Invocando a Reinaldo Arenas desde Miami: Una tarde con Rita Molinero y Yolanda Izquierdo*

El escritor cubano Reinaldo Arenas.
Su autobiografía, Antes que anochezca, documenta su difícil situación bajo el régimen revolucionario. Escrita justo antes de su muerte, este texto narra la vida de Arenas desde sus primeros años en Holguín, el descubrimiento de su homosexualidad y detalla sus experiencias como escritor joven en La Habana. También representa su lucha ante la censura de su obra y la represión de su libertad individual en Cuba, así como su vida en los Estados Unidos como un exiliado que nunca se identificó con la comunidad cubana residente en Miami. Su escritura revela una disidencia solitaria, iracunda, irreverente. Arenas se sentía fuera de lugar en todas partes y su escritura explora su inquietud, rabia e incomodidad desde muchos ángulos.
Ese concepto de la incomodidad, que algunos asocian con el escritor maldito, me parece que es más afín a lo que Sarah Ahmed ha descrito en «Feminist Killjoys (And Other Willful Subjects)» como lo que ella denomina en inglés como awkwardness:
El poder habla aquí en este momento de duda. ¿Me sumo a ella? ¿Qué significa no seguir la corriente? Crear incomodidad es ser leído como incómodo. Mantener la comodidad pública requiere que ciertos cuerpos «sigan la corriente», que estén de acuerdo con el lugar en el que se les coloque. Negarse a ser colocado significaría ser visto como un problema, como una causa de incomodidad para los demás. Hay una lucha política sobre cómo atribuimos los sentimientos buenos y malos, que vacila en torno a la cuestión aparentemente sencilla de quién introduce qué sentimientos a quién. (4, mi traducción).
Arenas no tuvo una existencia fácil, no es fácil de leer, y nos lleva a lugares difíciles (y a veces imposibles) de habitar. Uno no lee a Arenas para entretenerse, sino para habitar su incomodidad, y pelearse en muchos momentos con diversos aspectos de su universo estético y político. La lectura no es un ejercicio de afinidad, sino de apertura a la diferencia, porque sus textos exploran todos los recovecos posibles hasta encontrar un lugar en que quien lee se retira con escándalo, consternación o incluso rabia. Se trata, después de todo, no de la escritura como proyecto de vida, sino como ejercicio de una terrible pero hermosa venganza.
El volumen que presentamos esta tarde incluye palabras iniciales y finales de las editoras y 28 intervenciones sobre aspectos diversos de la obra de Arenas. Los ensayos se dividen en 5 secciones: 1. Las constelaciones del amor; 2. Ecos y resonancias; 3. De alucinaciones y cuerpos; 4. El infierno está vacío; y 5. Divertimentos (esta última sección incluye meditaciones literarias y biográficas sobre Arenas de tres importantes figuras de las letras y estudios cubanos: Antonio José Ponte, Uva de Aragón y Severo Sarduy). El volumen cierra con tres apéndices sobre Arenas: su biografía, una bibliografía de sus obras publicadas y biografías cortas de cada uno de los colaboradores. Intentaré despertar el interés de la lectura identificando una serie de temas principales alrededor de los cuales se aglutinan las contribuciones incluídas en esta antología.
Voy a empezar por la poesía, un género literario al que desafortunadamente le dedicamos menos atención en los estudios literarios contemporáneos. La poesía de Arenas es el objeto de estudio de varios de los ensayos. Juan Carlos Quintero Herencia, por ejemplo, analiza resonancias metafóricas en el poema “El Central” (1981) y propone que “El Central es el fantasma literario que traicionaría lo que el fantasma del central nacional cubano pasearía como su esencia histórica” (246). Esther I. Rodríguez -Miranda y Félix Miguel Rosario Ortiz identifican ambos la colección de poemas Voluntad de vivir manifestándose (1989) como un texto que ha recibido menos atención de la crítica y ofrecen pistas de lectura. Finalmente, el ensayo de Juan Abreu nos ofrece un balance sobre el universo poético de Arenas, en su prólogo a Infierno, la colección de toda su poesía publicada en 2001.

Reinaldo González, Reinaldo Arenas, José Lezama Lezama Lima y Emmanuel Carballo, en la puerta de Trocadero 162, La Habana.
Los que conocen la obra de Arenas saben lo importante que fue la re-escritura en su trabajo literario. Parte de esas re-escrituras fueron forzadas (por censura o separación de los textos del autor contra su voluntad, ya sea porque los tiene que esconder o enviar al extranjero, o en ocasiones porque los textos se pierden en el proceso de tratar de enviarlos al extranjero) o voluntarias porque algunos textos se publican sin que Arenas pueda darle los toques finales deseados. Otras re-escrituras son resultado de su voluntad de conectar sus textos con otros escritores que Arenas quiere reconocer como sus precursores o interlocutores. La escritura de Arenas fue una escritura asediada por muchas razones (su disidencia política, sexual, ideológica, su incomodidad ante todo y todos) y por ello es de esperar que varios de los ensayos de esta colección trabajen el tema de la re-escritura en la obra de Arenas. Por ejemplo, el ensayo de José Quiroga considera la re-escritura de Cecilia Valdés (1839-1882) (texto que también experimentó numerosas re-escrituras) como prisma para pensar en el trauma revolucionario en Cuba en La loma del Ángel (1987) de Arenas y nos dice que: “Para Arenas, Cecilia Valdés es un texto que se origina en el trauma de la pérdida, y que a la vez expresa hasta dónde se podía decir lo que había que decir sobre la sociedad cubana del momento” (114). En el ensayo de Félix Rosario Ortiz que ya mencioné se estudia la re-escritura de la poesía de Martí en textos de poéticos de Arenas. Rubén Ríos Ávila entabla un cuidadoso análisis de las re-escrituras de Paradiso de Lezama realizadas por Sarduy y Arenas, para analizar los modos en que se bastardiza el texto fundacional lezamiano. Kevin Sedeño-Guillén revisita la segunda novela de Arenas, El mundo alucinante (publicada primero en francés en 1968), para ver las conexiones entre el siglo 18-19 en la Nueva España (a través de la recreación ficcional de Fray Servando Teresa de Mier, 1763-1827) y el siglo 20 cubano meditando sobre las tensiones entre el pasado colonial caribeño y el presente de la revolución cubana. Sedeño-Guillén ve elementos decoloniales más innovadores en este texto de Arenas que en El reino de este mundo de Alejo Carpentier. Finalmente, Rita Molinero estudia la re-escritura satírica de las Coéforas de Esquilo. Su punto de análisis es el enfrentamientto de Orestes y su madre, en particular cómo el matricidio cometido por Orestes es al mismo tiempo una re-esritura de Esquilo y parodia de la obra de teatro de Virgilio Piñera, Electra Garrigó (1941). Molinero también propone que las madres (sobre todo la figura de la madre abnegada) representan el patriarcado que reprime la homosexualidad y escritura de sus hijos. Molinero nos invita a complicar los estudios de la representación de la madre en la literatura queer latinoamericana, tema sobre el cual Arenas ofrece representaciones desasosegantes.
Otro gran tema en la obra de Arenas es el asunto del destierro, exilio, desplazamiento. Como sabemos, Arenas no pudo quedarse en Cuba porque su vida allí llegó a ser imposible, pero nunca se sintió en casa en ninguna otra parte. Uno de los aspectos que resulta más llamativo en el universo imaginario de Arenas es que Cuba, Miami, y Nueva York no aparecen como espacios completamente separados, sino que en ocasiones, esos espacios se mezclan, combinan, o funden en visiones apocalípticas y desasosegantes. Por ello resultan relevantes las intervenciones de Abilio Estévez, quien destaca esa dimensión de no pertenencia que predomina en la mayoría de los textos de Arenas (muchos de sus relatos del retorno a la patria o al hogar, son simplemente pesadillescos), mientras que Rafael Rojas nos invita a considerar las continuidades y contradicciones de los textos que Arenas escribe en Cuba y los que escribe en Estados Unidos. Para Rojas resulta imposible entender la obra de Arenas sin abordar esta tensión que fue una constante en su obra.
Como es de esperar la narrativa es el género literario al cual se le dedican un grupo notable de los ensayos incluidos en esta colección. Yolanda Izquierdo estudia el tema de la disidencia, el destierro y el activismo contrarrevolucionario y gay en el relato “Final de un cuento”, que se publica en el volumen Termina el desfile. Adiós a mamá. (1986/1991). Izquierdo hace una observación muy provocativa cuando nos recuerda que Arenas no se considera un exiliado sino un desterrado. Vinculando el tema del suicidio como regeso a la patria y el colapso de La Habana y Nueva York en el relato, Izquierdo argumenta que “Arenas explora … todos los posibles motivos del destierro …. que vivió toda su vida, dentro y fuera de Cuba” (Izquierdo 130). Alejandro Aguilar y Jorge Luis Torres centran sus ensayos en la novela El color del verano (1991), mientras que Guillermina de Ferrari ofrece una lectura intrigante sobre los tres finales de Celestino antes del alba (1967), la primera novela de Arenas, y la única que se publica en Cuba. De Ferrari propone que en estos tres finales de la novela lo sensorial y el vacío se correlacionan para ofrecer una visión del yo a través de su destrucción (173). Alberto Garrandés y Daria Sinitsyna estudian el discurso aturdido y los problemas de la traducción al ruso de El mundo alucinante (1969), segunda novela de Arenas. La autobiografía Antes que anochezca, texto central y definitorio en la escritura de Reinaldo Arenas, y es el objeto de estudio de los ensayos de Arturo Matute Castro y Claudia Becerra. Matuto Castro explora el vínculo del regreso y la muerte (tema también abordado por Izquierdo, como ya vimos) mientras que Becerra, siguiendo un argumento parecido al de T.S. Elliot sobre la tradición en el contexto la historia literaria en “Tradition and the Individiual Talent” (1919), propone que la autobiografia de Arenas redefine retroactivamente toda la obra de Arenas, como una suerte de postfacio o epílogo. Una de las redefiniciones más interesantes que se explora aquí es la del tema de la escritura como venganza, o como resistencia ante la borradura y el olvido contra los cuales batalló contantemente Arenas.
El asunto de los archivos es también motivo de análisis en varios de los ensayos. Eduardo Lalo incluye en su meditación una referencia muy conmoverdora, sobre la visita que hizo Liliane Hasson (amiga y traductora de Arenas al francés) a la casa de Lázaro Gómez, el último compañero de Arenas. Gómez le muestra a Hasson la Bibloteca de Reinaldo que tiene en su humilde casa, en la que se incluye una caja de zapatos que contiene las cenizas de los restos del escritor. Este archivo contrasta significativamente con la colección que tiene la Universidad de Princeton, a la que ya me referí. Norge Espinosa explora lo que denominaré como el archivo del futuro, o las representaciones de Arenas tras su fallecimiento en revistas, películas, ensayos, personajes literarios. Y Enrique del Risco parte de lo que denomino como el “Archivo del hombre nuevo”, para estudiar las relecturas del “hombre nuevo” en la generación del Mariel, y propone: “Frente a este relato, buena parte de las obras de los autores de Mariel puede leerse como una continua resistencia a ser ‘hombre nuevo’” (278). Y por supuesto cierro esta sección con el ensayo de Javier Guerrero sobre las redes afectivas que se pueden detectar tan intensamente en el archivo de los papeles, cartas y manuscritos que se encuentran en la Biblioteca de la Universidad de Princeton (https://findingaids.princeton.edu/catalog/C0232) . El archivo para Arenas era el antónimo de la borradura y la censura. Guerrero documenta la máquina de trabajo y afecto que hizo posible la preservación y publicación de muchos de los textos de Arenas y nos invita a conocer al Reinaldo Arenas que se preserva en esta importante colección.
Me gustaría cerrar con un breve comentario de una serie de ensayos que son de corte más bien auto-biográfico. Este es el caso del ensayo de Abilio Estévez, el relato de María Badías Valero de su viaje al Gran Cañón del Colorado con Arenas y otros amigos, así como los tres textos de Uva de Aragón, Severo Sarduy, y Antonio José Ponte. Ponte comparte su asombro ante el hecho de que tantos conocidos decidieran no mencionarle a Arenas (324), para mostrar cuán perniciosa es una censura que persiste en nuestros gestos cotidianos y que se constituye a través de la postergación del sujeto prohibido hasta que éste se convierte en enunciable o desaparece. Junto a estos ensayos de corte más bien personal, la antología incluye una serie de fotografías de Arenas, o de materiales de su archivo, que nos permiten verlo “en acción”. Esta dimensión de corte biográfico de la antología me parece importante por dos razones. Primero porque resulta evidente al leer estos testimonios y al observar estas fotos—así como al consultar los videos de Arenas en películas y eventos disponibles en la red—que Arenas cultivaba una personalidad, entonación y presentación que eran constitutivas de su obra literaria. Es decir, que a Arenas había que experimentarlo, no solo leerlo. Y segundo porque al incluir estos testimonios (algunos son hermosos textos de corte lírico o literario), se cuestiona la división tradicional entre autor y obra que ha informado la disciplina de los estudios literarios desde lo que Roland Barthes llamara la muerte del autor en un ensayo del mismo título publicado originalmente en 1967.

Propaganda de la presentación por Yolanda Martínez-San Miguel de la antología de ensayos sobre Reinaldo Arenas: la escritura como destino coeditado por Rita Molinero y Yolanda Izquierdo para Isla Negra.
Felicito a las editoras y a los colaboradores, así como a Isla Negra Editores, por la publicación de este volumen sobre la obra de Arenas. Sin descartar la importante labor que han hecho críticos previos de la obra de Arenas, es evidente que a más de tres décadas de su muerte, estamos en un momento propicio para volver a pensar su obra. Tal parece que esa incomodidad y desasosiego constantes de Arenas tienen mucho que ofrecernos, para cuestionar cualquier espacio de comodidad y optar en vez por el gesto de la pregunta constante. Este volumen es un ejemplo de a dónde nos puede llevar este proceso de interrogante perenne, y una muestra muy provocativa de la vigencia y urgencia de la obra de Arenas en los estudios caribeños, latinoamericanos y de la literatura global.
Notas:
*Texto leído por Yolanda Martínez-San Miguel en la presentación de Reinaldo Arenas: la escritura como destino, coeditado por Rita Molinero y Yolanda Izquierdo, realizada en Books & Books, Coral Gables el 12 de junio de 2022, en un evento organizado por Jorge Duany, director del Cuban Research Institute de la Florida International University.