En voz baja
En voz baja, como entre dientes. Casi no dicho, apenas percibido. Probablemente no escuchado. Así, como lo que no se pudo decir, pero salió de mi boca en silencio, surgieron estas notas durante los más de ochenta días en que no le di la vuelta al mundo. Algunas eran ideas para algún artículo, abandonado por las circunstancias o desechado; otras, descartes, como los llamaría Silvio, de palabras publicadas. Otras, meros comentarios de Facebook, que como dichos en voz baja no llegaron a sus muros. La discreción las retuvo en mi pantalla, a la que esporádicamente iba añadiendo notas, líneas, citas y hasta versos. Quizás algún fragmento fue escuchado, espero que como un murmullo de aliento.
Como en novela policial, durante estos días el silencio acentuaba la intriga, al tiempo que escondía lo que me parecía una genuina incertidumbre calladamente compartida. Muchas voces nuevas se expresaron durante estos meses y al menos hubo algún que otro debate. Sin embargo, considero que las tensiones del momento y la diversidad de agentes en contradicción pasmaron el discurso sobre todo durante las primeras semanas de la huelga estudiantil. Silencio que posteriormente fue resentido y condenado. Hubo mucho silencio, mucha voz callada, ausente. En el ánimo de animar a otrxs a salir del silencio e incitar un diálogo es que publico estas notas. Al final del año fiscal parece que solo quedan perdedores; la confusión requiere mesura y si publico estas notas es en voz baja, como afirmaciones cargadas de dudas o simples vacilones.
1.
El/La profesor/a hace una pregunta relativa al material de discusión. Unxs levantan la mano, otrxs miran el papel y otrxs la misteriosa pantalla que bien puede tener el texto en discusión, un universo de información o un tweet sobre el party de esta noche. La discusión prosigue entre una minoría de los presentes, y poco a poco la sala se separa entre estos y los que contemplan de vez en cuando o insistentemente sus pantallas. ¿Cuántas ideas circulan en ese universo? ¿Cuántas preguntas surgen de esa discusión? ¿Cuántas quedan acuarteladas? ¿Cuántos escuchan?
2.
Cuando se cierra la tranqueta, Bruno me convoca a que dispare de la baqueta sobre el universo. Difícil tarea esta, el universo es pequeño, pero tiene grandes aspiraciones y se espera mucho de él: promesa, paraíso, verdad, oportunidad. Hoy unos lo amenazan desde el trono colonial que le concedió el imperio financiero con amputar programas y hacerlo más escueto, para así pagarle a especuladores engañados o embusteros. Otrxs lo cierran en respuesta para auto convocarse al diálogo creativo y escupir a quien ose cuestionarlo. Al trancarse la puerta, el universo se empequeñece, pero aún así no cabe en una consigna. ¿Qué será del universo sin preguntas?
3.
¡Lucha sí, entrega no! No sé qué es lucha ni qué es entrega, pero algo me late que la lucha se reduce a la decisión de unxs en la que otrxs no participaron y solo les queda seguir o servir de escudo para defender a los que están en huelga, perdón luchan. No creo que la lucha sea la huelga, por lo visto, esta, mientras calienta la sangre de los más eufóricos, enajena a otrxs y los acusa de entregadxs. Es decir, que como en viejas revoluciones, alimenta el orgullo de la vanguardia mientras la aparta de quienes aspira a dirigir. Me da la impresión que por afán de vanguardia se corre el riesgo de pasar por inútil panfleto.
4.
Cuando estudiante, incluso cuando fui presidente de la fupi, siempre colaba una burla en discusiones y consignas. Ahora pienso que la broma relajante de aquel tiempo era mi brega: el arte de hallar soluciones sin rupturas extremas, según Arcadio. Puedo añadir que también mi estrategia de sobrevivencia. No creo que haya tenido mucho éxito en la lucha, ni que mi brega haya alterado muchas cosas tampoco. No por eso me arrepiento de haberme arriesgado. Pero es la brega la que me impide entregar mi voluntad y seguir como cervatillo a quienes dirigen una lucha, ante cuyas decisiones me siento más impotente que ante el monstruoso gobierno. Al menos, a este le puedo votar en contra. Mientras que cualquier crítica a las decisiones y acciones estudiantiles me puede costar amistades. Y una amistad no se recupera con Mastercard.
5.
“La batalla”
A la batalla de los egos
subió mi eguito a probar;
medio haciéndose el pendejo,
motivado por la curiosidad.
Allí supo de la caída,
no la cotidiana, la del tropiezo,
sino esa que viene con una patá.
Pensó esto debe ser caer bien bajo,
como sentir un gargajo y no poder hacer ná.
A la batalla llegó mi eguito sin ganas de pelear,
cuando de repente vio que de otro espejo
un gallo salió a cantar.
Y arrecotín arrecotán, a la vela cuántos van,
cuántos dedos tengo encima!
“Yo no vine por gallinas.
Yo vine pa ver, yo vine pa mirar”.
Pero el gallo seguía con el pico
como si fuera a reventar.
“No hay de otra”, Pirulo le dijo:
“Como el cangrejo, dos egos en la misma cueva no pueden estar”.
Con el rabo bajo el pico
se recogió mi eguito
y se fue a acostar.
6.
Cuando me subo a la multitud y me envuelvo con los cantos del festival me siento tan poderoso que le pido la renuncia a Dios y a Cristo le digo que se deje del show ese y se baje de la cruz y se sume a este movimiento si no se quiere quedar solo de verdad.
7.
I had run out of arguments and kept reiterating the old ones: that it was all in fun, that the words were meaningless and that there was nothing behind them but the state of my emotions, and so on. I failed completely. They said I had written my sentences on an open postcard, there for everyone to see, that my words had an objective significance that could not be explained away by the state of my emotions. Then they asked me how much Trotsky I had read. None, I said. They asked me who had lent me the books. No one, I said. They asked me what Trotskyites I had met with. None, I said. They told me they were relieving me of my post in the Student Union, effective immediately, and asked me to give them the keys of my office.
–Milan Kundera, The Joke, Harper Perennial, 1992 [1967], 38.
8.
Llevando a mi hija a la escuela pensaba en las difíciles decisiones del día y en cómo comunicar mi cariñosa solidaridad a mis seres queridos, recordé una anécdota que contara Elliot Castro décadas atrás. Decía Elliot que durante los segundos finales de una transmisión de un partido del equipo de Puerto Rico, al Homero de las transmisiones deportivas puertorriqueñas, Manuel Rivera Morales no le bastó con su conocida solicitud de amparo a la Divina Pastora sino que invocó otras divinidades intercesoras para que ayudaran al quinteto boricua a que saliera airoso del encuentro, entre las que incluyó a María Lionza, virgen venezolana, país donde se celebraba el partido. Dice Elliot que a continuación Míster Apúntenlo —a.k.a Míster Manos Arriba— lo miró y dijo por el micrófono: “¡Ateos, analicen!”.
De regreso, prendo el radio en AM, cosa rara en mí, y luego de unos minutos de un insoportable periodista radial, al cambiar de estación reconozco la voz de Roberto Alejandro, profesor de la Universidad de Massachusetts y principal portavoz de la huelga estudiantil de 1981, analizando la huelga que tanto me preocupa hoy. Su voz y su palabra llegaban como respuesta a un rezo. ¿Lógica del destino? ¿Oráculo de la razón?
9.
Cuando no hay de otra, hay que seguir tratando. No más callejones sin salida.
10.
Noticel: Estudiantes tendrán que devolver las becas Pell.
Betances: ¿Qué hacen los estudiantes, que no se rebelan?
11.
Cuando la bestia saturnal que lo va a devorar le preguntó “si quería decir unas palabras de despedida”, el compositor y rock star post-ateo respondió:
es terrible cuando uno está hablando metafóricamente y la metáfora se convierte en verdad literal. Cuando dije que los dioses inventados por los hombres se habían levantado para destruirnos, lo estaba diciendo sobre todo en sentido figurado. Resulta inesperado, y casi gratificante, descubrir que mis palabras eran más exactas de lo que creía.
-Salman Rushdie, Dos años, ocho meses y veintiocho noches.
12.
En una discusión perdí la tabla y me avergüenzo.
13.
Sabia movida esa de pasar la papa caliente. Pero esta vez nadie quiso la papa; ha quedado en el limbo. Alto la acción! Alto la acción! El Chapulín llamando a Dick Tracy.
14.
Novela no tan futurista.
La Universidad se hizo añicos. Pronto barrerán las cenizas y construirán otra sobre sus ruinas. ¿Permanecerá alguna mente traviesa que sea capaz de sostener su inquisitiva inquietud de ratón sin biblioteca por encima del eficiente laconismo?
15.
Y conversando, por fin, con lxs estudiantes de mis cursos, concluíamos que así, como pasándose la bola de la suprema decisión, el pueblo —al menos gran parte de la población— le pichó al plebiscito. Sopla, Bairoa! Otra para #Teamrubio! #Puñeta!