Homar: la desnudez de la letra
“hablando a la materia,
buscando, interrogando”
–Noel Luna, Hilo de voz
1
Escrito está sobre la plancha de madera: nos echaron del paraíso, pero el paraíso no fue destruido. Nunca Kafka nos resultó más tangible, más real, más cercano: la técnica de la xilografía puesta al servicio de la palabra en una operación estética que reúne, en un mismo acto, la exaltación del lenguaje y la necesidad del pensamiento. No hay más que cruzar la puerta de cristal y acceder al salón, la luz con el tiempo adentro, Juan Ramón, para comprender que el trabajo de Lorenzo Homar, tocado de un lirismo ágil, dinámico, ofrece a los sentidos la voluptuosidad del trazo y el fervor por la escritura.Eficacia del ejemplo: el artista sabe que en cada movimiento de la gubia se va forjando, en silencio, un gesto que anuncia una imagen limpia, viva. Si Mallarmé soñó con una página huérfana de vocablos, repleta solo de signos ortográficos, las veinte piezas aquí reunidas por José Correa Vigier y Manuel de J. Vázquez, colocan al visitante frente a una experiencia límite: la lengua que respira en sus fonemas, la materialidad orgánica del alfabeto, la serenidad de un ímpetu.
Trascendencia e inmanencia, asombro y transformación de la percepción: en Homar la plástica recupera la intensidad de la caligrafía y la vuelve visible, crea nuevas zonas de lectura.
2
Recobrar, asistido por Shakespeare, el orden del decir: As flies to wanton boys / are we to the gods. They kill us for their sport. El sino del conde de Gloucester, vagando ciego por el brezal, prefigura también el del rey Lear. De este mixto sobre papel, fechado en 1968 y dedicado a la memoria de Martin Luther King, quedan en la mirada un vestigio inaprehensible y la promesa de un destello: ¿será legible, alguna vez, la tragedia? Los tonos lúgubres destilan, en efecto, una contenida angustia, pero la cita, en Homar, es siempre alusión y acontecimiento, cuerpo construyéndose, asidero: originality, risk and virtuosity make the best. Add improvisation and you have the greatest.
Reproducir la literatura, ampliar los campos de enunciación, abrir el lienzo, el cartel, la serigrafía, el cartón incluso, a la poesía y la prosa, a la ilustración custodiada por el verbo. El Martín Fierro y el bardo de Staford-on-Avon se estrechan la mano: lo demás lo ha criado el hombre, / después que aprendió a contar. Esa presencia intensa de la frase en el trabajo de Homar – ¿cómo no conmoverse con sus homenajes a Pedro Albizu Campos y Salvador Allende? – trae consigo una convicción: donde el adjetivo falla, el dibujo modula, complementa.
3
Situarse en la tradición, renovándola. En la línea de Palés Matos y Tomás Blanco, Homar repite: B quiere decir Burundanga. Y ese enunciado, que podría convertirse en mantra antillano y que fue significante privilegiado de los debates culturales de una época tumultuosa, adquiere una dimensión política. El primer plano destaca el ícono de un casco protector, referencia indudable a las luchas sociales de la década del setenta, en la que se enfrentaron, ya en la calle o en el aula, los grupos estudiantiles y las fuerzas del orden público.
El arte cortejando con pasión y cálculo la Historia, próximo al testimonio y la denuncia: como respuesta a la intransigencia y el caos citadino, el milagro de un abecedario rico en matices y sugerencias, fluir puro de una celebración sensual de los ritos de la inteligencia.
4
Ni el texto ni la imagen, en Homar, se eclipsan. Por el contrario, alcanzan una armonía, una consistencia, una capacidad de diálogo tan conmovedora y rotunda que el espectador, solo junto a la vitalidad del maestro, comprende enseguida que se pasea por la frontera de un placer y una belleza a penas decibles.
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*La exhibición titulada “La letra”, del maestro Lorenzo Homar, en Galería SPACE fue curada por el historiador del arte José Correa Vigier.