Filiberto y el documental político puertorriqueño
Quizás porque ya ha pasado un año, o quizás a causa de la urgencia de su contenido, una propaganda del ejército de los Estados Unidos es lo que antecede al documental de Filiberto Ojeda. Comienza con el trailer de la película cristiana-republicana de Pureflix más reciente donde los soldados rezan antes de masacrar por el imperio, y culmina con un anuncio del Army donde los monigotes reparan, de todas las cosas, el servicio eléctrico de un hospital anónimo.
Filiberto forma parte de la más reciente racha de documentales políticos puertorriqueños. No existe en un vacío, ya que la limitada y poco conocida tradición cinematográfica puertorriqueña está en gran parte cimentada en el documental. Se impulsa con el cine didáctico de la DIVEDCO, o División de Educación a la Comunidad, y florece en el Nuevo Cine Puertorriqueño – una serie de documentales políticos realizados entre los años 80 y 90, en su mayoría co-producciones entre cineastas en la diáspora y en la isla, que toman su lugar como parte del Nuevo Cine Latinoamericano a nivel continental, y del Tercer Cine a nivel mundial. Estos dos movimientos se caracterizan por su oposición a las convenciones del cine de Hollywood, y se dirigen hacia la construcción de la cultura nacional y la descolonización. Se trata de un cine de denuncia centrado en las voces del pueblo, un cine anti-capitalista y anti-imperialista – en fin, un cine revolucionario.
Recientemente, el documental puertorriqueño ha resurgido con un fervor renovado, pero el potencial de muchas de estas propuestas se troncha por diversas razones. En algunas, la película sirve más de vehículo para el ego de sus directores que para divulgar información necesaria al pueblo. En otros encontramos un tono de derrota que hace apetecible la militancia puertorriqueña al presentarla como cosa del pasado, como una imposibilidad actual. Más lamentable aún, muchos demuestran una ineficiencia técnica vergonzosa. Técnicamente, Filiberto sufre de una banda sonora cuestionable y algunas recreaciones innecesarias que, en el peor de los casos, interrumpen momentos potencialmente catárticos. Sin embargo, mantiene un ritmo consistente, su edición es diestra y su composición, enfocada.
Pero estos detalles técnicos son fácilmente pasados por alto. Filiberto es sumamente conmovedor, y se destaca entre estos documentales recientes sobre todo por su convicción genuina. A diferencia de la flaqueza ideológica de muchos de sus contemporáneos, Filiberto se posiciona como un documental político puertorriqueño en sí, no meramente un documento sobre la situación política del país. Presenta la lucha por la libertad de Puerto Rico no como una reliquia ni un fetichismo del pasado, sino como una verdad actual y pertinente.
Se ahorra el recorrido masticado a través de la historia colonial de Puerto Rico, y efectivamente resume la información contextual necesaria en un breve inter-título estableciendo la relevancia del 23 de septiembre y el hecho que Puerto Rico no es libre. No es un documental para que el mundo se entere que Puerto Rico existe, como si el reconocimiento internacional validara nuestra existencia; es un documental para puertorriqueños, contado por puertorriqueños o aquellos que apoyan a los puertorriqueños, señalando y corrigiendo la tergiversación de los hechos de nuestra historia colectiva. Cuando se les permite a los agentes del FBI hablar, no se les ha dado una plataforma. Al contrario, son enmarcados entre testimonios y pietaje que, junto con sus propias declaraciones, revelan su ineptitud, confusión, y hasta una cierta admiración resentida hacia Filiberto Ojeda.
Sobre todo, el documental encuentra su fuerza en el balance entre Filiberto mito y Filiberto hombre. El mito es un superhéroe puertorriqueño, su historia narrada por terceras partes, compañeros, conocidos, admiradores, y hasta agentes del FBI de angustia evidente. El hombre es músico y esposo, pero sobre todo militante, y esta militancia y humanidad son evidenciadas en su propia voz. Escuchamos a Filiberto hablar, y sus palabras resuenan cada día más que el anterior.