El abominable kompromiso del GOP con Rusia

Recientemente publiqué un artículo en 80grados (In Barr We Trust) en el que especulo que el nombramiento de William Barr como secretario de justicia, obedece a un acuerdo no escrito entre los partidos Demócrata y Republicano para que el Informe de Mueller no saque a la luz pública cuántos en la cúpula mayor del Gobierno federal han estado komprometidos por Rusia. Ese artículo revela cuan amplia y profunda es la influencia de Rusia a través de intermediarios, en este caso por ciudadanos estadounidenses, para burlar los impedimentos legales que le permiten a grandes entidades anónimas donar enormes cantidades de dinero a partidos y candidatos. Estos donativos son legales gracias al aval del Tribunal Supremo en el caso de Citizen’s United del 21 de enero de 2010, que autoriza dichas aportaciones por parte de Comités de Acción Política (conocidos como PACs), por supuesto, anónimos.
Tras el arresto de Roger Stone, y las declaraciones de Matthew Whitaker de que la investigación de Mueller está en sus etapas finales, emitidas la última semana de enero de 2019, parece que, en efecto, saldrán a la luz pública más datos sobre la influencia de Rusia en el Partido Republicano en las elecciones del 2016 y en el liderato tanto del Ejecutivo como del Senado y la Cámara. William Barr deberá ser confirmado próximamente y comenzará el proceso de separar la paja del grano de la corrupción. Con la salida del expresidente de la Cámara Paul Ryan, McConnell, Rubio (sí, Rubio), Graham, Scott Walker y hasta John Kasich y John McCain (el mismo) aparecen como beneficiarios o accionistas de algunas empresas de Blavatnik.
El gobierno federal no puede darse el lujo de aparecer ante la opinión pública como un nido de corruptos al servicio de Vladimir Putin. La gran pregunta es si sacrificarán al carnero mayor de la Casa Blanca, a riesgo de que «cante» y lo revele todo, o si buscarán cómo sacarlo de la presidencia con un relativo daño a sus finanzas para que se encueve en Nueva York con su familia y prometa no regresar a la política pública.
Tendrá que haber algún chivo expiatorio. ¿Quién tiene la menor credibilidad, es más susceptible a coacción o recibirá mayores garantías de que a su familia no le faltará nada, como en el Padrino? No lo sabemos. Pero, desafortunadamente para quienes ansiamos ver al abominable en un mameluco anaranjado, ese final probablemente no será posible. El rescate de la imagen y la credibilidad del país resultará tanto más valioso que la venganza de todos los horrorizados por el saqueo y el destrozo de tantas instituciones y valores que, como en el caso de Nixon, Reagan y Bush, se barrerá la basura debajo de la alfombra y todo regresará a una normalidad que ha dejado de serlo para siempre.