El trabajo más difícil del mundo
Cuando los candidatos llegan al clímax de la incredulidad y el cuestionamiento, el entrevistador cierra con broche de oro planteando que el puesto actualmente está ocupado y que además hay billones de personas en el mundo que lo ejercen y aclara que se trata de: las madres. El final muestra a los ingenuos candidatos reaccionando emocionados (y hasta varias lágrimas se derraman) ante la contundencia de lo que hacen las titulares de ese puesto de trabajo.
A continuación narro, tomando como ejemplo a una persona, algunas anécdotas de las muchas (¡cientos-miles-millones!) que se pudieran compilar y compartir sobre ese tema y particularmente sobre esas “Directoras de Operaciones”.
Conozco a una señora de 81 años que dedicó su vida a la familia, que cuidó con esmero y total devoción en hospitales y lechos de enfermo/muerte a su madre, a varios de sus hermanos, a su esposo y a varias amistades, que viajaba cada semana en transporte público, desde la ciudad hasta el campo, por más de 40 millas (de ellas dos ó tres caminando) y limpiaba baños voluntariamente en una escuela secundaria, para poder compartir por 10-15 minutos con su hijo que allí estudiaba de manera interna.
Durante varios años esa señora pocas veces se sentaba a almorzar o cenar con la familia, pues como la comida en muchas ocasiones no era suficiente, ella esperaba a que sus hijos saciaran su hambre de jóvenes adolescentes y “si quedaba algo” entonces se servía.
La misma señora, habiendo cursado en la década del 40 del siglo XX solamente hasta el octavo grado de la enseñanza formal, se las arregló para adquirir una excelente ortografía, que trasmitió a sus hijos en intensas jornadas diarias de estudio y que cimentaron las bases de esa importante herramienta de comunicación para el futuro. Además, con más de 70 años, y en una magistral lección de perseverancia y ejemplo para sus hijos y nietos, asistió a cursos universitarios para la tercera edad, de los cuales egresó satisfactoriamente.
Su sabiduría ha sido tal que muchas personas de la familia, de la vecindad y otras conocidas, la han buscado durante años para contarles sus problemas, pedirle consejos o simplemente nutrirse de esa savia que humildemente y sin pretensiones de ninguna índole, comparte con quienes se le acercan. Su trabajo familiar y con las amistades en temas como honestidad, ética, religión, espiritualidad, perdón, disciplina, compromiso, perseverancia, entre muchos otros, ha sido intenso y permanente predicando, primero que todo, con el ejemplo personal.
Vayan, desde estas anotaciones y anécdotas, mi más sentido homenaje, felicitación y agradecimiento a todas esas “Directoras de Operaciones”, fundamentalmente de nuestras operaciones personales, nuestro crecimiento, nuestro bienestar, nuestra felicidad, a: NUESTRAS MADRES, en el mes en que se celebra lo que se materializa durante los 365 días del año: el trabajo más completo, desinteresado y gratificante del mundo.
Sirva además de pretexto, para mi primer mes de mayo sin la presencia física de mi madre quien desde el pasado 16 de marzo me acompaña, sin que todavía yo lo pueda asimilar completamente, desde la dimensión espiritual que ella misma me inculcó, mostró y practicó, con los ejemplos mencionados en los párrafos anteriores y muchos otros, lo cual me permite seguir adelante rindiéndole, junto a los millones de otras madres, homenajes diarios y algunos especiales, como este…