El resurgimiento del “Peligro Amarillo” (parte II)
Continuación
Señalaba en una columna anterior, basándome en Mapping the Global Future, que era muy probable que en las próximas décadas Estados Unidos tenga que compartir, como nunca antes, su mando del sistema mundo, no solo con la Unión Europea y Japón sino además con la República Popular China y otras potencias emergentes como India y Brasil. Un escenario multipolar es también examinado en Global Governance 2025: At a Critical Junture realizado por el propio National Intelligence Council en conjunto con el Institute for Security Studies de la Unión Europea en el 2010. Según explica el reporte:Today, the legitimacy and credibility of the US and the EU as political leaders is openly questioned by other rising power centers and large swathes of the international community. This is partly due to their perceived shortcomings in providing the public goods they guaranteed before the shift to a multipolar world, such as economic stability, and to the view that their positions on issues such as trade and climate change are unfair to the interests of others. At the same time, the expanding economic clout of emerging powers increases their political influence well beyond their borders. It can be argued that alternative definitions of modernity are taking hold. The virtues of open capital markets are less than universally shared, and even on the trade front, industrial policy appears more in vogue, particularly in emerging economies. Far more states matter in the international system today. Many of these states, which differ widely in terms of their economics and ideologies, are indispensable to solving international problems. (10)
Este no es, por supuesto, el único escenario posible. De hecho, el último reporte mencionado plantea que en el futuro inmediato el escenario más probable sea uno en el que el orden mundial actual sobreviva la crisis y que Occidente –Estados Unidos y la Unión Europea– mantengan un control desproporcionado de la gobernación mundial. No obstante, concluyen que este escenario no sería sostenible a largo plazo, pues la supervivencia del orden mundial corriente radica en que ninguna crisis sea lo suficiente profunda como para abrumar el sistema imperante. Y las crisis económicas del sistema mundo capitalista son cada vez más pesadas tanto para Estados Unidos como para la Unión Europea. Para la mayoría de los futurólogos oficiales el escenario de múltiples polos parece ser el más probable a largo plazo, aunque ciertamente no su favorito. Estos preferirían un remedo del Concierto europeo. También consideraron un escenario que, marcado por el conflicto internacional, amenace la gobernación global y provoque el fin de la globalización. Algunas tendencias actuales sugieren la intensificación de conflictos intranacionales e internacionales que amenazan con una creciente fragmentación mundial. De hecho, esfuerzos secesionistas y separatistas en Estados Unidos y Europa, aunque muy débiles, apuntan a varios conflictos potenciales y hacia una creciente fragmentación, sobretodo en Europa.
La posibilidad del relativo desplazamiento de los Estados Unidos como centro hegemónico del orden mundial ya ha sido examinada por los estudiosos y futurólogos del sistema mundo. Pero algunos estudiosos del sistema mundo, entre ellos Giovanni Arrighi, sugieren que no se trata de la caída absoluta de los Estados Unidos sino más bien del alza relativa de otras naciones, entre ellas la República Popular China. En el 2011, si obviamos a la Unión Europea, Estados Unidos tenía el Producto Interno Bruto (PIB) más alto del mundo (15, 094,000 medido en millones de dólares), el doble del PIB de República Popular China (7, 318,499 medido en millones de dólares), segundo en el ordenamiento después de Estados Unidos. El PIB de Estados Unidos es más alto que el de la República Popular China, esto a pesar de que la tasa de crecimiento del PIB de Estados Unidos es solo de 1.7 y la de la República Popular China de 9.5. Para el 2017 se espera que en términos de PIB nominal Estados Unidos tenga la primera posición seguido de la Unión Europea y después por la República Popular China. Estos números confirman el planteamiento de Arrighi. De hecho, si bien es cierto que hoy la tasa de crecimiento de la República Popular China es más alta que la estadounidense el PIB de los Estados Unidos sigue siendo muchísimo más alto que el chino y lo seguirá en el futuro inmediato. La República Popular China no posee aún la fuerza económica y poder colosal necesarios para sustituir a Estados Unidos como centro hegemónico, eventualidad representada en el anuncio Chinese Professor. Como plantea Jhon Gulik, la República Popular China no posee la capacidad militar, política y económica para convertirse en el nuevo poder hegemónico. Si bien es cierto que la economía estadounidense podría no volver a crecer como lo hizo una vez, esta seguirá siendo una economía importante, al menos por las próximas décadas. El poder y capacidad política de Estados Unidos, tanto en términos diplomáticos como militares, su poderío económico, financiero, comercial y tecnológico y su influencia cultural garantizan que seguirá siendo la entidad más poderosa del sistema mundo. La Republica Popular China aunque poderosa no goza de todo ese poder, necesario para convertirse en una nueva fuerza hegemónica.
En Puerto Rico las consideraciones con respecto a la situación y futuro de los Estados Unidos son escasas, eso a pesar de que nuestro futuro está profundamente ligado al porvenir de esa nación. Algunos líderes políticos del país, particularmente los proponentes de la libre asociación, incluyendo al fenecido Willy Miranda Marín, han aprovechado los cambios en la economía mundial de las últimas décadas, la creciente globalización, para defender y legitimar su causa. Sin embargo, estos no han considerado la diversidad de escenarios potenciales, ni siquiera la posibilidad de un sistema mundo multipolar. Los estadistas, para quienes las consideraciones de futuro de Estados Unidos deberían ser esenciales tampoco lo han comentado, esto a pesar de que el apoyo popular y creciente a la estadidad podría estar conectado no solo a la percepción que los puertorriqueños tengan sobre la situación económica de su país sino también a su percepción de la economía estadounidense. Los restantes partidos políticos tampoco han considerado ponderadamente la situación actual y futura delos Estados Unidos.
La situación política y económica de los Estados Unidos, aparte de quien ganó las elecciones, tampoco parece preocupar mucho al público puertorriqueño. Pero, si la economía estadounidense sobrevive, Estados Unidos se mantiene como un polo poderoso de la economía mundial, y la economía puertorriqueña permanece estancada, y parece que así será, entonces propongo tentativamente que no mucho cambiará entre los puertorriqueños. La mayoría de ellos continuarán aferrados a la idea del “sueño americano” y a la alegada seguridad económica de una unión, colonial o no, entre Puerto Rico y Estados Unidos. Es evidente que como expresa Ramón Grosfoguel, a la mayoría de los puertorriqueños les provoca muchísima ansiedad las implicaciones económicas y políticas de que Puerto Rico se convierta en una nación independiente. Que Puerto Rico se convierta en un país soberano pero asociado a los Estados Unidos también les angustia mucho. Aunque un nuevo orden mundial y una economía estadounidense relativamente rezagada tengan consecuencias adversas para Puerto Rico todo parece sugerir que la mayoría de los puertorriqueños preferirían eso a la incertidumbre y ansiedades que les provoca, para bien o para mal, la independencia y la libre asociación.