Fortuño busca un filósofo
El actual residente de La Fortaleza no lo sabe, pero lo que anda buscando es un filósofo. (Me niego a llamarle gobernador por no considerar labor de gobierno lo que hace). También debería andar buscando historiadores, humanistas, artistas y escritores (y sí los de Estudios Hispánicos también), sociólogos, psicólogos, economistas, expertos en Derecho, en Educación, criminalistas, científicos naturales, esa maravillosa pléyade de conocedores que revelan realidades dentro de nuestras universidades. Esa gente, ahora declarados innecesarios por su “gobierno” y el de otros países; profesores, que desde sus diversas disciplinas y saberes hurgan la realidad, la desvelan, nos ayudan a comprenderla y señalan posibles caminos necesarios para transformarla. Desde hace décadas ya, estos “gobernantes” se han dado a la tarea de destruir la mejor fuente de investigación, debate, creación de conocimiento que tienen los pueblos que supuestamente gobiernan. Marginan las materias cuestionadas por las empresas privadas y públicas dedicadas al comercio y las finanzas por suponerlas bajas en rendimiento de capital. Otorgan lugar central al conocimiento que en el mundo de hoy tiene valor mercantil. Vale recordar que son precisamente estas empresas las que financian los partidos que gobiernan el mundo y destruyen nuestras universidades. Bien que les valdría no actuar como gentes ignorantes, demonizando el conocimiento que genera procesos de debate y saberes indispensables para que los seres humanos podamos construir aquello que los sabios griegos llamaban la vida buena.
Viene al caso esta reflexión ya que leí en la prensa nacional que Fortuño creó una “alianza anticrimen” un “junte para combatir la violencia”. ¡Ah, se acercan las elecciones! Hay que admitir que algo anda un poco malito en el país de los 109 asesinatos en un primer mes del año, un país donde la violencia machista, las enfermedades psíquicas, el abuso contra viejos y niños, la destrucción del sistema ecológico, son problemas endémicos y muchos votantes ya lo saben. Hay que buscar cómo aparentar preocupación y acción a la vez que se intenta tapar el cielo con la mano. La mentira siempre ha sido una herramienta básica de los políticos, y hoy los nuestros se han convertido en especialistas. Recordemos aquella cínica ficción de la vía verde para nombrar el destructivo gasoducto que sólo quieren los empresarios que van a obtener pingües ganancias con esa construcción. Recordemos el proyecto de dar publicidad a los “10 logros del gobierno”, por sólo dar algunos ejemplos. Ahora nos quieren hacer creer que con lo que un participante llamó una tertulia entre filántropos, empresarios privados y gubernamentales y alguno que otro dirigente de alguna que otra ONG, van a resolver un problema tan extenso, grave y complejo como el de la criminalidad y la violencia que debemos recordarle sólo para comenzar el debate, que no siempre está vinculada a la criminalidad. También aparecieron los ubicuos religiosos y la noticia informa que durante la mesa de trabajo se enfatizó en la labor que hay que hacer desde la familia y la escuela. ¿A quién engañan? ¿Será que de buenas a primeras estos señores, particularmente los religiosos, van a cambiar su posición sobre lo que constituye una familia, sobre la homofobia, el machismo? Lo siento pero no lo creo. ¿De qué valores hablan? ¿De ese despliegue de valores cívicos y respeto por el Derecho que demuestra diariamente la Policía ? ¿Es que de verdad creen que con esa mordaza que ahora declaran en el proceso de informar sobre los casos de violencia machista se promueve una solución al problema? ¿De cuál educación hablan, de cuáles valores? ¿Qué pasó con el currículo sobre el género que con mucho celo, esfuerzo y trabajo se preparó en la Oficina de la Procuraduría de la Mujer por personas profesionalmente muy capacitadas para hacerlo? ¿Es que los curas y las pastoras ahora son los expertos? ¿Dónde están las mujeres que tanto trabajan en comunidades y ONG’s? En la prensa no mencionaron ninguna. No tengo problema con que se consulte a los miembros de las ONG’s que trabajan con víctimas y victimarios, inclusive con los religiosos que hacen trabajo con la gente del pueblo, sí, pues sé que los hay. Esa información es necesaria, pero esta experiencia concreta hay que analizarla, interpretarla, buscar su raíz, explicarla y para eso hacen falta los universitarios que evidentemente, si la prensa informa correctamente, estaban ausentes de la alianza, del junte.
A menudo mis estudiantes me cuestionan ese asunto recurrente en las ciencias tanto humanas como naturales, de la relación entre la praxis y la teoría. Siempre les remito al texto de Terry Eagleton, The Significance of Theory, una lectura que me parece especialmente pertinente por lo enjundiosa a la vez que sencilla (que no es lo mismo que simple). Uno de los temas profundamente analizados es precisamente la relación entre la teoría y la praxis. Obliga al lector a superar la falacia de una dicotomía y contradicción entre la teoría y la práctica. Pienso también en Walter Benjamin, en Hannah Arendt, Michel Foucault, Zygmunt Bauman, en la extraordinaria colección recientemente publicada por Slavoj Zizek, Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Amén de lo absurdo de tratar de promover transformaciones sociales –la frase es del gobernador a través de alianzas reunidas para tertuliar en comités, en juntes, ¿conocerán estos señores algo de la bibliografía sobre el tema desde los tiempos griegos y romanos –gente que ya conocía algo sobre la violencia humana, bastaría con leer a Tucídides- hasta el día de hoy? Quizá recuerden alguna que otra declaración de Bush, Cheney u Obama.
Jean-Francois Lyotard, en su ¿Por qué filosofar? Cuatro conferencias, apuntaba lo siguiente para contestar la pregunta que da título a su obra: “porque existe el deseo, porque hay ausencia en la presencia, muerte en lo vivo; y porque tenemos capacidad para articular lo que aún no lo está; y también porque existe la alienación, la pérdida de lo que se creía conseguido y la escisión entre lo hecho y el hacer, entre lo dicho y el decir; y finalmente porque no podemos evitar esto: atestiguar la presencia de la falta con la palabra. En verdad, ¿Cómo no filosofar?” Recordando las tesis de Marx sobre Feuerbach, aquella que decía que los filósofos han interpretado al mundo y lo que se necesita es transformarlo (perdonen que se cite a tan maldito filósofo), Lyotard afirma que la filosofía procede de la carencia que experimenta la realidad, de otra organización de las relaciones entre los hombres, una que se gesta en la sociedad pero que no logra liberarnos de las viejas formas sociales. He ahí el aporte fundamental que los filósofos puede ofrecer: interpretar, descubrir la realidad y promover su transformación. Y he ahí el peligro. Siendo seres libres, pensantes, no ofrecen garantía de que sus planteos sigan la línea trazada por el poder. De ahí el riesgo de los filósofos y otros universitarios pensantes, curiosos, que cuestionan la realidad. Porque para nosotros no se trata de encubrir la realidad para hacerla más aceptable, no se trata de pescar votos y poder. Se trata de transformar con el poder de la investigación, del entendimiento y la crítica. Ante esa amenaza, ¿buscará Fortuño un filósofo algún día? No lo creo. Nos toca a los universitarios defender y promover nuestro espacio intelectual y académico y desde aquí presentar esquemas de acción para la transformación social.