos un sandwich de jamón y queso y un rico café con leche. El pobre maestro Taylor nos enseñó buena música, pese a que los estudiantes peleones de Facundo Bueso le tiraban fósforos por las ventanas para quemarle la música y en una ocasión entraron al salón y robaron los instrumentos que encontraron. Solo se salvaron los instrumentos de los estudiantes de la banda porque los teníamos en nuestras casas.
Facundo Bueso era cosa seria. Entrábamos a las 7:30 AM, lo cual significaba levantarse uno a las 5:00 AM para poder desayunar y tomar el bus para llegar a tiempo al centro de Carolina. Una de esas mañanas, cuando apenas Vilma y yo llegamos a la escuela, nos dimos cuenta de que las muchachas estaban saltando la verja de la parte trasera de la escuela para poder entrar. Al preguntar la razón de tal extraña entrada, me dice una de las muchachas que en la entrada principal de la escuela había dos líneas de muchachos que se dedicaban a pellizcar el trasero de la mujer que entrara. Sin embargo, mi hermano, Jorge Rabell, quien medía más de seis pies, me enseñó a pelear con quien tratara de fastidiarme. No salté la verja, sino que entré mientras Vilma esperaba mi paso. Tan pronto aquel muchacho pellizcó mi trasero lo agarré por el pelo, lo tumbé al piso y le llevé el rubio de ojos azules a la directora de Facundo Bueso. Me regañó por llevar a aquel rubio de ojos azules arrastrado por el piso. Le contesté: eso sucede cuando las directoras escolares dejan que los estudiantes violen el cuerpo de las mujeres. La Escuela Intermedia Facundo Bueso ha desaparecido físicamente. Sigue siendo un hueco vacío que existe en mi memoria.
Bajo el gobierno de Rafael Hernández Colón y Celeste Benítez como Secretaria de Educación (1972-1976) se establece la Escuela de Ciencias y Matemáticas de University Gardens. A esa escuela entramos algunos estudiantes de Facundo Bueso (Lourdes, Vilma, Loida, Sara) y de otras escuelas públicas de Puerto Rico. Entramos y abrimos la Escuela de Ciencias y Matemáticas en agosto de 1976. El primer grupo de Ciencias y Matemáticas se graduó en mayo de 1979, bajo el gobernador Carlos Romero Barceló (1976-1984), con Ramón A. Cruz Aponte (1977) y Herman Sulsona (1977-1980) como Secretarios de Educación. Debido a fondos federales ganados bajo Celeste Benítez, nuestra escuela de Ciencias y Matemáticas tenía haberes para la educación que permitía visitar y experimentar en el Yunque, Arecibo, las playas de Loíza y Fajardo. Nuestros laboratorios de Química, Biología y Física eran de primera. Nunca podré olvidar al Sr. Jorge Rivera, nuestro maestro de Biología y Química, y nuestros maestros de Español (Sra. Janet Rodríguez, Sr. José Torres, Sra. Luz Ávila), Inglés, Historia (Política de Puerto Rico, Sra. De Jesús), Arte, Cerámica (Sra. Mazzini), Música (Sra. Lissete Mendoza) y Salud. Eran maestros de primera en todas las áreas. Teníamos clases de música y de teatro (Sra. Iris León), que nos llevó a representar obras de Luis Rafael Sánchez, Federico García Lorca, René Marquez, entre tantos. Era una escuela de Ciencias y Matemáticas que se daba junto a una excelente Escuela Regular y otra Escuela de Comercio. Los estudiantes de Ciencias y Matemáticas éramos amigos de los estudiantes de Escuela Regular o Comercio. Sabíamos hablar, pintar y teatralizarlo todo. Mi hija cursó la escuela secundaria en esta misma escuela (2010-2014). Aunque sigue siendo excelente en ciencias y matemáticas, esa escuela interdisciplinaria que yo conocí ya no existe. No puede haber ciencias, matemáticas, lenguas, historia o comercio sin teatro, música y arte. Un médico o ingeniero tiene que saber hablar y expresarse ante su paciente, cliente o colega. Un comerciante debe saber hablar, actuar y escribir.
La educación no es apilar a treinta estudiantes por salón con un profesor de español, inglés, historia, matemáticas y ciencias. El cerebro no funciona sin diversidad de lenguas, teatro, arte y música. Sin la interdisciplinariedad y sin exposición a las bellas artes no hay educación ni aprendizaje. La educación pública de hoy está muerta.