Es viable un sistema eléctrico robusto y sustentable
El panel “El sistema energético que Puerto Rico necesita”, organizado por la oficina del representante independentista Denis Márquez, se celebró el 21 de noviembre en una concurrida sala de la Facultad de Derecho del Recinto de Río Piedras de la UPR.
Con la moderación del economista Edwin Irizarry Mora, los cuatro panelistas presentaron lineamientos para un sistema energético más robusto y sustentable, que no son nuevos ni dependen principalmente de factores tecnológicos.
Los cuatro —Efraín O’Neill, Lionel Orama, Agustín Irizarry y Gerson Beauchamp, todos catedráticos de Ingeniería Eléctrica del RUM— llevan años trabajando sobre el tema. Sus ponencias reflejaron un amplio consenso, apoyado institucionalmente en el Instituto Tropical de Energía Ambiente y Sociedad (ITEAS), y el Instituto Nacional de Energía y Sostenibilidad Isleña (INESI). Ya en el 2008, según narró el primer ponente, Efraín O’Neill, se había celebrado la Mesa de Diálogo del Sistema Eléctrico de Puerto Rico, con participación de sectores sindicales, empresariales y comunitarios, donde se habían alcanzado estos mismos consensos.
Los panelistas no vinieron a debatir entre sí, sino a exponer una visión elaborada de lo que urge hacer. El portal de INESI, cuyo co-director es Lionel Orama, lo expresa de la siguiente forma:
Un Puerto Rico energéticamente sostenible, autónomo y resiliente, con procesos decisionales justos y transparentes, y ciudadanos capaces de participar activamente en ellos mediante el aprendizaje adaptivo y colaborativo.
Lograr esa visión, según el panel, tiene varios componentes:
Ver el sistema energético como más que plantas, torres y cables: un sistema social que incluye prácticas y entendidos implícitos acerca del valor y el uso de la energía. Esto implicaría, según Gerson Beauchamp, comenzar a educar desde la escuela primaria sobre la energía y la electricidad. Lionel Orama señaló que “cualquiera hace un préstamo de $20,000 a seis años para comprarse un carro, pero incurrir en el mismo gasto para instalar paneles fotovoltaicos en la propia casa suele verse como excesivo».
Aprovechar el recurso de energía solar: Puerto Rico tiene el doble del potencial, por kilómetro cuadrado, de Alemania, líder mundial en producción de energía solar: el panel propuso que un 30% de la electricidad producida en Puerto Rico podría venir de fuentes renovables. O’Neill informó que ya para el 2010 se había alcanzado el “grid parity” para paneles fotovoltaicos: el punto en el que la producción de electricidad mediante estos paneles tenía un costo igual al que se pagaba por electricidad producida en las centrales termoeléctricas.
Agustín Irizarry mostró gráficas según las cuales la producción con paneles solares es sustancialmente más económica que la de AEE, y relató su propia experiencia de instalar baterías para mantener su casa con energía eléctrica. “El grid parity lo pasamos hace rato”, afirmó.
Descentralizar el sistema energético, con generación distribuida en redes locales, incluyendo los techos de los hogares y comercios. Esto no implica prescindir de la red, sino manejarla de manera más flexible y descentralizada. Algunas áreas pudieran tener “microrredes”, con paneles fotovoltaicos u otras fuentes renovables, y baterías que permitieran almacenar energía cuando no hay sol. Otra idea es, “respuesta a demanda”, que busca nivelar los “picos” en la demanda ofreciendo precios más bajos a horas de menor demanda.
Reducir el consumo de energía, aumentando la eficiencia y eliminando el consumo innecesario. Como meta, el panel propuso una reducción de un 25% en el consumo por esta vía. Para Agustín Irizarry, las prácticas de consumo en Puerto Rico nos asemejan a “lechones energéticos”, que derrochan energía sin entender el costo ambiental y social que conllevan. “Yo prendo el aire, que lo apague mi nieto”, dijo Irizarry, resumiendo el efecto intergeneracional del consumo desmedido. Estas prácticas, que se han tenido que modificar cuando se ha dependido de plantas generadoras, que implican altísimos costos personales, familiares o de comunidades en edificios, habría que modificarlas de manera más permanente.
Mantener el sistema del tendido eléctrico, con un programa continuo de mantenimiento, dotado por suficiente personal diestro y abastos materiales para una recuperación mucho más rápida que la que actualmente se está realizando. En esto, señaló Beauchamp, para sorpresa de nadie en la sala, la AEE falló de manera crasa.
Todas estas ideas se comunicaron a la jueza federal Laura Taylor Swain, y a la Junta de Control Fiscal, en una carta abierta que aún no ha recibido respuesta. Igualmente, el Representante Márquez presentó una resolución para que la Cámara investigue “sobre el enfoque de política pública energética que debe adoptar Puerto Rico, a la luz de los hallazgos de investigaciones recientes”, como las que se presentaron en el panel. Las ideas, según los panelistas, no son muy controvertibles. Solo falta la voluntad política para llevarlas a la práctica.
La discusión luego del panel tuvo intervenciones de los ex-líderes de la UTIER, José Rivera y Ricardo Santos, así como de su actual presidente Ángel Figueroa Jaramillo; el ex-representante del interés ciudadano en la Junta de la AEE, Juan Rosario, y el abogado ambientalista Pedro Saadé. Santos planteó que existe el peligro de que se revierta el logro histórico de la antigua Autoridad de Fuentes Fluviales, de haber electrificado el país completo, y que no se podía permitir que la idea de “microrredes” se usara para eximir al gobierno de mantener a toda la zona rural electrificada sin importar cuántos postes hubiera que eregir para lograrlo. Irizarry, al responder, asintió, señalando que la electrificación había sido reconocida como el mayor logro de ingeniería del siglo XX.
También se abordó la inexcusable demora en la producción de dispositivos de alumbrado público conocidos como “el posterriqueño”. Según Gerson Beauchamp, esto se debe a que las entidades responsables —la UPR y la organización creada para la manufactura del posterriqueño— se han negado a reconocerle el derecho a una mínima regalía a Casa Pueblo, organización de la cual provino la idea, y que la promovió inicialmente.
La gran interrogante que elaboró el panel de expertos es la siguiente: ¿qué impide que esta visión se ponga en práctica?
Se aludieron a algunos factores: la ineptitud y miopía burocrática, por ejemplo, como en el caso del «posterriqueño», una opción costo-efectiva comparado con los costos del alumbrado actual.
Se señalan también «actores políticos con intereses distintos a los del pueblo puertorriqueño». Irizarry dijo que en la Junta de la AEE, él y Juan Rosario “se cansaron” de ofrecer alternativas al endeudamiento continuo de esa corporación, pero no se les hizo caso.
Orama aludió a que diferentes sectores favorecen medios diferentes para llegar a la meta de la sustentabilidad. Ningún panelista mencionó la conversión de centrales termoeléctricas a gas natural, lo cual figura más prominentemente en los planes del gobierno que la utilización de fuentes renovables.
En resumen, los cuatro catedráticos del RUM reafirmaron que la visión de INESI es factible y viable. Dependen, claro está, de un proceso político. Hasta la fecha, no ha habido una participación muy amplia. Qué forma tomará el sistema energético de Puerto Rico en las próximas décadas dependerá de ello, y también de la difusión de las ideas de foros como este celebrado en la UPR.