¿Feliz Año Nuevo?
Ooh, yeah! All right!
We’re jammin’:
I wanna jam it wid you.
We’re jammin’, jammin’,
And I hope you like jammin’, too.
–Bob Marley
La llegada de un nuevo año suele llenarnos de felicidad dejados llevar por la esperanza de que lo malo del presente haya quedado atrás con los petardos de medianoche. Un mundo rivalizado entre laicos y religiosos comparte esta ceremonia de renovación y con el brindis del nuevo año —en el caso nuestro— anhelamos que mañana nos topemos con un mundo mejor.
Sin embargo, el hoy en que usted me lee es mi mañana, y escribo esta columna justo cuando el partido popular recién ha lanzado su campaña de nuevo populismo clasemediatero del que se ha faja’o trabajando por este país, lo que alerta mis temores de otra campaña de lo mismo y la renovación del tranque del traqueteo entre penepés y populares que ha tenido arrestado al país por ya medio siglo. Esto es ya una tradición cultural: el penepé y los populares comenzaron este tira y jala de lo mismo para cuando a Odilio González se le apagaba la luz, la Tuna de Cayey le cantaba a la “Puerca sinvergüenza” y se indigestaba con “El sopón” de “las dos de la mañana”, Santos y la Tuna de San Juan querían “tocar cello” con el “güiro estillao” y Vicente Caratini con los Cantores de San Juan andaban “por el espacio” en su devoción a “Padre San Antonio” antes de llegar a tu casa con el “uno uno uno … y cuando abran las puertas ¡ña!”
No parece prometer mucha cosa nueva este año que apenas comienza, por lo que no me atrevo a llamarlo año nuevo ni a compartir una lista de deseos y anhelos sino más bien de aterradoras repeticiones de eventos que andan por caminos lejanos de la luz y la esperanza.
Misiles, cohetes y armas de todo tipo seguirán matando civiles alrededor del planeta, víctimas de la geopolítica mundial por el control del petróleo y las drogas.
Policías blancos seguirán disparando contra afroamericanxs y latinxs como un resurgir del KKK y ciudadanxs de todas las creencias y denominaciones dispararán a mansalva contra víctimas cuyo único crimen quizás sea disfrutar inocentemente de la paz y tranquilidad que cientos de miles no tienen en otras ciudades y barrios.
Un penepé o un popular ganará las elecciones en la colonia y algún candidtx demócrata o republicano hará lo propio en el imperio. Valga que en esto los gringos al menos tienen la posibilidad de tener la primera mujer presidenta o a un candidato de discurso radical a favor de derechos ciudadanos con posibilidades de triunfo. Acá pipiolxs y pepeterxs celebrarán sus victorias y culparán a lxs melonerxs por los limitados alcances de las mismas.
Puerto Rico no pagará la deuda ni legalizará la marihuana. Walmart no se irá, así como tampoco Walgreens, CVS, ni ninguna de las cadenas de comida chatarra. También se abrirán nuevos negocios de comida en la calle Loíza.
A pesar de la crisis, se aprobará el uso de fondos públicos que terminarán enriqueciendo bolsillos particulares.
Si el desempleo, el crimen y la violencia no aumentan, tampoco tendrán una disminución considerable.
La salud en Puerto Rico sobrevivirá su estado comatoso a pesar de no gozar de la atención intensiva que requiere su caso. No sé qué esperar de la educación.
Habrá Olimpiadas y el medallero boricua brillará por playas, plazas, bares, salones de baile y actividades políticas.
Pastores y pastoras continuarán predicando el fin del mundo y asegurándose la mejor vida posible en este.
Mientras el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTT seguirá en aumento, lamentablemente continuarán los crímenes de odio.
Algún artista latinx promovidx por la industria ganará muchos premios grammy, emmy, mimi y tutifrutti latino.
Afroamericanxs y afrolatinxs dominarán el deporte norteamericano y seguirán entreteniendo la población mundial mientras esta continúa su desplazamiento intercontinental.
El derrotero de la política y la economía mundial amenaza la próxima quincena de miles de trabajadorxs puertorriqueñxs. Aún así, confieso mi esperanza de cobrar mi salario como empleado público durante los 12 meses de este “nuevo” año.
Imagínense si el 2016 puede ser peor para Oscar y para quienes queremos su liberación si Obama no cede y los republicanos ganan la presidencia.
Sí, ¡vaya otro año que nos espera! Escribo esto el 18 de diciembre consciente de que será publicado en enero, por lo que su lectura confirma mi esperanza de que esto no se acaba aquí, como dice la “Canción del final del mundo” de Rubén Blades. La existencia de comunidades y comunicaciones como esta no es gran cosa, pero me produce felicidad. ¡Feliz año!