I Care a Lot: Bandidaje
Con un recorte de muñeca de trapo y más hermosa que jamás a lucido en pantalla, Rosamund Pike es Marla Grayson, una pilla de altos vuelos y de una corrupción inusitada que revolotea como ave de rapiña sobre personas vulnerables que no tienen quién los ayude o respalde. Su corrupción, como suele ser en estos casos, tiene cómplices. Incluye a Dr. Karen Amos (Alicia Witt) una médica inescrupulosa; Sam Rice (Damian Young), el director de una residencia de envejecientes y su personal, incluyendo los guardias de seguridad; y al juez Lomax (Isiah Whitlock Jr.), un idiota que no cae en cuenta que los casos que le trae Marla son conspiraciones contra gente desamparada. Cuando ponen en marcha su plan, notamos que algunos policías participan en él, tal parce que inocentemente y, ciertamente, desconociendo el plan maestro, pero no podemos descartar que reciban alguna recompensa monetaria.
El perfil de las víctimas es casi idéntico (como ya he señalado más arriba) y el patrón de lo que sucede pone los pelos de punta. Con una orden judicial, Marla y su socia Fran (Eliza González), que también es su compañera sentimental, ponen la persona en la institución cómplice, y con la orden que las declara ejecutora de sus bienes, venden todo lo que poseen, incluyendo sus casas. La intervención de la ley convierte el bandidaje en un acto legal. Por si acaso, una vez internados no les permiten comunicarse con nadie y no les dejan tener teléfonos portátiles. Además, los llenan de tranquilizantes para que estén en babia. Cada persona así internada tiene una cuenta donde están los fondos que las dos aves de rapiña han robado y de ellos pagan la casa de envejecientes y se atribuyen un sueldo por sus “servicios”. Marla y Fran manejan sus negocios de forma eficiente y despiadada. Su cinismo es tal que despliegan los retratos de sus víctimas convertidas en clientes “legales”.
Todo marcha a pedir de boca hasta cuando la doctora Amos les recomienda a una tal Jennifer Peterson (Dianne Wiest) como su próxima víctima. Jennifer vive sola en la casa más bella del vecindario y tiene plata. La casa es como un museo en el que habitan muebles Chippendale, cuadros valiosísimos y muchos secretos. Lo que puede añadir la mujer al tesoro de Marla y Fran es mucho y sobra. Lo que no saben las dos timadoras es que su bandidaje se ha de confrontar a algo inesperado.
Al llegar a este punto y ver que se están saliendo con la suya pensé que J. Blakeson, el guionista director, nos estaba tomando el pelo. El “encarcelamiento” de Jennifer y la angustia que le causa la trasmite a perfección esa actriz admirable que es Dianne Wiest. Tanto así que fue en ese punto que deseé entrar al filme y denunciar a Marla. Pero la cinta tomó un rumbo inesperado cuando un nuevo personaje, Roman Lunyov, (Peter Dinklage) hizo su entrada. El guion comenzó a convertir lo que es algo insólito (el tráfico en envejecientes vulnerables) en una trama típica de thriller llena de cosas de difícil aceptación. A pesar de eso, permanecí fiel a las exigencias del crítico de cine: hasta el final. Ustedes tendrán que hacer la decisión que más les convenga.
Rosamund Pike está perfecta en su papel, al igual que Peter Dinklage y la hermosa Eliza González. Es curioso, como suele suceder a veces (son los momentos que hacen el cine especial) que la intervención de Chris Messina como el abogado Dean Ericson, nos de un momento de respiro e hilaridad en un filme que es un tanto tendencioso. Adiviné el final, pero no me satisfizo porque dejó en el aire el problema sin darnos ni una sola indicación de que alguien se ha percatado de la pillería. Al contrario, el asunto se complica.