época opaca
a escondite
“ya se ven los tigres en la lluvia”
Invisible, Libros de la buena memoria
“I threw off the black fabric and ‘suddenly reappeared’. My mother gasped
and said, ‘Oh, Yoshi! You are here! Why couldn’t I see you?’
And we continued this game for some time”
Yoshi Oida and Lorna Marshall, Introduction “The Invisible Actor”
afilo la hoja de esa parte de la mirada en que se obvia
tu paisaje descrito en los libros que traducen tu constitución corporal
versos de humo como sables
quise decir garras cayendo
en diluvio
humedad repartida
internamente
escondite transparentado donde puedo observar
tu quietud
otra zona metropolitana reconfigurada
como el tejido oscuro
que recubre nuestros cuerpos automáticamente invisibles
hago una búsqueda etílica y sublime
esa narración que se va apangando antes del sueño
quiero abrirla como una cremallera
y caer de golpe frente al mar
amanecida japón medieval
entrenada
de guerra
amanecida disfraz negro
invisibilidad constituyendo la caligrafía
de huesos mi andar
lento posar del pie
sobre aquella historia que se sueña a sí misma
siendo rugido
líquido estertor
como una sorpresa enredada de lluvia densa
y su fluido pelaje entrecortado
cayendo de zonas del encuentro
diciendo que eres tú
eres tú
y sin café
pero mareada de corroborar
que no
nunca
parte de mí
el viaje
la presencia de las cosas es una soga al cuello
voy dejando rastros como un anzuelo
el jueves el alma líquida
a mí me consta el humo
las marcas en la cintura
juraré no haberte visto
(un jardín espera la misma idea de siempre)
siempre diré nunca
asombrada
le cedo el paso a mi sombra
para que gestione los papeles de la huída
mientras doblo los pliegues del calor que guardaré
delicadamente en las ranuras de mis huellas
cuando no corra a abrazarte
para despedirme
instrucciones para el olvido uno
asciendo por la espiral de embudo
en caracol y su boca abierta hacia el cielo
recogiendo lámina a lámina
un paladar rasgado
así
en disfraz transparente de recuerdo
instrucciones para el olvido dos
masticar el recuerdo
y a dentelladas
extirpar la memoria
como el animal hambriento que devora a su presa
queriendo acabar con toda su carne
dejando abandonados los huesos después del desgarre
huella de calcio que en ciertos lugares guardan
restos del animal que también fue
fertilizando luego de pasado el tiempo
el terreno para que germine
como un dedo sobre unos labios
el signo voraz del silencio
la rara partida
retroceder el reloj de carne que son tus piernas
ondeando la partida como una victoria
en la que todos ríen
con cajas calladas en la mirada
en ánimo de burla como un oleaje hambriento
me planto disuelta arena
diminuta
reproducida al infinito
cuando él se mira en el agua donde encuentra otra cosa
que no es su reflejo
hablando