El Premio Nóbel y la liberación de la literatura
El 13 de octubre de 2016, la Academia Sueca sorprendió al mundo al otorgar el prestigioso Premio Nóbel al cantautor estadounidense Bob Dylan «for having created new poetic expressions within the great American song tradition» (por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición musical estadounidense). Luego de anunciar el premio, la profesora Sara Danius, Secretaria Permanente de la Academia Sueca, lo describió como un gran poeta y que su obra merecía ser tanto escuchada como leída de la misma manera en que leemos grandes obras de la tradición poética oral, como Homero y Sappho (vea el resto de la entrevista breve aquí).
Esta premiación es un indicador de que estamos reconociendo el mérito literario de obras escritas para medios distintos al papel. La hegemonía mediática que ejerce la página impresa sobre la literatura se va debilitando según reconocemos el valor de la palabra escrita en y para otros medios.
Cuando utilizo el concepto de hegemonía mediática lo hago pensando en la hegemonía cultural según aplicada a los medios de comunicación y las artes. Para entenderlo mejor, tomemos como punto de partida la definición ofrecida en Wikipedia:
El concepto de hegemonía cultural fue desarrollado por el filósofo marxista Antonio Gramsci a fin de explicar cómo una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa es en realidad dominada por una de sus clases sociales: las percepciones; explicaciones, valores y creencias de ese sector llegan a ser vistos como la norma, transformándose en los estándares de validez universal o de referencia en tal sociedad, como lo que beneficia a todos cuando en realidad solo beneficia (o beneficia preferencialmente) a un sector dado.
Los premios literarios son un mecanismo para ejercer esta hegemonía cultural, estableciendo los estándares de calidad, géneros literarios de preferencia y afirmando los medios en los cuales las obras se producen y circulan. Con frecuencia las ideologías hegemónicas no se notan sino hasta que se encuentran de frente con algo que las reta y esto precisamente es lo que vemos en el caso de Bob Dylan. Al reconocer este cantautor como poeta y otorgarle el premio literario más prestigioso del mundo se logran dos cosas: extender la definición de lo que se considera literatura para incluir la canción como un tipo de poesía y reconocer que la grabación de audio es un soporte válido para el arte de la palabra.
El primer logro no es nada controversial ya que la poesía y la canción preceden a la literatura escrita por miles de años. La literatura es el arte de la palabra escrita y la misma ha sido formada en siglos recientes por las tecnologías de papel (lápiz, pluma fuente, bolígrafo, maquinilla, imprenta, fotocopiadora y fax, entre otras) y sus formatos de publicación (libros, revistas y otros). Particularmente en la poesía, la palabra escrita suele verse como si fuese una partitura musical, utilizando palabras, puntuación, versos y estrofas para guiar al lector en la reconstrucción de una experiencia vocal. Por lo tanto, otorgar el máximo galardón literario a un autor cuya obra es escrita para ser cantada en vez de simplemente leída no violenta mucho el status quo literario. De hecho, lo que hace es colonizar el espacio de la canción como uno literario, aplicando los valores, perspectivas y herramientas teóricas desarrolladas para la literatura en papel. Vale la pena recalcar que la música es arte y que verla desde una perspectiva literaria ignora muchas de sus características no verbales.
El segundo logro– el reconocer que la grabación de audio como soporte válido para el arte de la palabra– es otro golpe contra el dominio de la página impresa como medio de máximo valor en la literatura. ¿Cuántos cantautores podrían competir y ganar el Premio Nóbel de Literatura en el futuro? ¿Cuántos premios literarios nacionales expandirán sus horizontes para incluir la canción? ¿Cuándo reconocerán los méritos literarios de la poesía concreta sonora (visite UbuWeb Sound para ejemplos) y otras obras escritas para publicarse en grabaciones de audio en vez de libros? Esto abre la puerta a reconocer otros soportes en los cuales se manifiesta el impulso literario, como el video (el festival VideoBardo lleva 20 años celebrando el género de la videopoesía) y los medios digitales (con miles de obras de literatura electrónica escritas desde 1952).
Mi predicción: poco a poco llegaremos a entender la literatura como algo que trasciende la página (tanto impresa como virtual). Gradualmente tomaremos los estándares literarios desarrollados para la palabra impresa y los adaptaremos a las características particulares del graffiti, los memes, la poesía concreta, la canción, el rap, la videopoesía, o la literatura electrónica. Buscaremos nuevas maneras de apreciar y evaluar las artes de la palabra, porque el tiempo del libro está terminando y los otros medios de comunicación están apenas comenzando.
Como bien lo dijo Bob Dylan: los tiempos están cambiando.
Come gather ’round people
Wherever you roam
And admit that the waters
Around you have grown
And accept it that soon
You’ll be drenched to the bone
If your time to you is worth savin’
Then you better start swimmin’ or you’ll sink like a stone
For the times they are a-changin’
Y ya que la literatura ha sido liberada de la hegemonía del papel, dedicaré mi próximo artículo, a describir algunos géneros literarios desarrollados para los medios digitales. A ver si aprendemos a nadar en estos tiempos cambiantes. 🙂