Facebook como sitio de memoria
A mi querida titi Enid
Los medios sociales son tan ubicuos como el aire que respiramos. Por todos lados nos topamos con algún anuncio, imagen, aplicación, mensaje o aparato que nos retrotrae a la utilización de algún medio social: teléfonos móviles, redes sociales, cámaras portátiles, pda, tablets, etc.
La máxima cartesiana de la modernidad, “pienso, luego existo”, ha sido transformada por la condición posmoderna de la híper-realidad: “estoy en Facebook, luego existo”. Incluso, yendo más allá de la vida, son las posibilidades de la representación de la muerte y de su memoria las que presentan unas interesantes variantes en tiempos recientes. Estas variantes hacen viable cierta permanencia entre nosotros de aquello que está ausente. Los medios sociales han atravesado las prácticas relacionadas a los rituales y espacios de la memoria. Además de ser protocolos de información y programación, los medios sociales son prácticas que significan la realidad que remedian.
Antes de la aparición de los nuevos medios sociales, las personas tenían otras formas de rememorar y ritualizar la muerte: componían elegías, visitaban tumbas en un cementerio, pintaban, esculpían estatuas, cantaban canciones y hacían peregrinajes, entre tantas otras prácticas. Los Estados, de igual manera, han creado y continúan creando sitios de memoria como cementerios nacionales para los ilustres hombres y mujeres o monumentos/museos que atestiguan procesos históricos como los campos de concentración de Auschwitz y Dachau.
Los lieux de mémoire (sitios de memoria), según articulados por Pierre Nora, se definen por ser cualquier entidad significativa, ya sea material o inmaterial en su naturaleza, que por fuerza de la voluntad humana o el trabajo del tiempo se han convertido en un elemento simbólico de la herencia memorial de determinada comunidad. Los sitios de memoria son espacios físicos e intangibles que las prácticas sociales de una comunidad o un grupo de individuos han convertido en lugar privilegiado. Es, entonces, una entidad que funge como recurso mnemotécnico que activa nuestra imaginación, nuestras sensaciones, emociones y mentes. Mas, ¿qué es la memoria?
Es una suerte de espejismo que proyecta simultáneamente el presente con/en el pasado; es un bosque in-finito de signos e imágenes que combinados conforman y sirven como dispositivos de un relato. La memoria es como esa cultura de Clifford Geertz: una urdimbre de significados/significaciones. Cual juego eterno entre el pensar, construir y comunicar, la memoria es la tensión entre lo sucedido y lo con-figurado (aquello a lo que se le da forma). En el acto de rememorar persiste, pues, una vocación de recuperación que está trágicamente destinada a fallar. Este colapso de la memoria es una posible razón para que el sujeto que rememora necesite regresar, necesite volver a ese sitio de memoria en su aspiración por un nuevo acceso a esa imagen transparente que le conecte sin mediación con el pasado.
Desde hace tiempo, en Internet se han creado sitios de memoria los cuales son visitados periódicamente por cibernautas. En estos sitios se persigue rememorar algún acontecimiento, persona o grupo social. En algunas instancias estos espacios pueden ser creados de forma consciente como sucedió con el sitio del Holocaust Survivors and Remembrance Project: “Forget You Not”. En otras palabras, los creadores de este sitio tenían como objetivo explícito crear un espacio para rememorar lo sucedido y las personas envueltas en el Holocausto. Una especie de eslogan define de forma puntual el propósito del sitio: “not forgetting the past to protect the future”.
El sitio de memoria, según articulado en ese sitio web, se configura como estratagema contra la pérdida de la memoria y como protección del futuro. La memoria es, entonces, una especie de espectro transtemporal en continuo asedio por su pérdida. Para no olvidar necesitamos peregrinar continuamente al sitio de memoria.
Además de la creación consciente de los sitios de memoria, estos pueden producirse también de forma inadvertida como ha sucedido con los perfiles de algunos usuarios en Facebook. Cuando los creadores de estos perfiles mueren, sus páginas de Facebook quedan abiertas y aquí entra una práctica no anticipada para los programadores de la red social: los familiares y amistades continúan visitando los perfiles a pesar de que sus usuarios ya no lo utilizan (por razones evidentes). En sus visitas a estos perfiles, los cibernautas cuelgan relatos de vida, mensajes de saludo o de extrañamiento, despedidas e imágenes, entre otras posibilidades.
Incluso, debido al incremento de estas prácticas y otras preocupaciones sobre privacidad, el propio Facebook comenzó a ofrecer la opción a sus usuarios para proteger la cuenta de la persona que murió y convertir el perfil en un espacio memorial. A esta opción le llamaron: memorializar (memorializing).
De esta manera, los programadores y diseñadores de la red social reconocieron las prácticas de sus usuarios como configuraciones de una (o varias) memoria(s). Fueron, incluso, más allá al utilizar una conjugación del verbo memorialize para apuntar a la manera en que los cibernautas hacen memoria y transforman el perfil en un “monumento” conmemorativo de la persona fallecida.
De forma espontánea, los perfiles se transforman en espacios de peregrinación periódica para la comunicación de recuerdos y para rememorar a la persona fallecida. Los intercambios suscitados entre los cibernautas comienzan a armar(se) una especie de memoria colectiva y digital de la persona/perfil memorializada.
Lo que fue físicamente la persona deja de tener (relativa) importancia. Se instituye una especie de reino de la imagen, donde lo imaginado y lo representado asumen roles centrales. Los perfiles como inmediatez, la transparencia de lo que representan, dejan de ser visibles como medios y asumen la corporeidad de lo representado –se convierten en lo representado–. Visitar el perfil se torna en más que una navegación virtual: es la posibilidad de “habitar” un espacio común con la persona fallecida.
¿Serán Facebook y otras redes sociales remembranzas postindustriales del cementerio? Quizá. Lo que sí nos presenta Facebook es la posibilidad de un espacio en el que se re-combinan múltiples medios visuales como dispositivos de nuestra memoria. Es un lugar donde nuestros recuerdos se encuentran y se configuran en un espacio común como espectros arbóreos del bosque de nuestra memoria.