EROTHEMA: canto del amador
Un poema se lee y se escribe
con la experiencia del cuerpo
porque un cuerpo
es la inscripción de lo que se experimenta[1]
Love isn’t simply about two people meeting
It is a construction, a life that is being made,
No longer from the perspective of One
but from the perspective of Two[2]
Francisco José Ramos acaba de presentar en Madrid su segundo[3] libro de poemas: Erothema con sello editorial español de Ediciones La Palma, 2017 y prólogo de Miguel Florián. El libro, dividido en cinco secciones, al igual que el Cantar de los cantares, recoge poemas de diversa estructura y longitud, cuyos versos, la mayoría breves, oscilan entre las dos y las once sílabas con total ausencia de puntuación sintagmática. Erothema es un poemario plurilingüe. Lenguas, que maneja el filósofo poeta y que exige un lector educado, audaz y atento que descifre sus significados y que, además, descubra resonancias de poetas afines entre los versos.
En el poemario se reelaboran una serie de tópicos e intertextualidades del Cantar de los cantares y de los poetas místicos, sobre todo de San Juan de la Cruz, tópicos y textos que establecen la pauta erótico-amorosa del libro, como en el extenso poema “Cantares”. Señala el prologuista Miguel Florián, que Erothema, expresa “un amor vasto, cósmico y, por lo mismo sagrado, que despabila la luz para poblarla de miríadas de destellos que confirman el cuerpo, la carne que desea, y codicia extraviarse”[4].
El modelo del Cantar de los cantares aporta la estructura –reelaborada- en cinco partes: Introitus, I. Cantares, II. Los poemas del mar, III. Los poemas de la luz, IV. Los poemas de la nieve y V. Poema último. Sin embargo, ya desde el primer poema, “Introitus”, se marca la distancia frente al modelo. En el texto bíblico, hay un prólogo y un epílogo, que enmarcan los cinco poemas. Aquí sólo el “Introitus” queda fuera de las cinco partes y el “Poema último” no constituye un epílogo, sino un cierre abierto: <Viento, solo viento, no más que viento>[5]. Igualmente, propone el carácter profano y erótico del poemario: Y entro/tan sencillamente/entro://; como también su estructura circular y reflexiva: Entro/más adentro de todo/entro://[6]. Incluso, la estructura dialogada del Cantar se elimina y también la teatralidad que supone su puesta en escena. Es cierto que hay aquí un diálogo implícito, pero se trata realmente de un monólogo[7], pues la amada está ausente como voz enunciadora. La amada es interpelada como “Tú”, la contraparte amorosa del yo que la reclama, pero sin intervenir como respuesta. En este sentido, Ramos prefiere a un sujeto poético -como el de San Juan de la Cruz- que narre desde su perspectiva, no la experiencia mística, sino la experiencia erótico-amorosa real. Experiencia que ha sido desprovista de un sentido religioso cristiano o de los terribles lugares comunes de los clichés del discurso amoroso. En todo caso, dicha experiencia se transforma en camino de reflexión. Tampoco la Amada se estructura en el texto como metáfora de la mujer, de la novia o esposa; o como posibles representaciones del amor divino, como ocurre con las interpretaciones críticas del Cantar.
El poeta canta a un amor muy concreto y real; la experiencia de dos seres que unidos son plurales y singulares. Esta experiencia de lo real se manifiesta en el texto por las alusiones a una mujer identificable en la dedicatoria y en la inserción de su nombre o de su procedencia entre los versos:
Mensajera tu noche
De danzones en Veracruz
Me tocas
Y nada temo
Verte para verte
Mexicana como el amor[8]
En las cinco secciones del poemario, hay un regocijo y un canto a los amantes que se juntan y se pierden el uno en el otro: compañera mía/de antes y después/ven/abre tus campos/como se abren las yemas/para volver a tomar/y beber/el alma de estos frutos/la cosecha recibida que nuestras manos/engendraron[9]; amantes que se buscan y se encuentran como sujetos en sus diferencias: te tengo sin retenerte/dulces madrugadas nuestras[10]. Una celebración de la pareja como institución[11]: pero hay frutos/componiendo el festejo/las bodas/el festín de los anillos[12]; el compromiso amoroso, mediante una declaración y promesa de lealtad a la amada: Te amo/con el amor de tantas vidas/con los ojos despiertos/con la mirada encendida//Así//viviendo yo tu vida en mí/viviendo tú mi vida en ti. Igualmente, el poemario apuesta por el libre goce del cuerpo: sorbo tus pechos/y el olor y el calor de tu piel/me devuelven el gusto anfibio del agua/en un instante febril/que transforma/toda bondad/en prístino derroche.
Eros ocupa el centro del universo poético. Pero, si atendemos, por ejemplo, a su dimensión cósmica y sagrada, a la que alude Florián, tendríamos que desviarnos del Cantar de los cantares, e incluso del alfabeto y las citas en lengua hebrea, que apuntan al modelo, para buscar otras referencias. Dicha trascendencia cósmica y sagrada no se construye únicamente a partir del mundo al que pertenece el Cantar; porque hay en Erothema algo que se oculta, pero que está ahí presente, detrás de las palabras.
En este sentido, me parece que hay que volver a la portada para comprender eso que se oculta. La imagen representada físicamente nos da la clave. El óvalo está relacionado con los mitos de la creación del mundo. La imagen podría leerse como un mandala (círculo en sánscrito) o representación pictórica del universo y, en este caso, de la poesía. La creación del mundo, como la de un poema, comienza de la nada o del vacío, de la oscuridad, del caos, del agua; creación que adquiere forma, balance y harmonía, llena vacíos, produce luz y convierte el agua en frontera y elíxir de la inmortalidad[13]. Tanto el óvalo como la poesía son cosmogonías. Dentro del óvalo aparece el título y un árbol. Erothema es una creación incrustada en el mandala; por lo tanto, sagrada y cósmica de por sí. Al mismo tiempo que, el árbol, como sinécdoque de naturaleza, produce esa sensación sagrada y cósmica mediante la unión de Afrodita –naturaleza- y Eros: En el ardor de los mundos/beso/tu frente austera/-remolino de viento también en el sudor de tu vientre-/luminosa[14]; Hay// un árbol encendido/en la hondura/de la noche/Tiene nombre/de todos los nombres/el desvelo límpido/de un bostezo ancestral[15]; Pienso en los mares/en el viejo Océano/y me entrego/ como la sal/a tu boca/indómita/jugosa como el fruto/viento de saliva/fuego que es fuego/que no quema/ni hiere/ni lastima/Fuego que es aire/que vuelve al fuego[16].
El óvalo de la portada también nos da la clave para descifrar la estructura circular del poemario. Como señalé anteriormente, el libro abre y cierra con los poemas “Introitus” y “Poema último” que contienen versos que se repiten y marcan el cierre. Sin embargo, no podemos decir que, en su interior, el texto quede atrapado en la imagen fija de la portada, sino que el círculo se abre, se disuelve hacia el infinito abierto por el viento. El cascarón se rompe para dar paso a la poesía, a la creación.
Por otro lado, imagen y estructura nos permiten ver lo que se oculta detrás de las palabras. A lo largo del texto se realiza una profunda reflexión; de ahí, que el poeta considere su libro como un poema filosófico[17]. Quiero proponer, además, que el poemario de Francisco José Ramos podría entenderse como la puesta en práctica de su texto filosófico del 2012, La significación del lenguaje poético[18]. La reflexión sobre el lenguaje poético, el pensar la poesía, la reflexión filosófica que allí se expresan por la vía de la prosa, cobran ahora otra dimensión; una dimensión material y concreta en los poemas de Erothema. En la transposición, la reflexión se organiza visualmente en la página de otras maneras, que permiten percibir espacios, aire, fluidez de la palabra.
En este sentido, Erothema no es sólo un libro sobre Eros; sino algo más complejo y profundo de lo que aparenta ser. Un espacio en el que hay que descubrir y descifrar lo que no se expresa, lo indeterminado, sus silencios, sus vacíos e implícitos. Los significados de su lenguaje poético: los versos que se quiebran, las preguntas, los puntos suspensivos, las ausencias de puntuación; poemas que se leen de forma habitual o que se deshacen y rehacen formando líneas paralelas proponiendo otro tipo de lectura.
¿Por qué tienes nombre tú,
día miércoles?
…..
Si tú no tuvieras nombre,
todo sería primero,
inicial, todo inventado
por mí,
intacto hasta el beso mío.[19]
La propuesta de Salinas en el epígrafe recoge bellamente una de las reflexiones de Francisco José Ramos en este libro. El poeta inventa para que todo lo que diga sea inicial, como el título Erothema, un vocablo inventado mediante la combinación de palabras griegas, -eros y théma-. El neologismo propone dos aspectos importantes del quehacer poético: 1. La lucha con un instrumento que ya nos viene dado; y 2. El carácter ficticio del texto poético.
El poeta se enfrenta a un gran dilema: trabajar sobre un instrumento adquirido socialmente con un cuerpo semántico denotado que deberá trabajar y transformar. Sin embargo, la paradoja de la poesía es que el lenguaje es su vehículo de expresión; pero éste no satisface enteramente las necesidades artísticas; por lo que el poeta entabla una lucha para que el acto poético sea un alumbramiento, “el momento seminal que posibilita la germinación del poema”[20].
Francisco José Ramos intenta partir de cero, destruir lo habitual y denotado, inventar nuevos signos lingüísticos para crear un nuevo lenguaje que exprese lo auténtico, singular y único de la experiencia íntima y personalísima de su contenido. De manera que, el título Erothema nos ofrece ciertas claves de lo que pretende hacer en el texto. El neologismo, como nuevo significante, produce significados nuevos y los carga de connotaciones en su intento de abolir el discurso amoroso y trillado de lo cotidiano.
La raíz “Ero-“ alude al dios del amor en la mitología griega, pero también al significado “deseo”. Mientras que “–tema” nos remite a significados de organización y lugar; al alineamiento de los cuerpos celestes en el momento del nacimiento; como también al nombre que se refiere a un asunto. Podemos pensar que el neologismo podría tener varios significados en el contexto del libro. En primer lugar, al deseo del yo poético, su espacio en el cuerpo propio y en el cuerpo deseado. En segundo lugar, podría referirse a la existencia como si fuera un destino inquebrantable, que lo lleva a desear y a amar a una persona en específico –el tú poético-. En tercer lugar, el libro debe leerse como una reflexión sobre el amor y como alabanza de la mujer amada. Igualmente, el neologismo[21] plantea el problema de cómo estructurar poéticamente el deseo, del que todos somos partícipes. ¿Cómo lograr que el sentimiento erótico-amoroso se re-articule como algo nuevo y particular? ¿Qué forma darle a la lengua para que surja eso, que Jakobson llama, la función poética del lenguaje?
III.
…un poema es la transformación artística
de un efecto de contingencia del lenguaje,
del mismo modo que la experiencia artística
es el acaecer poético de lo que ocurre en
la intensidad de un momento dado.[22]
Si Erothema narra la alegría del encuentro de los cuerpos: el cuerpo de la mujer amada que recibe y contiene el suyo; entonces el libro es el continente poético de la experiencia transformada en poesía. Los poemas son cuerpos, lugares de encuentro, los lechos donde se recoge la experiencia y también el campo de batalla donde se lucha por otorgarle al lenguaje la dimensión poética. El poema es la unión entre el yo y el tú, el habitáculo de los pronombres apasionadamente erotizados[23].
Francisco José Ramos asume el reto desde una economía radical: reduciendo los versos, a lo esencial y escueto; pero llenando las palabras solitarias de connotaciones, de sensaciones que buscan encendernos la piel y el oído. Creando un ritmo –que podría verse comprometido por su reducción casi a cero- y una musicalidad, marcada por la progresión de los acentos y el encabalgamiento; encabalgamiento que opera –incluso- entre algunos títulos de poemas y sus versos. Ritmo que se consigue, además, mediante anáforas, quiasmos, repeticiones y antítesis; pero también, por la alteración del concepto de la línea versal, como ocurre en varios poemas: “Collage”, “(Dicen que nacida de la espuma)”, “Poema último”, en los que parecería que se intenta crear un juego de versos como si se construyeran poemas paralelos.
La musicalidad del texto se expresa, además, en sus imágenes visuales; sinestesias en las que los cuerpos ondulan en un ir y venir que sube y baja con el ritmo de la respiración acompasada de las palabras. Los lectores percibimos y participamos de ese ritmo que nos invita al amor, porque la poesía nos convierte en actores de sus contenidos, en tanto nos apropiamos –como yo/sujetos- de la voz poética. Esta transmutación, permitida por el género, hace que sea nuestra la experiencia erótico-amorosa expresada en los poemas, aún cuando ello no sea real para el lector.
A la musicalidad de la poesía de Ramos se une el carácter metadiscursivo propuesto desde el título mismo: hablar y pensar sobre Eros. Pensar sobre Eros es también hablar sobre la vida y el arte. Es aquí, donde descubrimos, al filósofo. En este nivel metadiscursivo importa, no tanto la experiencia real sino la reflexión del yo poético sobre esa transformación de la experiencia, como señala el epígrafe de arriba. La capacidad del lenguaje de reflexionar sobre sí mismo se manifiesta en dos aspectos: como una poética y como interrogaciones. Hay en el libro una reflexión sobre la poesía: El silencio de los vientos//es/la duración de la poesía/Te amo así/en la poesía de los vientos[24].
Las interrogaciones profundizan el diálogo con la amada; pero también consigo mismo. La relación yo/tú permite no sólo la comunidad donde es posible la acción (acción erótico-amorosa) sino el pensamiento. De ahí que, la interrogación funciona en el texto como figura retórica de la comunicación con el otro y como reflexión. Mediante esta dualidad ocurren una serie de acontecimientos reflexivos que inquietan al pensador. Por ejemplo, la búsqueda de la trascendencia: y te digo/que este tiempo/es el tiempo de los tiempos/ni el fin/ni el comienzo/tan solo esta voz queda[25], que logra a través de la poesía o del arte. O, las preguntas sobre el tiempo: cuando una ola se aleja/y es la otra/que vuele/cuál es el tiempo de las olas[26]; por el ser: ¿Qué ha sido de lo que ya no es/como el coral/como el laurel/como el secreto del agua/y este pensamiento que no se detiene/vacío de sí?[27] y el sentido de la vida: Vivo contigo y con todo lo vivo/porque si vivir sin por qué//significa algo/es esto lo que significa:/nada en la sombra de nadie/nadie a la luz de la nada//Y sin embargo…[28]; sobre la construcción sensorial de la memoria: Y en todo mi cuerpo tu olor/y en la memoria/el sabor de tu cuerpo /en la madrugada/junto a nosotros también/el mar[29], etc.
Amor, erotismo, vida, temporalidad, que se conjugan en un todo inseparable pensado y contemplado; re-creado y re-inventado por la acción poética. El poeta-filósofo observa -desde la distancia y a conciencia- las trabas que impone el lenguaje con respecto al tema del amor. Porque “thema” también se refiere a los topos, es decir, a lugares comunes, a clichés; pero, al mismo tiempo, puede referirse a ciertos topos de oratoria de la retórica entre los que se producen algunos, como decir alabanzas o reflexionar sobre la propia vida y la muerte. De ahí, que Erothema, sea no sólo una alabanza a un amor determinado, sino también una reflexión sobre la vida misma: Encontrar refugio/en el cuerpo/de la amada/mortal y frágil/vivaz y fecunda/dicha/del rocío/en esta simple/hoja/de la húmeda/madrugada/canción del amado/y en la mano/el beso/de la piel/y sus memorias/Entro/más adentro de todo/entro:[30] Entrar al cuerpo amado es penetrar en las profundidades del conocimiento; buscar la sabiduría: “más adentro de todo entro”.
La forma poética transforma, de hecho,
la propia ficción hasta dar con una formación
que permite percibir la hondura de lo real
aún en los aspectos más insulsos de la realidad.[31]
Como dijimos al comienzo, Erothema narra y exalta una experiencia amorosa real y concreta. Sin embargo, la instancia de enunciación nos revela el grado en que la poesía se transforma en ficción. Una ficción que se impone a pesar de la intención del poeta de expresar una verdad íntima y sensual como experiencial real.
En la poesía, la relación entre los pronombres yo/tú se diluye entre el ser y el no ser; puesto que los pronombres son partículas vacías de significados, que se llenan en la instancia de enunciación. El yo poético, por lo tanto, sufrirá transformaciones elocuentes cada vez que el lector adquiera la función del sujeto enunciador.
Ramos sabe que los poemas de Erothema se le escapan e intenta evitar la expropiación por parte del lector, invocando a la amada real, marcándola en el texto mediante alusiones a su nombre. Sin embargo, ello no evita que el lector la transfigure y la convierta en suya propia: porque la instancia de enunciación no sólo hace posible la universalidad de la poesía, sino su transformación en género de ficción.
La escritura permite la inmortalidad del poeta y de su canto, pero el mito se deshace en la lectura, en tanto su propiedad privada se reparte en la apropiación de un yo que se vuelve itinerante y colectivizado. Es decir, otra vez reaparece la ficción convirtiendo los pronombres yo/tú en meros personajes.
Entonces, la lectura reactualiza la experiencia, reproduce su erotismo y el lector siente el despertar de los sentidos, la emoción profunda e intensa de la pasión. Pero no sólo actúa como sujeto, sino que es también recipiente, al saberse invocado y deseado, mediante el vocativo, que lo transforma igualmente en ese objeto de deseo.
El deseo nos lleva al terreno de la volición, cuyo aspecto verbal se matiza de futuro y, por lo tanto, de incertidumbre. La temporalidad del deseo nos revela una carencia: queremos tener lo que nos falta y nos proyecta a un futuro, que en realidad no existe sino como conciencia de la muerte. Paradójicamente, se produce en nosotros los lectores, la nostalgia del deseo; deseo de un tiempo que se nos ha perdido, pero que el poeta ha vivido y narrado como experiencia real y verdadera. Entonces, nos damos cuenta de que nuestra nostalgia es deseo por la palabra poética del otro. Si no somos poetas, si carecemos de ese don; el género nos permite –al menos- creernos poetas. Precisamente en el nivel de la enunciación conjuramos la memoria de los sentidos y nos abrimos a lo que la poesía transmite.
El movimiento paradójico del ser y el no-ser del yo poético versus el sujeto de la enunciación, no sólo produce una multiplicidad de significaciones, sino que induce a la reflexión sobre los vacíos que se producen en la poesía y que tienen que ver precisamente con la ficción. Como hemos señalado, la presencia dialógica de los pronombres yo/tú suscita preguntas y dudas: ¿quiénes son yo/tú?, ¿Quién es nosotros? ¿Quiénes somos?
Somos un vacío[32] que se llena, somos esas dos partículas alternantes que cobran significado según el lugar que ocupen en el espacio y el tiempo de la enunciación. Somos personajes de una historia, un nosotros que suma y se disgrega entre el yo y el tú; unión y separación en el tiempo y el espacio del amor.
Podríamos añadir, además, que el dialogismo producido por la invocación tú, por las interrogaciones, es otra ficción; ya que el poeta monologa, habla consigo, reflexiona para sí mismo, porque la acción amorosa -que busca materializar en la palabra- se matiza de ausencia, de distancia, al ser una experiencia contemplada, que cobra matices de pasado.
El juego escondido y sutil de los tiempos verbales, las alternancias entre el presente y el pasado, dan a los poemas de Erothema un sabor de elegía. La alegría y el gozo por la vida vivida sobre el cuerpo amado, que discurren de principio a fin los textos, dan la sensación de que algo se esfuma -¿Hay forma de atrapar un cuerpo que se escapa? ¿Cómo retenerlo en el tiempo y en el espacio del ahora? ¿Es posible recomponer su existencia?-. He aquí la utilidad de la poesía: la certeza de que es posible asirlo en cada poema, en la memoria del yo. Recuperada para inmortalidad, reconquistada por la palabra poética, queda para siempre ahí, en el espacio donde la colocó el poeta.
Arte poética, arte de amar, canto del amador, filosofía, Erothema es un excelente y hermoso poemario que se suma a la rica tradición erótica de la poesía iberoamericana y que les invito a leer.
[1] Francisco José Ramos. La significación del lenguaje poético, Madrid, Ediciones Antígona, 2012, p. 13.
[2] Alain Badiou. In Praise of Love, London, Serpent’s Tail, 2012, p. 29.
[3] El primer libro está agotado: Francisco José Ramos. Cronografías, Barcelona, Víctor Pozanco, colección Atlántida, 1982.
[4] Miguel Froilán. “La desnuda desnudez”, en Francisco José Ramos. Erothema, España, Ediciones La Palma, p. 8.
[5] Ibíd, p. 106.
[6] Ibíd, p. 104.
[7] Utilizamos “monólogo” porque la acción es fundamentalmente la del pensar; hay varias claves en los poemas que indican actos de volición; por esta razón, no usamos “soliloquio”.
[8] “Collage”, p. 43.
[9] Erothema, p. 19.
[10] Ibíd. p. 21. Estos versos expresan lo que ha planteado el filósofo Alain Badiou en su Elogio del amor: “The encounter between two differences is an event, is contingent and disconcerting”, p. 29.
[11] Todo parece indicar que la inserción en la Biblia del Cantar de los cantares, responde a la ceremonia del matrimonio, en la que se acostumbraba a recitar estos cantos. Ver: Biblia de Jerusalén. Bilbao, Desclée de Brouwer, 2009.
[12] Erothema, p. 35.
[13] Amrita es el nombre que recibe el néctar de los dioses en la mitología hindú; elixir que surge de batir con fuerza el océano. Arthur Cotterell y Rachel Storm. The Ultimate Encyclopedia of Mythology, London, Anness Publishing, 2006, p. 346.
[14] “Poema de verano”, p. 83.
[15] “Hay”, p. 86.
[16] “Una”, p. 89. Nótese la referencia al dios Océano, concebido por los griegos como una frontera circular que rodeaba la tierra, que nos remite a la imagen de la portada.
[17] Ver nota al calce # 21.
[18] Francisco José Ramos. La significación del lenguaje poético, Madrid, Ediciones Antígona, 2012, 196 p.
[19] Pedro Salinas. La voz a ti debida, en Obras completas, Barcelona, Barral Editores, 1971, p. 233.
[20] La significación del lenguaje poético, p. 13.
[21] El poeta me aclara lo siguiente con respecto a su libro y el título: “En Erothema, que me atrevo a considerar un poema filosófico, dicho anhelo [el anhelo de infinito propio de la insatisfacción del deseo] se transforma en aspiración y dicha exaltación [la exaltación poética de la sexualidad (y de la sensualidad) que es lo propio del erotismo] actividad (que no ‘actitud’) contemplativa, en bíos teoréticos y, por lo tanto, en ‘filosofía’, en impulso amoroso a la sabiduría. De ahí el neologismo erothema. El prefijo éro, remite tanto a eros, al amor y al deseo, como a éromai, que significa preguntar, interrogar. Se trata, pues, de la pregunta por el amor. Porque se entiende que el amor es siempre una pregunta, jamás una respuesta. Por su parte, el sufijo thema, refiere a máthema que significa ‘cosa aprendida’, ‘lección’, ‘enseñanza’. Erothema puede entonces traducirse por ‘la enseñanza del amor y el aprendizaje del deseo’… Erothema es el fruto de la enseñanza del amor y del aprendizaje del deseo. Por eso se escribe con la θ zeta griega (th) y, en cuanto tal, es un neologismo porque no existe en griego la fusión de esas dos palabras: eros y mathéma”. Agradezco al autor permitirme reproducir esta explicación.
[22]Ibíd, p. 25.
[23] ¡Qué alegría más alta:/vivir en los pronombres!, Salinas, p. 243. Parecería que el texto de Ramos dialoga con el de Salinas, ya que sus poemas –voz- también se deben a una amada, pero con la diferencia de que Salinas es más contenido en la expresión de la pasión erótica.
[24] “El silencio de los vientos”, p. 74.
[25] “Cantares”, p. 37.
[26] “(Dicen que nacida de la espuma)”, p. 57.
[27] “Un breve poema par el adelanto de la Filosofía”, p. 67.
[28] Ibíd.
[29] “Collage”, p. 44.
[30] “Poema último”, p. 104.
[31] La significación del lenguaje poético, p. 30.
[32] Ramos me plantea otra explicación para la noción de vacío, que agradezco: “El texto de Miguel [Florián] que sirve de prólogo a Erothema se titula La desnuda desnudez. Pienso que en ese entre juego de significantes está cifrado el asunto medular del vacío. Término que debe pensarse a la luz del sánscrito śunyāta (‘shunyata’), que significa: ‘pleno de vacuidad’. Se sigue de esto que es inútil pretender llenar el vacío, pues todo es vacío: el mundo o el universo, la mente, uno mismo. Esta es una premisa ontológica que se desarrolla ampliamente en el cuestionamiento que se hago al pensamiento de Heidegger en la tercera parte de La significación del lenguaje poético. Por lo tanto el vacío no es falta, carencia ni ausencia, por más que así se viva o experimente. Pretender llenar el vacío es como tratar de atrapar el espacio o retener el tiempo”.