Fe-Teología-Cultura: nueva aportación de Luis N. Rivera Pagán
No existe theologia perennis alguna. El énfasis no debe ponerse en la dimensión negativa de este viraje, como temen, frecuentemente con excesiva beligerancia, algunas instituciones dogmáticas. Lo novedoso y excitante es la posibilidad de edificar nuevas manifestaciones de la inteligencia de la fe, con sus desafíos de reconstruir el diálogo perenne con las culturas humanas. –Luis N. Rivera Pagán
Reconocido como uno de los mayores exponentes de la teología latinoamericana, así sin apellido, pues su trabajo rebasa con mucho los límites confesionales, Luis N. Rivera-Pagán (San Juan de Puerto Rico, 1942) ha labrado un trabajo persistente, sólido y sumamente provocador. Desde los primeros esbozos sueltos que se materializaron, primero en A la sombra del Armagedón: reflexiones críticas sobre el desafío nuclear (1988), y luego con Senderos teológicos: el pensamiento evangélico puertorriqueño (1989), aun cuando su producción ya era incesante y continua, hasta la consolidación de su clara opción ideológica y de fe por la teología de la liberación, ha mantenido una línea constante de escritura. Así, la enumeración de sus trabajos muestra una nítida continuidad: Caminos de esperanza: Domingo Marrero. La paradoja de la razón: filosofía y religión (1987), Liberación y paz: reflexiones teológicas desde América Latina (1988, con Nancy Cardoso Pereira y Frei Betto), Cinco sermones y un estudio bíblico (1989), La esperanza de los vencidos: Hacia una visión crítica del quinto centenario (1989, con Raúl Vidales y Diego Irarrázaval), Evangelización y violencia: La conquista de América (1990), A violent evangelism: The political and religious conquest of the Americas (1992), Los sueños del ciervo: Perspectivas teológicas desde el Caribe (1995), Entre el oro y la fe: El dilema de América (1995), Mito, exilio y demonios: Literatura y teología en América Latina (1996), La evangelización de los pueblos americanos: algunas reflexiones históricas (1997), Diálogos y polifonías: perspectivas y reseñas (1999), Fe y cultura en Puerto Rico (2002), Essays from the Diaspora (2002), Teología y cultura en América Latina (2009), Peregrinajes teológicos y literarios (2013), Ensayos teológicos desde el Caribe (2013), Essays from the margins (2014) y Evocaciones literarias y sociales (2018; auténtica suma de preocupaciones acumuladas desahogadas con total solvencia).
Muchos de sus ensayos pueden leerse en la revista Pasos, del Departamento Ecuménico de Investigaciones y en una multitud de publicaciones sueltas y libros colectivos. Un ejemplo notable es: “Nuclear Apocalypse and metánoia: Christian Theology in the light of Hiroshima and Nagasaki”, en un volumen sueco de 1990, entre tantos más que lo muestran buceando en las aguas profundas de la reflexión. Pero, felizmente, cada cierto tiempo reúne un buen número de textos acumulados y lanza una nueva botella al mar para que los lectores atentos a su periplo, siempre interesante, se sumerjan en las aguas de lo que propone. Asimismo, ha editado algunos volúmenes como La esperanza en el presente de América Latina (1983, con R. Vidales), La esperanza de los vencidos: Hacia una visión crítica del quinto centenario (1989), God, in your Grace… Official Report of the Ninth Assembly of the World Council of Churches (2007), Fe cristiana y descolonización de Puerto Rico (2013).
Como se puede apreciar, sus intereses se han movido entre la búsqueda y promoción de la paz, los aspectos liberadores de la teología y la reivindicación de los pueblos originarios, el diálogo de la fe con la cultura, la historia y la literatura –especialmente–, y la descolonización de la herencia cristiana en la actualidad. Con esta labor, Rivera-Pagán ha agregado su nombre a las notables voces teológicas y culturales surgidas en su país como Domingo Marrero, Ángel M. Mergal, Samuel Silva Gotay (a quienes estudió en Senderos teológicos), José David Rodríguez, Orlando Costas (fallecido en 1987), Carmelo Álvarez y Luce López-Baralt, estos últimos contemporáneos suyos, y con quienes comparte una práctica contextual y crítica del pensamiento cristiano, sin olvidar la huella que ha dejado en sus discípulos, hombres y mujeres, que vienen detrás.
Luego de sus estudios doctorales en Yale (con una tesis sobre Ireneo dirigida por el insigne Jaroslav Pelikan) y de su paso por Alemania, se convirtió en una referencia obligada del ambiente evangélico en el Caribe y en toda América Latina. El énfasis liberador de su teología se aprecia ya en el par de ensayos recogidos en Pueblo oprimido, Señor de la historia (1972; “Aportes del marxismo” y “Teología y praxis de liberación”), un auténtico clásico del diálogo que la fe evangélica latinoamericana entabló con esa corriente propia del pensamiento de estas tierras. Desde la época de Mito, exilio y demonios, obra pionera sobre el tema, su lugar como exponente privilegiado del diálogo entre teología y literatura es ya indiscutible, pues no ha cejado en su interés por extraer del mismo grandes consecuencias para los campos en cuestión. Su carrera como profesor universitario en Puerto Rico se complementaría, primero con una estadía en el Seminario Teológico de Princeton (1999-2000) y luego, entre 2001-2007, con una cátedra de ecumenismo en esa institución, en la cual es profesor emérito.
Voz profética y teología liberadora es un volumen armado desde 2017, pero que ahora finalmente ve la luz en una de las editoriales beneméritas del protestantismo latinoamericano, de manera natural y gratamente coincidente. Los seis ensayos que lo conforman marcan las claras estaciones que el autor ha recorrido en su trayectoria. Cada uno representa polos efectivos de estudio, análisis y reflexión que evidencia las zonas de interés que se imbrican unas con otras.
“La teología en los albores del siglo XXI”, publicado previamente en un amplio panorama del pensamiento latinoamericano actual, es uno de los más ambiciosos y acabados resúmenes de los rumbos que está tomando la teología a nivel global, pues señala sus tendencias y orientaciones básicas, partiendo desde una visión crítica y propositiva. Al aparente caos ocasionado por la multiplicidad de propuestas, opone una recuperación sana de la contextualidad y la ecumenicidad, sin dejar de señalar el “proceso drástico” de descolonización intelectual y espiritual por el que está atravesando. Se ha impuesto, afirma, “el reconocimiento y la valoración de aquellas teologías que llevan en su fisonomía textual las señales de la historia cultural de un pueblo”. Lo mismo acontece con los (des)balances entre ortodoxia y herejía. Pero la parte extremadamente positiva se asoma cuando reconoce el perfil plenamente existencial de la teología, así como su rigor intelectual y transdisciplinario, sin el cual hoy ya no es posible expresarse en ese campo. Huelga decir que a cada paso en la exposición los ejemplos aportados sobreabundan. Los caminos tomados por las teologías de liberación son revisados puntualmente, además de los riesgos del androcentrismo y la certeza de la necesidad de abordar la sexualidad y el erotismo de manera central. Las aportaciones de la literatura en ese sentido son firmes y han evolucionado con el tiempo.
El ensayo que da título parcialmente al libro, “Voz profética: justicia, paz y reconciliación” es una puesta al día de las preocupaciones que durante décadas ha desarrollado Rivera-Pagán. Basado, como no puede ser de otra manera, en el trasfondo bíblico, y aderezado con la observación de sucesos significativos actuales, este texto proyecta nuevamente la necesidad de que la teología no abandone nunca su tono liberador y anti-imperialista en todas sus manifestaciones pues su vocación de siempre es innegociable: “Hay en la voz profética un vínculo íntimo inquebrantable entre la búsqueda y preservación de la justicia y la visión escatológica de la paz”. Silenciarla sigue siendo uno de los grandes peligros para las instituciones eclesiásticas, y los ejemplos lamentablemente son muchos. Es allí donde cobra una nueva dimensión la preservación de esta voz, dentro y fuera de las comunidades cristianas porque para ellas no se trata de una opción elegible o no, sino de una tarea inexcusable, dado que es una práctica en la que lo está en juego es lo eminentemente teo-lógico: “Por último, retumba vigorosa la acuciante conciencia de que Dios aún importa. En el interior de los conflictos sociales, políticos y económicos que trastornan nuestras vidas, se encrespa vigorosa la ‘batalla por Dios’, como tan aptamente la cataloga Karen Armstrong”. El caso del mártir Monseñor Óscar A. Romero lo evidencia rotundamente.
“Entre el terror y la esperanza: Apuntes sobre la religión, la guerra y la paz” (conferencia magistral presentada en la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz, en 2004) actualiza la honda veta de pensamiento teológico a la que Rivera-Pagán ha dedicado múltiples páginas. Al pánico propio de la “guerra fría” le ha sucedido una especie de impasse ideológico-político que parece excluir los riesgos de una conflagración cuyas posibilidades no han desaparecido del todo. Hacia esos temores apunta este texto mediante un recuento del “siglo guerrero” que se complementa con el énfasis posterior en “el terror en la mente de Dios”, que aplica la observación al apasionado, y en ocasiones estruendoso, retorno de la religión irracional, hiperdogmatizada e integrista, una auténtica bomba de tiempo desde donde se le mire. Este regreso de las imágenes y símbolos de la violencia sagrada no conoce límites confesionales y es lo que ahora produce terror, a sabiendas de que los/as grandes maestros religiosos han insistido en lo contrario. Porque su contraparte obligada es la esperanza. Más allá de la ingenuidad, insiste el autor, hemos de apreciar hoy cómo se han transfigurado los ímpetus bélicos por doquier y cómo implican a Dios en sus proyectos destructivos: “Las épocas varían, pero la ambición de poder, prestigio y peculio sigue escudándose en la devoción religiosa”. Para cerrar, nuevamente se toma de Monseñor Romero una voz de aliento y búsqueda de la paz desde la tradición cristiana.
“Laberintos y desencuentros de la fragmentada identidad cultural mexicana” es un repaso informadísimo de algunas producciones literarias del país azteca como evidencia de los procesos de desestructuración y reacomodo de las mentalidades. Su enfoque se centra en autores/as muy característicos como Carlos Fuentes, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska, y alguien que escribe desde Estados Unidos, Gloria Anzaldúa, y que representaría el descentramiento geográfico y cultural de la identidad mexicana. Su esquema es claro e incisivo: partiendo de la idea del “retorno del hijo rebelde” en la novela de Fuentes, Las buenas conciencias (en la que “la Biblia adquiere aquí papel protagónico central, como quizá en ninguna otra novela latinoamericana. Los textos bíblicos recuperan su capacidad para fascinar, provocar y perturbar las conciencias, a contrapelo de las autoridades políticas y religiosas”), avanzando en el tono apocalíptico y la realidad del ocaso de los dioses nativos en Oficio de tinieblas, de Castellanos (“la memoria clandestina y potencialmente subversiva de las religiosidades y espiritualidades antañas, reprimidas por el desprecio y acoso de los señores blancos y cristianos”), pasando por La “Flor de Lis”, de Poniatowska (“la institución educativa eclesiástica se enfrenta al desafío de formar, en una sociedad secularizada y moderna, donde se agitan fuertes vientos anticlericales, a mujeres de aristocrático abolengo y arraigados hábitos morales”), y llegando a Anzaldúa (Borderlands/La Frontera: The new mestiza, libro inclasificable, “ensayo histórico [que] se transforma continuamente en crítica cultural”), en quien encuentra la antípodas del testimonio de los escritores 100% mexicanos. Esta autora practica “una hermenéutica sugestiva y heterodoxa de los grandes mitos femeninos mexicanos, sobre todo de la Virgen de la Guadalupe, en búsqueda de continuidades que permitan vulnerar los diversos patriarcados, el azteca, el hispano, el mexicano, el chicano y el estadounidense”. La segunda parte del libro es poética: rebelde, transgresora, feminista e iconoclasta. Una lírica narrativa del dolor y la nostalgia por el paraíso perdido, versos que “son pinceladas de rebeldía femenina ante las angustias de un pueblo humillado y menoscabado, acompasadas por esperanzas apocalípticas de su renacer airoso”: “Si no hubiera leído todos aquellos libros / estaría cantando abajo y arriba de los surcos / como las demás”.
Los dos últimos ensayos, “Reino de Dios de paz con justicia: Reflexiones sobre Santiago” (grandiosa reconstrucción de los orígenes y los ecos socio-teológicos de tan polémica epístola: “Santiago es vigoroso en su provocadora aseveración sobre la predilección divina por los pobres: Dios ha elegido a los pobres de este mundo”) y “Xenofilia o xenofobia: una teología ecuménica de la migración” (sondeo bíblico-teológico sobre esta problemática tan actual), rastrean la gran necesidad de justicia para valorar lo que advierte el autor canónico, primero, la importante relación entre la fe y las obras para la praxis cristiana (que no percibió bien Lutero), y la urgente necesidad de una auténtica teología bíblica de la migración de tan hondas raíces en la historia de salvación. Los episodios agridulces se acumulan y Rivera-Pagán no elude su revisión. El horizonte teológico hoy es, al respecto, ecuménico, internacional e intercultural, por lo que no existe forma de escapar a su tratamiento serio y reivindicativo en el que la perspectiva ética sea la dominante. Sus palabras, arraigadas en esa teología tan necesaria, no pueden dejar de ser proféticas también: “Cualquiera que sea la importancia de los factores económicos de la nación receptora, desde una perspectiva teológica ética lo crucial debe ser el bienestar existencial de los ‘más pequeños’, de los miembros más vulnerables y marginados de la humanidad de Dios, entre los cuales se encuentran aquellos que emigran fuera de su tierra natal, constantemente escrutados por la degradante mirada de muchos ciudadanos nativos”.
Con lo dicho hasta aquí (y lo mucho que se podría agregar) se espera abonar un poco a la comprensión de la relevancia de esta nueva recopilación de textos de Rivera-Pagán, maestro consumado en el arte de trasladar las consecuencias de la teología al espinoso terreno de las realidades sociopolíticas y culturales de América Latina y el Caribe mediante un amor apasionado por las obras tan creativas surgidas de estas partes del mundo tan azotadas por la pobreza y la injusticia.