Feminicidio y Estado de emergencia en Puerto Rico

detalle de mural, Colectivo Moriviví
En El segundo sexo –la crítica de Simone de Beauvoir sobre la teorización masculina de la mujer y la “esencia femenina” – se señala que a través del tiempo los llamados “hombres de ciencia e intelecto” ganaron su guerra con el cuerpo asignándolo “al por mayor” a lo femenino. En el primer volumen del libro, la filósofa francesa sostiene que los hombres han configurado a las mujeres como el Otro –el ser no esencial y sexuado– en un intento de asegurar su posición como el Sujeto, el tipo humano absoluto, el universal, puesto que situar a las mujeres en un estado de dependencia indudablemente sirve a los intereses del hombre.[2] Históricamente, las mujeres han estado en desventaja –y por siglos fuera– del espacio público y político, lo cual demuestra la persistencia de sistemas patriarcales a nivel mundial. Son los hombres quienes han decidido sobre la vida de las mujeres: el padre, el marido, el hermano, así como instituciones marcadamente patriarcales como la Iglesia y la familia tradicional y es, precisamente, dentro del poder de decidir sobre la vida de las mujeres donde se enmarca el feminicidio.
El feminicidio es una tragedia global. En palabras generales, es el asesinato de todos los sujetos considerados como femeninos. No se trata únicamente del asesinato de mujeres y niñas, sino además de travestis y transexuales. A nivel mundial, los países con mayor índice de violencia de género y feminicidio están en Latinoamérica y Puerto Rico se encuentra entre aquellos que tienen las tasas más altas. A escala global, los feminicidios no han remitido, sino todo lo contrario. Ciertamente, estamos viviendo muchas y lamentables involuciones que afectan la libertad y la vida de las mujeres a nivel mundial. Entre ellas, la involución a políticas conservadoras y de derecha que son interdependientes con la violencia de género y el feminicidio. En Argentina, por ejemplo, políticas conservadoras, tradicionalistas y patriarcales han ganado más apoyo popular del que, tal vez, imaginábamos. Una muestra de ello es el apoyo a Patriarcado Unido Argentino, el cual no sólo promueve la infantilización de las mujeres, sino que además criminaliza el aborto y coloca nuevamente el cuerpo de la mujer bajo el poder y la guía, o la tutela, del Estado.
En Puerto Rico, aún están por desentrañarse casos de feminicidio y asalto sexual. Es por esta razón que el pasado 20 de agosto de 2020, Teatro Público –compañía teatral creada por Raquel Vázquez y Gabriela Saker, cuya visión es fortalecer el teatro en Puerto Rico en todo su potencial de excelencia, diversidad, innovación y función social– llevó a cabo un conversatorio sobre el feminicidio y la violencia de género titulado Estado de Emergencia: hablemos de violencia de género. La organizadora del conversatorio, Raquel Vázquez, se ocupa del problema de la violencia de género desde la gestión cultural y el arte y ha organizado varios eventos culturales sobre el tema como 16 días contra la violencia de género y Mujeres en la música: desafíos para la equidad en la Casa Ruth en Río Piedras. El conversatorio estuvo moderado por Vázquez, quien compartió sus experiencias con la violencia de género, y se dividió entre los temas de la educación, la prevención – incluyendo la salud mental – y el aspecto jurídico; pilares en la transformación y la creación de una real sociedad de bienestar para todos los sujetos. Asimismo participaron las artistas multidisciplinarias Morella Morales y Deddie Almodóvar (hermana de la joven asesinada Valerie Ann Almodóvar), quienes compartieron sus experiencias con la violencia de género y el feminicidio desde el punto de vista personal, la primera, y desde una experiencia vicaria en la que se hereda el dolor que produce la violencia de género en la familia de las mujeres asesinadas, la segunda.
El llamado a un Estado de emergencia lo hacen Teatro Público, Falso Mutis y otras organizaciones artísticas. En este contexto, se reclama que se declare un Estado de emergencia mediante el cual el gobierno de Puerto Rico inicie una transformación estructural, reconociendo primero que existe una violencia de género sistematizada en Puerto Rico y, por consiguiente, comprometiéndose a hacer los cambios necesarios tanto para prevenirla como para erradicarla mediante su catalogación como un crimen y la judicialización del feminicidio. El evento culminó con la presentación de diversos trabajos creativos sobre el tema de la violencia de género como el poema “Desoladas” de Michelle R.O.; el conjunto Las cejas de Frida interpretó el tema “Ya no”; la actriz Paola Cristina Torres llevó a escena un fragmento de la obra Día 16 de Federico Roca y la artista Tania Adorno de Agua, sol y sereno participó con una presentación audiovisual titulada Susurro en la brisa.
La abogada Mariana Nogales habló sobre los retos legislativos en cuanto a los casos de feminicidio; sobre la necesidad de una transformación profunda del sistema legislativo y la creación de espacios de no victimización para las mujeres, así como del imperativo de judicializar el feminicidio en Puerto Rico. Tania Rosario, directora de Taller Salud, señaló que no es asertivo hablar de violencia de género de la mujer hacia el hombre puesto que, aun cuando existen casos en que la mujer ha ejercido violencia física y emocional sobre el hombre, las estadísticas comprueban que la violencia de género de manera sistemática la ejercen los hombres. No hay, ni ha habido, violencia sistematizada de la mujer hacia el hombre. Asimismo, Rosario puntualizó sobre la necesidad de un cambio estructural en las instituciones de protección a las mujeres y prevención de la violencia de género. Principalmente, recalcó la importancia de incluir un curriculum sobre temas de género en la escuelas de Puerto Rico. Por último, Alex Aldarondo, del Centro de Aprendizaje Ágil, habló sobre el tema de la masculinidad y puntualizó que el concepto de “masculinidad tóxica” es erróneo ya que la noción misma de masculinidad es problemática; más bien se trataría de un proceso de desconstrucción de la masculinidad y de ir a la matriz del problema.
Ciertamente, cuestionar la masculinidad implicaría desaprender lo ya aprendido; volver a educarse; ir contra la herencia y contra el arquetipo, así como desmantelar jerarquías sociales y nociones ortodoxas de la moral, sobre todo en cuestiones de matrimonio, relaciones de género y sexualidad. Dichas jerarquías y nociones ortodoxas son perpetuadas por Harvey Mansfield, lamentablemente profesor de teoría política en la Universidad de Harvard y afamado antifeminista, en su libro titulado Manliness (2006). En el mismo, lleva a cabo una reivindicación de la hombría, la cual él cree que está amenazada por el feminismo. Mansfield acuña en el libro el término “nihilismo feminista” y explica que esto es lo que sucede cuando violaciones discretas y temporales de la autoridad, el gobierno y el orden se convierten en formaciones políticas o culturales, como el feminismo.[3]
Manliness, ganó cierta atención fuera de los círculos académicos como resultado de los elogios de los neoconservadores en el Weekly Standard. En su forma “femenina”, dice Mansfield, el nihilismo designa la “voluntad de nada” albergada en la aspiración feminista de revertir las categorías tradicionales de género. Según Mansfield, se trata de un feminismo desenfrenado y desquiciado, que no presume límites en lo que pueden llegar a ser las mujeres porque no admite esencia de lo que es la mujer:
El feminismo no comprende la condición de mujer; deja a las mujeres sin guía e incluso intenta convencerlas de que no necesitan guía. Lo que la feminidad debería ser en nuestra sociedad se lo dejo a un nuevo feminismo menos fascinado por la masculinidad que el feminismo que tenemos (…) Otro feminismo mejor podría comenzar con la idea de que las mujeres, como muchas de ellas dicen, ‘lo quieren todo’. Quieren una carrera y también quieren ser mujeres. El desafío de un nuevo feminismo es dar sentido a estos dos deseos y unirlos (240–41).[4]
Si todavía en la segunda década del siglo veintiuno las mujeres en Puerto Rico tienen que luchar con guías impuestas sobre el comportamiento y la moral; con la infantilización, la desigualdad y el acoso en el ámbito laboral y público y, además, con la sistematización de la violencia de género, no cabe duda de que es imperativo que el gobierno asuma de una vez y por todas su esencial carácter de benefactor y custodio del bienestar del pueblo iniciando con la declaración de un Estado de emergencia –mediante el cual, como sabemos se toman medidas temporeras– hasta que se lleguen a hacer cambios estructurales, permanentes y verdaderos en cuanto a la violencia de género y el feminicidio.
Contrario a lo que ha diseminado Mansfield sobre el feminismo, debería quedar claro que, lo que sí han hecho sistemáticamente las mujeres es especificar demandas particulares en momentos históricos específicos y asumir batallas concretas en coyunturas históricas críticas. Pedirles a las mujeres un “feminismo moderado” ante la máquina de feminicidios a nivel mundial desvela un colosal cinismo en cuanto a la vida y las experiencias de las mujeres, puesto que de dicha vida y experiencias es de donde emergen, simultáneamente, tanto nuestras convicciones políticas como nuestros reclamos de justicia social. En mi carácter personal y profesional (como profesora universitaria comprometida con la educación y la justicia social en todos sus aspectos) me uno al llamado de Estado de emergencia en Puerto Rico que hacen Teatro Público y Falso Mutis porque ¡Nos están matando! Como dijera ya en 1995 Susana Chávez: “¡Ni una muerta más!”
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[1] Agradezco a mi estimada colega Marimer Carrión la confirmación en cuanto a las teorías de los humores en la Antigüedad, las cuales aún cuando se utilizaban ampliamente para definir tanto al hombre como a la mujer; en el caso de la mujer se medían con otro rasero y se acudía a ellas con otros fines.
[2] Ver Simone de Beauvoir, The Second Sex. Trans. by Constance Borde and Sheila Malovani Chevallier. Intro. by Judith Thurman. New York: Alfred A. Knopf, 2010: 3-213.
[3] Para más detalles sobre el libro de Mansfield, ver el artículo de Robyn Marasco titulado “On Womanly Nihilism: Beauvoir and US.” Boundary 2, February 2020; 47 (1): 43–64.
[4] Ver Harvey Mansfield, Manliness. New Haven: Yale University Press, 2007: 122-244.