Hacia un análisis crítico de los medios de comunicación y prensa en Puerto Rico
Conferencia de la autora a propósito de la presentación del libro De El Nuevo Día al periodismo digital: trayectorias y desafíos, de Luis Fernando Coss
Gracias por acompañarnos en la presentación de este libro que hace una contribución fundamental al análisis crítico de los medios masivos de comunicación en Puerto Rico. La presentación de este libro en el RUM se ha tenido que posponer en dos ocasiones, así que a la tercera va la vencida. Y qué bueno que me toca presentarlo en esta coyuntura en la que varios de los argumentos de Luis Fernando Coss en este libro se hacen dolorosamente vigentes.Los intereses privados que mueven los hilos de la vida económica en Puerto Rico NO se fiscalizan en los periódicos Ferré Rangel y tampoco en otros medios de prensa corporativos. Si los puertorriqueños esperábamos de parte de El Nuevo Día una fiscalización del colapso de las telecomunicaciones tras el paso del Huracán María, lo que recibimos a pocos días del Huracán fue la versión gratuita de un catálogo de anuncios a página completa y a todo color de todas y cada una de las empresas de telecomunicaciones que nos aseguraban estar haciendo su parte para “levantar a Puerto Rico.” La cobertura noticiosa de ese tema era más bien una campaña de relaciones públicas prometiendo la solución con globos mágicos de Google.
Esos anuncios generaron una gran bonanza económica para los periódicos Ferré Rangel que los dueños agradecieron lanzando 59 empleados a la calle el 26 de octubre de 2017, justo en medio de la catástrofe. Y sé que si tuviéramos el tiempo podríamos hacer una larga lista de observaciones similares con respecto a los medios noticiosos en nuestro país.
Pero entremos en materia y hablemos del libro De El Nuevo Día al Periodismo Digital: trayectorias y desafíos del profesor Luis Fernando Coss publicado en 2017 por Ediciones Callejón. Mi presentación estará dividida en tres partes: 1). En primer lugar les hablaré del contenido del libro; 2). luego plantearé las que en mi opinión son las contribuciones que hace Luis Fernando Coss con este texto y haré algunas observaciones de lo que echo en falta y 3) tercero delinearé algunas rutas que el libro nos ayuda a identificar para investigaciones futuras sobre el periodismo profesional en los medios comerciales, así como sobre el impacto de los medios masivos de comunicación en Puerto Rico.
Comienzo por contarles del contenido. El libro está dividido en dos partes: la primera que lleva por título “El Nuevo Día y la crisis del periodismo contemporáneo” es una historia crítica de la “trayectoria” de El Nuevo Día y cómo se convirtió en el periódico de más circulación en el país. Esta historia entrelaza el desarrollo de El Nuevo Día como un periódico moderno, con la transición hacia un periodismo profesional a lo que contribuyeron, según Coss, El Nuevo Día y el establecimiento de la Escuela Graduada de Comunicación Pública en la UPR de Río Piedras.
En esta primera parte el autor también analiza con mucho detalle el papel que ha jugado este medio de prensa en la trivialización de la noticia y la hipercomercialización que llevan a esa “crisis del periodismo contemporáneo” que forma parte del título de esta primera parte. Nos dice el autor que el libro es fruto de su “inconformidad radical con el estado de la prensa en Puerto Rico” (p. 13). Inconformidad que lo lleva a plantearse dos preguntas: ¿Cómo es que el poder de la prensa no se cuestiona a fondo? y ¿por qué los medios de comunicación no asumen también su responsabilidad? (p.13).
El libro es una búsqueda de respuestas a estas interrogantes. Nos cuenta Coss cómo desde sus inicios El Nuevo Día se benefició de sus lazos directos con el Partido Nuevo Progresista. Sobre esos lazos nos cuenta el autor que “a primera vista, el “fenómeno” que representa El Nuevo Día aparenta ser el resultado natural y exclusivo de sus propias fuerzas” (p.29). Pero con amplia evidencia el autor confirma cómo es que el éxito de END se sustenta en el uso y abuso del poder económico de las empresas Ferré primero, luego las empresas Ferré Rangel y en sus conexiones políticas con el PNP desde 1970.
Según relata Coss, Don Luis A Ferré en 1946 había adquirido El Día, un periódico de Ponce, para promover su mensaje estadoísta. En 1970 su hijo Antonio Luis se convierte en dueño de El Día, lo muda a San Juan y le cambia el nombre a El Nuevo Día. Para el lanzamiento Antonio Luis Ferré organiza un talentoso grupo que incluye a Carlos Castañeda, exilado cubano que venía de la revista Life en español, y a varios publicistas también exilados cubanos. Castañeda se convierte en la fuerza creativa detrás de El Nuevo Día, diferenciándolo de la competencia con un enfoque visual en un esfuerzo por atraer audiencias que prefieren la TV. Coss hace un recuento detallado de los cambios incorporados por Castañeda a quien se le acredita haber convertido a END en un diario moderno que practica un periodismo profesional.
Utilizando la historia oficial del periódico, comisionada al historiador Guillermo Baralt y plasmada en el libro “Historia de El Nuevo Día 1909-2000: Al servicio de mi tierra”, Coss logra desenmascarar los mitos y las leyendas que la misma Familia Ferré se ha encargado de crear alrededor de El Nuevo Día, de sus fundadores y de su relación con los poderes políticos y económicos del país.
Durante la administración de Luis A. Ferré, su hijo Antonio Luis relanza El Nuevo Día al mismo tiempo que funge como la mano derecha de su padre. Es durante esa administración que END comienza un desarrollo vertiginoso en circulación y en ingresos publicitarios, incluyendo ingresos por la publicidad del gobierno. Coss descorre el velo para que veamos cómo END se benefició de su conexión directa con el gobierno de turno. Beneficios que la “historia oficial” ignora y que los protagonistas niegan en cada oportunidad. Veamos una contradicción en el discurso de Antonio Luis Ferré.
El primer editorial de El Nuevo Día del 18 de mayo de 1970 y citado por Coss dice “El Nuevo Día estará siempre al lado de la unión permanente de Puerto Rico con los Estados Unidos. Y dentro de esa unión permanente… favorecemos la Estadidad como fórmula que en un futuro garantizará nuestro mayor progreso económico” (p.105). En 1996 con motivo de los 25 años de END dice “Desde un principio, El Nuevo Día ha hecho un pacto con el pueblo para informar la verdad. La verdad es severa, pero es buena consejera. Nunca hemos hecho alianza con partido político alguno, o con determinados grupos de nuestra sociedad…” Siempre ha predominado la consigna de poner el interés público sobre los intereses particulares” (p.109).
Destaco esta gran verdad expresada por Coss: “Así pues, los intereses económicos y políticos suponen trampas y ambivalencias que deben ser examinadas con rigor, en lugar de pasar sobre ellas como datos insignificantes” (p. 78). Y de eso se trata toda esta primera parte, de examinar con rigor la historia de El Nuevo Día y como su estilo de periodismo visual terminó distorsionando la definición de lo que es noticia en el periodismo puertorriqueño.
La segunda parte del libro titulada “La emergencia del periodismo digital” parece utilizar el doble significado de la palabra emergencia: por un lado el surgir y por el otro la urgencia. En esta parte el autor hace un articulado recuento de las críticas formuladas al periodismo tanto desde fuera como desde los testimonios de periodistas que él logra recopilar para este libro. Coss hace una compacta descripción de las razones para lo que él llama “la crisis del periodismo contemporáneo.” Comienza con un diagnóstico certero de las deficiencias del periodismo contemporáneo causadas por la espectacularización de la noticia, la desinformación, los intereses económicos que dictan las pautas y la noticia como entretenimiento. A consecuencia de la trivialización de la noticia ocurre la pérdida de credibilidad de la prensa ante la opinión pública puertorriqueña y la marginación de los conceptos de responsabilidad social y servicio público como guías del periodismo profesional según Coss.
Como respuesta el autor nos presenta al periodismo digital que según él representa “el quiebre del modelo dominante de la prensa moderna basada en la publicidad y en el concepto de gran empresa” (p. 185). Este nuevo periodismo incluye la más reciente versión del periodismo alternativo. Aquí se discuten cuatro medios digitales, cada uno con un modelo de financiación distinto. En primer lugar “Sin Comillas” es un periódico digital de economía y negocios que funciona como un “one woman show” ya que su fundadora la periodista Luisa García Pelatti ejerce prácticamente todas las funciones en esa pequeña empresa. Mi Puerto Rico Verde es un periódico ambiental con 265,000 seguidores en Facebook. Es una empresa con fines de lucro que se sostiene con anuncios y solo tiene empleados a tiempo parcial, según Coss.
El tercer medio digital es la revista 80grados de la que el autor es co-fundador. Es una revista que trata los temas que la prensa comercial ignora. Combina “el periodismo profesional”, “la revista intelectual” y “el periodismo ciudadano.” Se sostiene con un grupo reducido de donantes a pesar de que recibe 60,000 visitas al mes. El modelo de 80grados desafía expectativas porque ninguno de los colaboradores recibe paga, sólo un reducido equipo técnico recibe salarios muy modestos. Según el autor, es lo más cercano al modelo de periodismo financiado por los lectores o “reader funded journalism”.
Por último, el Centro de Periodismo Investigativo fue fundado por periodistas para hacer periodismo alternativo basado en investigaciones profundas. Depende de un grupo de fundaciones e individuos para su sostén. El CPI tiene su casa en la Universidad Interamericana Recinto Metro y es el responsable de indagar en el tema de las muertes tras el Huracán María.
Esta breve sección sobre cuatro iniciativas de periodismo digital que parecen señalar el camino hacia el nuevo periodismo independiente que Puerto Rico necesita, es evidentemente el principio de un análisis más detallado que esperamos se publique muy pronto.
Ahora me gustaría señalar lo que a mi juicio son algunas de las contribuciones de este texto, así como algunas de mis observaciones.
1. Contribuye al buen periodismo: Coss demuestra su gran talento como escritor al desmenuzar complicados capítulos de nuestra historia de pueblo en una narración ágil, concisa y muy iluminadora. Un buen ejemplo es su discusión sobre “la política editorial de El Nuevo Día y el Caso del Cerro Maravilla” que comienza en la página 70. El autor simultáneamente a) narra los hechos históricos, b) describe el rol protagónico de medios como Claridad, The San Juan Star, el periodista Manny Suárez y la entonces periodista Carmen Jovet en cuestionar la versión oficial y c) evidencia contundentemente el silencio y luego la complicidad del El Nuevo Día con el gobierno de Carlos Romero Barceló. Todo esto en ocho páginas.
2. En segundo lugar este libro hace una contribución a la tradición investigativa de la economía política de los medios de comunicación en Puerto Rico. He aquí un gran acierto de este texto. Coss articula un análisis crítico del desarrollo de El Nuevo Día desde sus inicios hasta convertirse en el diario de referencia en Puerto Rico y lo hace arrojando luz en esos rincones que los dueños de la empresa prefieren dejar a oscuras. Lo hace desenmascarando lo que él llama “mitos” en algún lugar del texto y luego “leyendas” que han sido convenientemente construidos por la empresa. Esa primera parte del libro es una “historia crítica” cómodamente anclada en las teorías de economía política de los medios de comunicación de larga tradición en América Latina y en las diversas vertientes de los estudios culturales.
Algunas de las preguntas que se hacen desde esa corriente teórica buscan descifrar el impacto que la propiedad de los medios tiene sobre la vida cultural de un país. Y en el libro de Luis Fernando Coss esas preguntas hayan respuestas muy bien fundamentadas. Una segunda corriente de estudio que se identifica en el libro es la llamada “función de establecer la agenda” o “Agenda setting function.” Dice esta teoría que “los medios no le dicen a la audiencia QUE pensar, sino que le dicen en QUE pensar.” El nuevo Día y Primera Hora han contribuido a la trivialización del contenido noticioso con un énfasis desmedido en la farándula, en los dimes y diretes entre políticos, la moda y el chisme.
3. Una tercera contribución del libro es su aportación a la casi inexistente práctica del análisis crítico del poder de la prensa en P.R., para entender cómo ayuda a reproducir el sistema político y económico mediante sus mensajes. Como dije al comienzo, este libro es una gran contribución al análisis crítico de los medios de comunicación en Puerto Rico porque de ese análisis no se hace mucho y el que se hace por lo general no trasciende más allá de los ámbitos académicos. Este libro ha logrado trascender.
En otros países es práctica común la fiscalización del trabajo periodístico como una forma de cotejo y balance fundamental en la reafirmación de la democracia. Por ejemplo, existe en Estados Unidos la organización Fairness and Accuracy in Reporting o FAIR que por medio de una revista llamada Extra y su programa radial semanal Counterspin, monitorean el comportamiento de la prensa y los periodistas desde 1986. Identifican las limitaciones y omisiones, pero al mismo tiempo celebran los aciertos en la cobertura noticiosa de ese país. En Puerto Rico no tenemos tradición de hacer ese análisis de forma metódica, responsable y juiciosa. Como nos dice Coss “reflexionar sobre la calidad del periodismo sigue siendo, no obstante, una actividad marginal e ignorada por la abrumadora mayoría de los medios” (p.146). No existe costumbre entre los periodistas de aceptar la crítica, ni de reflexionar sobre las consecuencias del trabajo de la prensa en la vida diaria de los puertorriqueños.
Cuando se trata de instituciones que influyen y hasta manipulan la opinión pública del país, ese análisis crítico siempre ha sido necesario pero en estos momentos de crisis económica, fiscal y social se hace urgente. De ahí el título de mi ponencia.
4. En cuarto lugar: mediante entrevistas y testimonios de periodistas, este libro hace una aportación a la historia del periodismo en Puerto Rico hurgando en temas como la autocensura y la falta de credibilidad del periodismo contemporáneo.
5. Una quinta contribución es como el texto evidencia la manipulación del discurso público a favor de una supuesta libertad de prensa. Dice Coss “no solo sus (sic) propietarios de El Nuevo Día se encargaron de aplastar a la competencia sino que además ajustaron su lenguaje a los tiempos que ordenan una retórica conveniente sobre la libertad de prensa” (p. 97). En ningún caso es esto más evidente que en la disputa pública entre la nueva generación de dueños de El Nuevo Día y el gobierno de Pedro Rosselló.
6. Por último el libro hace una gran aportación al discurso público sobre la responsabilidad social de los medios masivos de comunicación al evidenciar el papel de los periódicos Ferré Rangel en la trivialización de la noticia en PR junto a la TV. La hipercomercialización de la noticia en beneficio de un descomunal beneficio económico a través de la publicidad.
Ahora bien, echo algunas cosas en falta. En primer lugar al periódico El Vocero. Se menciona en una nota al calce en la página 45 que END superó en circulación a El Vocero en 1993. Si el Vocero fue el periódico de mayor circulación hasta el 1993, ¿por qué es El Nuevo Día el periódico más importante desde finales de los 70? Sospecho que la tajada de publicidad era muy inferior en El Vocero. Recuerdo controversias como que El Vocero acusara a los Ferré Rangel de prácticas monopolísticas cuando inauguraron su moderna imprenta Advanced Graphic Printing y acapararon la producción y distribución de los llamados “shoppers.” Y por supuesto el epítome de ese conflicto en octubre de 2012 en el que ambos se sacaron los trapos al sol sobre quien ha sido más favorecido por el PNP. El Vocero decía en su editorial que “El Nuevo Día ha recurrido a su vieja arma: destruir la competencia ‘by any means necessary'» (El Vocero, 17 octubre de 2012).
Me quedo con ganas de leer más sobre el Centro para la Libertad de Prensa que tiene su casa en la Universidad del Sagrado Corazón y sobre la donación de $5 millones que sirvió para comprar el nuevo nombre de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel en esa universidad en 2014. Finalmente, sospecho que hay tela de donde cortar en cuanto a la relación de los Ferré Rangel, El Nuevo Día y Agenda Ciudadana. Y aquí pienso en el papel que esa organización de la sociedad civil jugó en toda la discusión sobre la reforma del sistema de educación en Puerto Rico y su propuesto plan decenal en 2013.
Concluyo delineando algunas rutas que el libro nos ayuda a identificar para investigaciones futuras sobre el periodismo profesional y sobre el impacto de los medios masivos de comunicación en nuestro país. Como texto académico, este cumple a cabalidad con señalar múltiples posibilidades de investigaciones futuras. Al trazar la ruta de su investigación Coss va marcando otras posibles rutas en el sendero. Cada vez que hay un cruce de caminos se sale un momento de la vía, nos advierte esto o aquello es materia para una investigación futura y luego regresa a su ruta. Para mí como estudiosa de estos temas resulta estimulante y provocador considerar las numerosas posibilidades que el autor nos señala. Y no puedo evitar marcar mis propias rutas en el camino.
Sobre el periodismo profesional me parece acertado hurgar en tres lugares:
A) El empobrecimiento de la periodista profesional que hoy se ve obligada a tener más de un trabajo para sobrevivir. Aquí cabe señalar cómo las nuevas generaciones de reporteros se convierten en reporteros tanto para la versión impresa como para la digital y video-reporteros por un sólo salario. Este asunto se trata en el documental Un diario amable de 2009.
B) Algo que ha señalado Vivien Mattei en su presentación de este mismo libro y que yo suscribo es que hay que analizar críticamente como la hipercomercialización de los medios lleva a periodistas de gran credibilidad a convertirse en vendedores para sus patronos. La práctica de utilizar al periodista como portavoz de alguna empresa; desde selladores de techo hasta mattresses, va comprometiendo la imparcialidad de el o la reportera en beneficio del dólar publicitario con serias consecuencias para la credibilidad del periodista.
C) La farandulización del periodismo. Esta práctica comenzó cuando los periodistas se convirtieron en celebridades que aparecían en portadas de revistas de farándula como Vea, TV Guía y otras. Mientras la ASPPRO hacia sus esfuerzos por profesionalizar al gremio como argumentan algunas fuentes en el libro que hoy reseñamos, algunos periodistas se embarcan en la ruta de la trivialización del trabajo periodístico.
Sobre la importancia del fotoperiodismo en El Nuevo Día…
Deberíamos mirar el rol central del fotoperiodismo en lo que se conoce como la editorialización con fotos: tomar posiciones que se expresan, a veces sutilmente, otras abiertamente, con las fotos que se seleccionan. Los ejemplos abundan sobre todo durante las campañas electorales.
Sobre la influencia de la “pujante” industria publicitaria se me ocurre preguntar…
¿Cuál fue la importancia de esa camada de exilados cubanos expertos en publicidad que tanto influyeron en las campañas del PNP y en el desarrollo de END? Y ¿Cómo contrasta su influencia con la de publicistas independentistas y soberanistas que tuvieron gran influencia en la publicidad en los 80 y 90… Ramón Arbona, Florencio Merced, Angel Collado Shwartz, entre otros? .
Sobre la financiación del periodismo digital….
Para que el modelo de “reader funded journalism” tan exitoso en la revista Mother Jones por ejemplo, o en el caso de Democracy now, se pueda convertir en una fuente viable de financiación en Puerto Rico necesitamos educar a las audiencias sobre la lectura crítica de los medios. Lo que se conoce en inglés como “media literacy.” No es que la gente simplemente deje de confiar en los medios porque sirven a intereses particulares, es que aprendan a distinguir hechos de opinión, y de medias verdades. Al tiempo que los lectores asumen responsabilidad por buscar diversas fuentes de información. Nos hace falta aprender cómo funcionan los medios y cómo expandir el número de voces que participan en contarnos lo que sucede a diario en el país. Mientras en Australia, Cánada y Gran Bretaña niños tan jóvenes como en 5to o 6to grado toman cursos de “Media Literacy”, aquí tenemos apenas un puñado de cursos a nivel universitario. Un público educado en estos temas estaría más dispuesto a ayudar a financiar medios alternativos de alta calidad periodística.
Termino mi ponencia señalando que el libro De El Nuevo Día al periodismo digital debe ser lectura obligada para los comunicadores y los aspirantes a comunicadores en todos los programas de periodismo y comunicación del país. Pero no se puede quedar en ese ámbito limitado. Todas y todos los ciudadanos que quieren entender mejor la relación entre prensa y poder en el Puerto Rico de fines del siglo 20 y lo que va del siglo 21 tienen en este texto maravillosamente provocador el perfecto punto de partida.
* La presentación del libro tuvo lugar jueves 19 de diciembre de 2017, en el Recinto Universitario de Mayagüez, auspiciado por el Centro de Redacción en Español.
REFERENCIA: Coss, Luis Fernando, De El Nuevo Día al periodismo digital: trayectorias y desafíos. San Juan, Editorial Callejón, 2017.